Escritores vascos en Madrid durante el siglo XIXEscuchar artículo - Artikulua entzun

Juan José Zubia Muxika

E

l País Vasco peninsular no es ajeno al panorama político y social que presenta la España decimonónica, y mucho menos sus gentes que en momentos puntuales vivieron en primera línea los acontecimientos políticos de la época. Esta realidad que les tocó vivir a unos en su propia tierra y a otros, que se desplazaron a distintos lugares del reino, tanto peninsular como ultramar, hizo que los puntos de vista de una situación fueran muy dispares. De hecho, su localización geográfica, próxima a la frontera con Francia, hizo que las ideas que se desarrollaban y surgían en el país vecino llegaran con cierta rapidez. Hubo personajes que por múltiples razones –trabajo y estudios principalmente- en el devenir de su vida se instalaron o pasaron puntualmente por la capital del reino. Téngase en cuenta que al ser un reino centralizado, todo desde el punto de vista institucional -incluso a título de estudios superiores- obligaba a tener que desplazarse a Madrid y se creaba desde un primer momento el referente de la capital. Cabarrus, Urquijo, Erro, Serafín Baroja, Becerro de Bengoa pasaron por la capital, y muchos más de los que aquí no se va hablar. De hecho, en la propia ciudad, desde hacía bastante tiempo existían una serie de familias, ya instaladas, de origen vasco cuya adaptación e integración en la ciudad era total.

  François de Cabarrus, interpretado por Goya.
François de Cabarrus, interpretado por Goya.
Iniciamos esta presentación de escritores desde el punto de vista político, como fue François Cabarrus (Bayona, 1752 - Sevilla, 1810), famoso financiero y político bayonés, una de las figuras más destacadas en los reinados de Carlos III y Carlos IV de España. Al instalarse en Madrid entró en contacto con la Sociedad Económica Matritense ante cuyo auditorio leyó en 1778 Discurso sobre la libertad del comercio de granos, donde defendía la libertad de comercio con América y anunciaba el perjuicio de los monopolios. Amigo del ilustrado Foronda y Campomanes, logró introducirse en los círculos que dirigían la vida económica española. Abogaba vehementemente por el liberalismo librecambista y propugnaba la eliminación de las aduanas interiores y del proteccionismo estatal. En 1792 publica su Memoria para la formación de la banca San Carlos, que con el tiempo se convierte en lo que conocemos hoy como Banco de España, donde denuncia como causante del atraso de la nación la desigual distribución del dinero y la lentitud de su circulación. También acusó a los gremios de Madrid de monopolizar el mercado. En 1789, escribe Elogio a Carlos III, rey de España, donde habla del personaje real. En 1791, sus enemigos se encargaron de llevarlo a la cárcel por malversación de fondos. No se pudo demostrar nada y al salir, el rey Carlos IV le concedió el título de conde. Vuelto a la Corte, preconizó medidas audaces tales como la desvinculación de los mayorazgos y venta de “manos muertas”. Publica en 1808 sus Cartas a Jovellanos sobre los obstáculos que la naturaleza, la opinión y las leyes oponen a la felicidad pública, escritas en 1783, en las que pone de manifiesto sus convicciones radicalmente liberales. A la llegada del nuevo monarca decide apoyarlo y forma parte de la Junta de Notables que redacta la Constitución de Bayona. Una vez firmada será nombrado Ministro de Finanzas. La opinión del pueblo era contraria a la llegada del rey francés, de modo que se decide a escribir un folleto en el cual da idea de lo que supone la Constitución que acepta José I, Consideraciones de un español a sus conciudadanos. También escribió obras dedicadas a personajes políticos como a Godoy, al que dedicó Carta de Francisco Cabarrus, escrita desde su prisión, al Príncipe de la Paz, que fue quien le ayudó a salir de la cárcel. También está el Elogio a D. M. de Muzquiz, ministro de finanzas. Del sistema de contribución más conveniente para España.

  Mariano Luis Urquijo Muga, según óleo obra de Francisco de Goya.
Mariano Luis Urquijo Muga, según óleo obra de Francisco de Goya.
En el ámbito de los políticos afrancesados, nos aproximamos a continuación a quien tuvo una actuación decisiva tanto en el gobierno de Carlos IV como en el de José I. Hablamos de Mariano Luis de Urquijo y Muga (Bilbao, 1768 - París, 1817). Fue quien creó y desempeñó el cargo de primer ministro de España. Con la Constitución de 1808, se encargó de la cartera de Estado. De joven se instaló en Madrid y cursó gran parte de sus estudios entre la capital del reino y Salamanca. También estudió en Francia, donde fue influido por las ideas ilustradas y que de regreso a España reforzó con el profesorado que ejerció en Salamanca. En 1791, traduce al español La mort de César, tragedia francesa de Mr. de Voltaire. Traducida en verso castellano y acompañado de un discurso del traductor sobre el estado actual de nuestros teatros … La traducción de este libro va precedida de un discurso en el que Urquijo levanta la pluma contra los abusos de la legislación penal y expone con total claridad sus ideas liberales. Tras la expulsión del ejército napoleónico tuvo que salir de España por su defensa de las ideas francesas. Con el tiempo escribió unas Memorias, en las que da sus motivos y su parecer del apoyo prestado al rey extranjero. Destacamos en la figura del ministro Urquijo, que si bien no escribió en euskera, favoreció la obra escrita en esta lengua por otros escritores de su época. Este es el caso de Juan Antonio Moguel quien al saber que había problemas de publicación de obras en euskera, recurre al “apadrinamiento” desde las altas instancias gubernativas. El ministro Urquijo intercedió en su favor ante el monarca para que le publicaran su obra en euskera, como nos explica Luis Villasante (1961). La prohibición de publicar obras en vascuence no era nueva en el siglo XIX, ya anteriormente venían vetándose estas publicaciones.

  Juan Bautista Erro Azpiroz.
Juan Bautista Erro Azpiroz.
El siguiente autor citado en esta reseña es Juan Bautista Erro y Aspiroz (Andoain, 1773 - Bayona, 1854). Este autor siguió las teorías de los estudiosos vascos Pedro Pablo de Astarloa y Juan Antonio de Zamácola quienes a su muerte legaron sus papeles, obras literarias y manuscritos a Erro. Seguidor de las teorías de Astarloa luchó en defensa de la lengua vasca. Inicialmente publicó Alfabeto de la lengua primitiva de España y explicación de sus más antiguos monumentos de inscripciones y medallas, Madrid, 1806. Aquí defiende que el alfabeto ibérico fue debido a los vascos y con gran facilidad se dedica a transcribir toda escritura supuestamente ibérica. Contestó en 1807 al cura de Montuenga, con Observaciones filosóficas en favor del Alfabeto primitivo o respuesta apologética a la censura crítica del Cura de Montuenga. Imprimió el libro en Pamplona. Sin embargo, su último libro publicado en Madrid, El mundo primitivo o examen filosófico de la antigüedad y cultura de la nación bascongada, publicado según Juaristi en 1815, da su opinión contraria al respecto de esas ideas ilustradas en las que el pueblo posee la autoridad y considera que lo verdaderamente fundamental es el absolutismo, y es por lo que se debe agradecer a Fernando VII el que haya derogado la Constitución de Cádiz. Con el tiempo Erro se posicionaría a favor del aspirante al trono, Carlos V, el cual le nombraría Ministro Universal. Al final de la guerra carlista tendría que huir al extranjero.

  Ricardo Becerro de Bengoa.
Ricardo Becerro de Bengoa.
Un personaje de gran importancia política y cultural de finales del siglo XIX fue el alavés Ricardo Becerro de Bengoa (Vitoria, 1845 - Madrid, 1902). Educado en Vitoria, donde ya destacó como agitador de la vida cultural, se trasladó a Valladolid para realizar los estudios de bachiller en la facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. En el año 1870 se instala en Palencia, tomando posesión de la cátedra de Física y Química en el Instituto. Pero su labor docente y cultural va a la par con su interés activo por la política. Y es en 1886 cuando sale elegido diputado a Cortes por la ciudad de Vitoria y debe abandonar Palencia con toda su familia y trasladarse a Madrid. En 1881 publicó La Electricidad moderna, donde describe los fundamentos teóricos, las máquinas empleadas para su producción, la energía que transmite y posibilidades de ésta. También colaboró en publicaciones, revistas y periódicos, La Ilustración Española y Americana, El Imparcial, Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, La España moderna, Revista de las Provincias, también dirige la revista de carácter científico La Naturaleza. Su actividad cultural y docente demuestran la alta consideración científica de que gozaban sus estudios y trabajos, de modo que no tardó en introducirse en centros culturales y científicos como la Academia de Bellas Artes de San Fernando, Real Academia de la Historia, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid y ocupa la presidencia de la Sección de Ciencias del Ateneo de Madrid. En Madrid continúa publicando y escribiendo obras ambientadas en el País Vasco. Aunque las escribía en Madrid las imprimió finalmente en Vitoria, como son Marichu; ¡Una y no más!, El pajaro Mecoleta. Sin embargo la obra que verdaderamente deja ver su preocupación por la situación del mundo educativo, que él bien conoce, es La enseñanza en el siglo XX. En ella, de una forma metódica y sin ningún pudor ni miedo plantea la cuestión fundamental de la crisis existente en la educación española. Reconoce que es necesario invertir más en educación para llevar a cabo las mejoras que necesita el sistema educativo español y que va con mucho retraso con respecto al resto de los países europeos. También deja clara la diferencia entre educación primaria, gratuita y obligatoria y la educación secundaria. En el mismo libro muestra la situación y los planes de estudios de Europa, reflejando lo obsoletos que son los planes que se mantienen en España.

Finalizamos este breve bosquejo de autores, que realizaron su obra, o parte de ella como es el caso, en Madrid, presentando a Serafín Baroja Zornoza (San Sebastián, 1840 - Vera de Bidasoa, 1912). Su apellido nos llevará inmediatamente a sus conocidos hijos y nietos que en el mundo literario, artístico y científico de finales del siglo XIX y casi todo el siglo XX, fueron referente indiscutible en las diversas ramas en las que trabajaron. Abandonó San Sebastián para estudiar en Madrid la licenciatura de Ingeniería de Minas. Una vez terminados sus estudios ejerció como ingeniero en Huelva y como profesor en San Sebastián. Conoció el campo de la minería desde la práctica y la teoría. Escribió en castellano y en euskera, prueba de ello fue su variada obra escrita en la capital donostiarra. Como periodista también colaboró con periódicos de la villa y corte, como en El tiempo, al cual enviaba los avatares de la última guerra carlista, entre enero y febrero de 1876. A principios del siglo XX vuelve a instalarse en Madrid y a la par que dirigía la panadería familiar también se dedicaba a escribir y publicar. Retoma aquí la labor que inició en Pamplona al publicar de nuevo el periódico Bai jauna bai. Periódico bilingüe, vascuence y castellano, (1904). Aprovecha su trabajo en el diario para volver a editar Amairu Damacho. Zarzuela en trece actos y un epílogo, con letra hablada en castellano y en verso, y letra cantada (coros) en vascuence. Este mismo año edita la opera Luchi, bilingüe y en tres actos. En estas operas las características italianizantes son considerables. Como es de suponer, sus operas no tuvieron mucho éxito en Madrid, ya que al escribirlas en euskera no tenía muchas posibilidades de atraer a la gente, a diferencia del caso de Pamplona y San Sebastián.

Como hemos leído a través de estas líneas, unos defendieron el liberalismo y la instauración de una constitución para el progreso de España, otros el continuismo absolutista. El estudio de la lengua vasca, el empleo de la misma y la defensa de los fueros vascos, tuvieron gran importancia sobre todo en el debate político. Todo ello en un siglo en el que toda Europa y América estaban convulsionadas por las nuevas ideas políticas que con gran dificultad iban entrando en el mundo cultural e intelectual de Madrid.

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2004/07/23-30