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Angel Ovejero Cantalapiedra

Nos refugiamos en manos de la tecnología

A todos nos ha pasado: Estamos fuera, de vacaciones, y nos encontramos por delante a un hombre (suele ser hombre) con una pequeña videocámara en la que, en vez de mirar por un visor, contempla en una pequeña pantalla plana lo que quiera que la cámara esté grabando. Sostiene el aparato cerca de la cara, de tal modo que le tapa la vista. Ha invertido tiempo y dinero (a veces muchísimo) en ir a un sitio lejano donde hay cosas sorprendentes y en vez de disfrutarlas con el ojo desnudo, con sus sentidos, las contempla por televisión allí mismo en directo con la intención de volverlas a ver a la vuelta, en su casa. Ha fabricado un reality show de su propia vida que probablemente no volverá a ver jamás, ocupado continuamente en grabar otros nuevos. En fotografía no hemos llegado a tanto; solamente de vez en cuando una mujer (suele ser mujer, esta vez) se lleva una pequeña cámara a la cara (con un ojo en el visor y el otro cerrado, únicamente ve la imagen que luego integrará en su colección o perderá por algún lugar en el disco de su microordenador). Parece que algunas personas necesitan una interfaz que les permita la comunicación con una realidad que les da vértigo conocer. Son, además, mayoría los usuarios que no quieren conocer el verdadero funcionamiento de las máquinas. La complejidad les da miedo: su única aspiración es contar con una pantalla simple, sin complicaciones.

Sólo se puede disfrutar de lo que se conoce y solamente se llega a conocer aquello que nos es posible comprender. No hay que temer introducirse en el dominio teórico, técnico y creativo de la fotografía. El manejo de la cámara, el control de la iluminación, los valores estéticos de la composición y la interpretación del mensaje son los cuatro fundamentos que hay que comprender, para poder llegar a disfrutar de verdad.

Profundizar en estos conocimientos no implica de ninguna manera suprimir el placer que la simple toma de una fotografía nos aporta sino que, por el contrario, lo acrecienta. La fotografía es un medio de expresión sencillo y accesible en el que podemos aplicar de manera práctica nuestra creatividad.

Fotografía Tradicional y Digital

La película fotográfica y el sensor de una cámara digital suponen dos medios diferentes de captar imágenes, tanto en su naturaleza como en su producto final. La película proporciona una imagen (positiva o negativa) en un soporte físico. La película de celuloide contiene haluros de plata que posteriormente –mediante procedimientos químicos en el transcurso del revelado- se transforman en imágenes en plata metálica que quedan fijadas, mientras que el material no impresionado es retirado. El sensor electrónico produce una cadena de información digital, es decir, una imagen virtual que está dentro de un fichero informático organizado. La película fotográfica, no obstante, aún mantiene algunas ventajas en términos creativos: las largas exposiciones funcionan mejor con la película negativa, mientras que en las cámaras digitales existe el problema de que en altas luces (si bien ello queda compensado por el mayor detalle que pueden proporcionar en las sombras) el resultado no admite comparación con el que se puede obtener con película reversible. A pesar de sus diferencias, el debate entre película e información digital sigue planteándose a través de comparaciones técnicas. Se confrontan millones de píxeles contra valores de definición de película en pares de líneas por milímetro, se comparan valores hipotéticos de ampliaciones máximas y se utiliza el término calidad sin definir exactamente a lo que se quiere referir. Lo que realmente importa son las imágenes que se desea para obtener copias en papel o para utilizarlas en un medio de comunicación visual. La imagen es el objetivo de la creación fotográfica. La calidad técnica de una imagen es, en cierto modo, subjetiva y depende de nuestro propósito final, ya sea estético, publicitario o periodístico. Cuando hablamos de calidad estamos hablando de definición, cantidad de detalle visible, nitidez, grano, ruido digital, colores, respuesta tonal o latitud del soporte. Cada uno de nosotros reacciona de manera diferente a estas cualidades; por ejemplo, para unos el grano es estéticamente bello y, sin embargo, para otros resulta molesto. Asimismo, nuestra percepción visual de la definición también está relacionada con el grano. Imágenes demasiado “limpias” pueden parecernos que tienen menor definición y las texturas demasiado “macizas”. Con relación a la definición, cualquier imagen digital necesita de una cierta cantidad de máscara de desenfoque para preservar la acutancia (“contraste”), la cual influye considerablemente en nuestra percepción de la definición. En realidad, la fotografía, como concepto, es analógica, siendo digital únicamente la forma de captación de luces y su almacenamiento. Nuevamente se convierte en algún momento (impresión o visualización en pantalla) en señales analógicas que nuestro órgano de visión pueda interpretar.

Imparable Crecimiento

La tecnología digital ya ha alcanzado –en fotografía- un grado tal de madurez que hace que cada vez se invierta más en este tipo de equipamiento. Los conjuntos digitales han alcanzado un nivel en el que, por un precio comparable, igualan o sobrepasan –en algunos casos- las prestaciones del sistema de película. Por otra parte, el concepto “calidad” siempre tiene que ser planteado teniendo en cuenta tiempo, costo del equipamiento... en términos de “costo-oportunidad”. La principal ventaja que proporciona la fotografía digital es económica: la posibilidad de mantener un flujo de trabajo mucho más rápido y con resultados casi inmediatos. El factor de precio absoluto inicial del equipo empieza a ser un problema más pequeño mientras que la compensación en términos de velocidad de trabajo es incuestionable. La tecnología digital tiene la ventaja de la inmediatez: ya no se retienen imágenes latentes, sino que pueden ser utilizadas seguidamente a su obtención. La propia cámara digital incluye un microprocesador y un programa con capacidad para realizar una primera edición de la imagen obtenida, si fuera preciso. Tanto la cámara como los flashes electrónicos pueden ya controlarse conjuntamente. En caso de precisarse un proceso más sofisticado de la imagen en un microordenador externo, este procedimiento ofrece posibilidades muy superiores a las que ofrece el laboratorio químico.

Por el momento, aún queda un pequeño inconveniente en contra de la nueva tecnología por solventar: la demora de tiempo. Una cámara digital requiere un pequeño –cada vez más pequeño, solamente segundos- tiempo para realizar los tests de encendido y puesta a punto antes de poder considerarse operativa, por lo que los profesionales de la fotografía de prensa, en especial los de deportes, podrían quedar limitados en este aspecto. También transcurre un pequeño tiempo (pongamos medio segundo) hasta que la toma queda grabada –en forma de fichero informático- en la tarjeta de memoria; mientras la memoria interna de la cámara descarga el fichero en la tarjeta, el equipo se ve imposibilitado de efectuar nuevas tomas.

En el mundo profesional (y cada vez en mayor medida en el de los aficionados) la edición y el tratamiento de imágenes se realizan en formato digital, por lo que la incorporación de imágenes analógicas al proceso pasa por el scanneo de la película revelada, en dispositivos especializados; es un procedimiento que (además del obvio inconveniente que supone el costo del periférico especializado) requiere de gran cantidad –comparativamente- de tiempo. Este proceso de migración a la tecnología digital es similar al que previamente tuvo lugar en los sectores de audio y video y en el de la captación de imágenes dinámicas (se están ya empezando a producir largometrajes de alta definición digitales) y al que en los próximos años tendrá lugar en la digitalización de las señales de radio y televisión.

Es un proceso irreversible, puesto que la propia demanda está cambiando su orientación hacia la tecnología digital y los fabricantes apoyan este cambio, siguiendo los pasos de Kodak (una de las pioneras y la principal compañía fabricante de EE.UU.), que dejará de vender las cámaras fotográficas tradicionales en Estados Unidos, Canadá y Europa occidental, al objeto de intentar sanear sus cuentas y centrarse en el auge de las cámaras digitales. También tiene previsto ralentizar el ritmo de producción (e incluso detenerlo en breve) de las cámaras de tipo tradicional.

En nuestro entorno, desde mayo de 2.004 (punto de inflexión) se vende un mayor número de cámaras nuevas digitales que de tradicionales En estos momentos, en el ámbito mundial, la cámara digital es el “producto informático” que experimenta un mayor incremento de ventas.

¿Cómo Funcionan?

Las Cámaras Digitales, en lugar de película disponen de un sensor que "captura" la imagen proyectada en el plano focal por el objetivo, digitalizándola, comprimiéndola y archivándola en la memoria interna del sistema (que suele ser muy pequeña y se utiliza solamente para descargar en ella fotografías en tránsito hacia la tarjeta de memoria externa, siendo solamente una suerte de buffer intermedio de entrada-salida) o en una tarjeta de memoria removible, donde queda disponible para ser transferida a un sistema informático. Se utilizan actualmente dos tipos de sensores: C.M.O.S. (Semiconductor complementaria de metal-óxido) y C.C.D. (Charged Coupled Device – Dispositivo de carga doble). Estos dos tipos de dispositivos utilizan tecnologías diferentes pero con el mismo resultado final.

La transferencia de datos a memoria puede superar velocidades de 10 Mb/segundo. Tan importante como la capacidad de una tarjeta es la velocidad de transferencia de datos que admita, velocidad de la que dependerá (junto con el tamaño de archivo a transferir) el tiempo que la cámara precise para estar en disposición de efectuar una nueva toma, al liberar su memoria interna. Las memorias flash tienen un futuro halagüeño; utilizan chips de memoria de los usados en un sinfín de pequeños aparatos electrónicos, por lo que su producción es abundante y repercuten rápidamente las ventajas de la economía de escala reduciendo sus precios; además, no precisan fuente de alimentación externa. El soporte de almacenamiento portátil del futuro será, según el gigante japonés NTT, “Info-MICA”; consiste en una lámina de plástico del tamaño de un sello de correos, puede rebasar los 10 GB de capacidad, no regrabable, funciona con un notable ahorro energético y podrá conseguirse con un económico coste de producción. En cuanto a los sistemas de almacenamiento, es preferible (al igual que sucede en el caso de las baterías) utilizar cámaras que posibiliten –a través de varios tipos de ranura- la utilización de tarjetas que no sean exclusivas para la marca de la cámara.

La imagen digitalizada puede ser manipulada por medio de diversos programas gráficos en lo que podemos denominar como "laboratorio electrónico". En lo que se refiere al encuadre, enfoque, medición de la luz, etc., las cámaras digitales funcionan de forma idéntica a las tradicionales que emplean película fotográfica.

Fuji A210, HP Photosmart 945, Minolta Dynax 7, Canon EOS 1DS, Nikon D100.
Fuji A210, HP Photosmart 945, Minolta Dynax 7, Canon EOS 1DS, Nikon D100.

¿Volveremos a ver un Sistema Normalizado?

Existen diferencias, en relación con las cámaras tradicionales, en cuanto a los resultados que se pueden obtener en profundidad de campo (mejores resultados con objetivos digitales diseñados específicamente). La diferencia más trascendente, no obstante, se origina en el distinto tamaño entre la superficie de su captador de imágenes y el de la superficie de película, en su equivalente analógico en prestaciones. La superficie está directamente relacionada con la distancia focal del objetivo. Esta diferencia hace que todas las medidas y proporciones de las ópticas sean diferentes. Los objetivos de las cámaras digitales trabajan con distancias focales reales inferiores para conseguir los mismos puntos de vista. Por el momento, la denominación que se mantiene en objetivos y accesorios es la equivalente a sistemas analógicos de 35 mm. Gracias a estas medidas de referencia común, todas las ópticas destinadas -por diseño y construcción- a este formato, pueden clasificarse y compararse con cierta claridad.

Los fabricantes de máquinas fotográficas han pretendido que los usuarios puedan tener un período lo menos traumático posible entre ambas tecnologías, pudiendo aprovecharse gran parte del material óptico. Esta, no obstante, no es técnicamente una solución, puesto que los objetivos convencionales ocasionan problemas importantes montados en cuerpos digitales en determinadas condiciones, especialmente con diafragmas por encima de un f8, perdiendo profundidad de campo de manera significativa, frente a los diseñados específicamente para el ámbito digital. Se comercializan objetivos “de transición”, diseñados para ofrecer la máxima resolución en cámaras digitales a la vez que son compatibles con las analógicas. Para conseguir unos altos niveles de calidad lo adecuado es llevar a cabo un rediseño de cuerpos de cámara y la utilización de ópticas telecéntricas de calidad para un uso específicamente digital.

En caso de prosperar la adaptación generalizada de fabricantes al standard Cuatro Tercios (“Four Thirds”) podríamos estar asistiendo al desarrollo de unas reglas de diseño que marquen el mundo de la fotografía en el siglo XXI, lo que implicaría poder olvidarnos de factores de multiplicación de cada cámara, de tamaños de sensor... Es decir, que podamos utilizar otra vez un lenguaje común donde un objetivo de 50 mm se comporte igual en un cuerpo que en otro, no que en unos equivalga a un 65mm, en otros a un 75mm, etc.

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2004/09/10-17