Juan
A. Urbeltz, Ikerfolk
Fotografías: Elai-Alai
En los años veinte del pasado siglo el interés por las tradiciones folclóricas se extendió a las danzas. La EFDSS, la sociedad inglesa de folclore, fue una de las pioneras en promover eventos, para que las danzas se mantuvieran como parte de una cultura que era lamentable perder. El entusiasmo de Cecil Sharp, Violet Alford, Maud Karpeles, Rodney Gallop hizo posible numerosísimas reuniones de bailarines en fiestas de todo tipo. En alguna de ellas, importante para nosotros, una amplia muestra de bailarines de todas las áreas de Vasconia se desplazó a Londres bailando en el Albert Hall. Allí estuvieron los ezpatadantzaris de Berriz; el Dr. Constantin con un grupo de dantzaris suletinos de Aterratze; Faustin Bentaberri y un grupo de bolantes de Baja-Navarra; más José Lorenzo Pujana como buruzagi de un grupo de danzas guipuzcoanas de Donostia. En la expedición había músicos especialistas en diferentes instrumentos tradicionales.
Elai-Alai (Euskadi). |
Salvado el trágico paréntesis impuesto por la Segunda Guerra Mundial, los festivales de folclore volvieron a tomar un gran impulso como política cultural destinada a paliar (en lo posible) las heridas causadas por la guerra. Va a hacer ya cuarenta y cinco años desde que participamos en los primeros eventos, con experiencias muy importantes a título personal. A finales de los años cincuenta, los festivales de folclore eran una excelente motivación para una juventud que, al bailar danzas tradicionales, hacía uso de un ocio inteligente.
En el momento actual muchos festivales de folclore se han convertido en «clásicos». Son conocidos en gran parte del mundo, y los grupos de danza tradicional los tienen en gran estima por la calidad de su organización, calor de acogida y público entregado al esfuerzo y calidad de músicos y bailarines. Entre los que conocemos es obligado citar el de Llangollen en el País de Gales; el de Strasnice en la República Checa; el de Confolens en la Charente Maritime (Francia); el de Sidmouth en Devon (Inglaterra); o el de Portugalete en el País Vasco. Hay muchísimos más y todos ellos tienen nuestro reconocimiento. Pero la pregunta a la que debe responder este pequeño ensayo, es la de si estos festivales siguen teniendo vigencia habida cuenta los enormes cambios que han sufrido nuestros modos de vida.
Mrudang (India). |
No pienso especialmente en la clase de cosas que pudieran considerarse “pedantes”. Las danzas campesinas se han extinguido, excepto en remotas regiones rurales, pero los impulsos determinantes de que fueran cultivadas deben de existir todavía en la naturaleza humana.
La naturaleza humana sigue siendo la misma, si perdemos estas danzas no creo que va a ser fácil sustituirlas con algo tan creativo y bello como son ellas.
Aurreko Aleetan |