Mikel BUESA BLANCO, Catedrático de Economía Aplicada (Universidad Complutense de Madrid)
U
n sistema regional de innovación se concibe como un conjunto de agentes e instituciones que participan en los procesos de asignación de recursos que se destinan a las actividades de creación, adopción y difusión de los conocimientos, principalmente de naturaleza tecnológica, que se emplean en la producción de bienes y servicios. Entre esos agentes e instituciones merecen destacarse, en primer lugar, las Universidades y Organismos Públicos de Investigación (OPI) que se ocupan tanto en el desarrollo de la ciencia como, sobre todo las primeras, en la transmisión del saber científico a través de la enseñanza; en segundo término, las empresas innovadoras que realizan un esfuerzo deliberado de obtención de conocimientos y de resolución de problemas concretos para lograr introducir nuevos productos o nuevos métodos de producción en los mercados, o bien para mejorar los ya conocidos; en tercer lugar, las Administraciones Públicas que, por medio de la política científica y tecnológica, ordenan y canalizan recursos públicos a las actividades innovadoras, en especial, la I+D; y finalmente, un variado elenco de organizaciones, como los centros y parques tecnológicos o las entidades de intermediación cuyo principal cometido es el de asegurar la interrelación entre los elementos del sistema.
Al comenzar la década de 1980, el País Vasco carecía de un sistema de este tipo, como, por lo demás, ocurría en las demás regiones españolas. Sin embargo, bajo el impulso general que, en ese decenio y el siguiente, experimentaron las empresas innovadoras y las instituciones de I+D españolas, por una parte, y con el desarrollo de una política deliberada del Gobierno Vasco, amparada en el ejercicio de las competencias autonómicas, por otra, en el momento actual el panorama ha cambiado de forma sustancial. Puede afirmarse, por ello, que Euskadi cuenta con un sistema de innovación medianamente desarrollado que, aún presentando algunas deficiencias, es capaz de soportar sobre bases internas una parte no desdeñable de los nuevos conocimientos productivos, contribuyendo así al desarrollo económico regional. Los indicadores generales lo muestran con claridad: el gasto en I+D supera el 1,5 por 100 del PIB y el gasto en innovación sobrepasa el 2,3 por 100 de esa magnitud; el stock de recursos humanos en ciencia y tecnología equivale al 28 por 100 de la población en edad de trabajar; y el stock de capital científico y tecnológico se estima en algo más de 1.200 € por habitante.
Las cifras precedentes —y otros indicadores de detalle que ahora no se abordarán1— permiten una comparación nacional e internacional que ayuda a una mejor comprensión de la situación del sistema vasco de innovación. En el plano español, no hay duda de que el País Vasco es una de las Comunidades Autónomas más destacadas, quedando claramente por encima del promedio nacional. Así lo muestra, por ejemplo, el «índice IAIF de la innovación regional» cuyo valor, que sintetiza un total de 31 variables, es similar al de Navarra y sólo aparece por debajo del de Cataluña y Madrid2. En el plano europeo, sin embargo, el alcance de las magnitudes vascas es más limitado. De este modo, por citar tan sólo el más reciente ejercicio de comparación interregional3, se comprueba que el «índice sintético de innovación regional» correspondiente al País Vasco adopta un valor igual a 38, dentro de una escala en la que el valor cero corresponde a la región europea más retrasada y el cien a la más adelantada. Y, de esta manera, en la jerarquía de las 173 regiones europeas que se estudian en ese índice, Euskadi aparece en el lugar 78º. Expresado todo esto de una forma más simple, mediante la utilización del indicador más general de que disponemos, se puede señalar que el porcentaje del PIB que se destina a financiar la investigación científica y técnica (I+D) es, en el País Vasco, un 50 por 100 más elevado que la media española, pero resulta un 25 por 100 más reducido que el promedio europeo.
¿Qué significado se puede dar, en general, a estos indicadores? Creo que la respuesta más sensata a esta pregunta sería la siguiente: por una parte, teniendo en cuenta que el desarrollo de un sistema de innovación requiere de la realización de un esfuerzo continuado durante bastante tiempo, se puede estar razonablemente satisfechos de los resultado alcanzados durante las dos últimas décadas; pero por otra, considerando que nos desenvolvemos en un marco económico abierto a la competencia internacional, hemos de asumir que los objetivos a alcanzar están mucho más lejos y que, por tanto, será necesario perseverar en aquel esfuerzo, acrecentándolo en el futuro inmediato. Ello no es sólo responsabilidad de los gobiernos —como si bastara un aumento de sus presupuestos para I+D—, sino que requiere el concurso del conjunto de los agentes que participan en el sistema. Y se necesita también organizar este último de manera que sus distintas piezas interaccionen entre ellas en orden al logro de unos mayores y más eficientes resultados innovadores. Por tal motivo, es preciso atender a las principales debilidades del sistema; debilidades que, en el caso del País Vasco, se concretan, en el momento actual, en los tres elementos siguientes:
. El subsistema científico. El País Vasco cuenta con unas Universidades en general mediocres tanto en el plano docente como en el investigador, aunque se anote alguna excepción. Sus recursos, en lo que a la I+D concierne, son insuficientes, se encuentran sujetos a una fuerte inestabilidad temporal y se asignan en exceso al cultivo de las ciencias sociales, en detrimento de las exactas y naturales. Y a ello se añade una notoria carencia de Organismos Públicos de Investigación, fruto tanto de una situación histórica derivada de que el Estado nunca propició su localización en el País Vasco, como de una deliberada política de marginación de este tipo de instituciones por parte del Gobierno Vasco. En definitiva, se ha desatendido a la investigación científica no orientada hacia la resolución de los problemas productivos inmediatos y ello puede suponer una limitación, por falta de conocimientos básicos, para adentrarse en los campos más innovadores y más prometedores de cara al futuro.
. Las empresas innovadoras. Aunque el País Vasco cuenta con un núcleo relevante de empresas innovadoras, su número es aún insuficiente. En particular, las carencias principales se registran en los sectores manufactureros de elevado nivel tecnológico y en las actividades de servicios, sobre todo en las intensivas en conocimiento. Facilitar el crecimiento de las empresas en estos sectores es una necesidad que habrá que especificar con detalle considerando las ventajas y recursos disponibles en la región. Además, en general se aprecia una orientación excesiva de esas empresas hacia las innovaciones imitativas o incrementales. Por ello, parece necesario estimular sus actividades hacia la creación de conocimientos más originales, lo que se podría concretar en objetivos de obtención de tecnologías patentables en el marco europeo.
. La política científico–tecnológica del Gobierno Vasco. Aunque el esfuerzo financiero del gobierno regional en esta materia es plausible, y también su organización y planificación —en particular, con respecto al desarrollo tecnológico—, deben mejorarse algunos aspectos en orden a suplir los fallos de mercado que afectan a la asignación de los recursos empresariales a la innovación. El País Vasco no necesita más fondos públicos para financiar la I+D que los que actualmente se utilizan, sino que más bien se requiere una distribución de éstos más equilibrada entre la promoción de la investigación cooperativa y el desarrollo de proyectos individuales por parte de las empresas. Además, deben revisarse los procedimientos de evaluación para que las empresas más pequeñas y menos intensas en innovación, y las nuevas iniciativas empresariales con contenido innovador, encuentren mejores oportunidades para la obtención de recursos públicos.
1El lector interesado puede acudir a Mikel Navarro y Mikel Buesa (2003): Sistema de Innovación y Competitividad en el País Vasco, Eusko Ikaskuntza, San Sebastián.
2Vid. Mikel Buesa et al (2003): “Metodología y resultados del índice IAIF de la Innovación regional”, Revista Madri+d, Monografía nº 6, Mayo.
3Vid. European Commission (2003): 2003 European Innovation Scoreboard: Technical Paper nº 3. Regional innovation performances, Bruselas [www.cordis.lu/trendchart].
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