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Juan Miguel GUTIÉRREZ

Ha cerrado sus puertas la 52ª edición del Festival de Cine de Donostia con una vitalidad, sobre todo en lo que se refiere a la respuesta del público, que es la envidia de todo el resto de Festivales de Cine de categoría superior.

Cannes, Berlín o Venecia pueden ser la primera opción por parte de la industria del cine pero no hay ninguno de ellos que supere a Donostia en lo que se refiere al entusiasmo de la gente que abarrota las salas, que permanece fiel en sus asientos dialogando con los autores y que trasmite su simpatía y cinefilia a todos los cineastas que nos visitan, sean de la sección oficial o de cualquiera de las secciones marginales, que no marginadas.

Veredrake.
Veredrake.

Una vez cerrada la persiana hasta el nuevo año es la hora de hacer balances. De la inmensa oferta de este año cabría destacar la atención, exquisita atención, por parte de los organizadores hacia el documental. Era éste, un género tradicionalmente marginado en los certámenes de cine. Imperaba la ficción y si se aceptaba un documental era por extraños cúmulos de circunstancias. Aun así era proyectado en secciones secundarias y su impacto era nulo o confinado a la categoría de lo exótico.

Hoy en día la situación está cambiando de manera decidida e imparable: Los documentales, sobre todo los enmarcados en la categoría de “creación”, interesan al público, transmiten contenidos de interés claro y su forma revela características de frescura y rigor de un vanguardismo o clasicismo, según los casos, evidente. Esta evolución ha circulado pareja con el interés por el documental en la programación comercial de explotación en salas de cine. Ejemplos como “Fahrenheit 9/11” de Michael Moore o “Ser y tener” de Nicolas Philibert, por no citar más que dos casos recientes, demuestran que el documental no se confina ya en la pequeña pantalla sino que es rentable en su explotación convencional.

Turtles can fly.
Turtles can fly.

Adentrémonos en las películas que más han destacado este año, desde mi opinión de espectador que ha visto una buena parte de ellas –verlas todas es materialmente imposible-. Este año ha sido el de “La pesadilla de Darwin” documental coproducido por Austria-Francia-Bélgica y realizado por Hubert Sauper, según mi opinión la mejor película del certamen (aunque no fuera en una sección competitiva) de calidad similar al film que se ha alzado con todo merecimiento con la Concha de oro del certamen. “Darwin’s Nightmare” es un film que habla de la globalización centrándose en el proceso de comercialización del pescado “Perca del Nilo” que se faena en las aguas del lago Victoria en Tanzania y que se comercializa en nuestros mercados europeos. Los mecanismos de explotación del tercer mundo por parte del primero son salvajes. Expoliamos sus riquezas dejando a nuestro paso un reguero de pobreza, enfermedad y muerte. A cambio del pescado Europa les vende armas que perpetúan la inestabilidad y la muerte en la zona, asegurando de esta terrible manera, la continuidad del comercio.

El documental es lúcido en su análisis socio-político, verdaderamente de izquierdas – no a la manera del histriónico Michael Moore - desmonta los mecanismos del capitalismo salvaje y de la globalización y es sombrío mostrando un mundo de desesperanza, explotación y muerte cuyas imágenes me han perseguido durante todo el festival y sospecho me perseguirán mucho más tiempo.

Looking for Fidel.
Looking for Fidel.

La película ganadora del Festival es otro de los grandes logros del mismo. Por primera vez en muchos años de dedicación este cronista debe decir que coincide con el jurado en el veredicto. “Turtles Can Fly” del kurdo iraní Bahman Gobadhi es un espléndido retrato lleno de dolor y humor de un campo de refugiados kurdos en la frontera entre Irán e Irak en vísperas de la declaración de guerra de los USA contra el dictador Sadam Husein. El film se centra en los niños que viven en el campo y sobreviven rescatado minas antipersona que desactivan y venden en los mercadillos de armas de la zona. Destacan de un inolvidable conjunto infantil los personajes del cabecilla con sus pequeños lugartenientes enfrentados a una familia de niños recién llegados del pueblo vecino. El film trasmite verdad, dolor y humor triste a partes iguales. A pesar de ser un planteamiento de ficción las bases documentales del film son evidentes. Los niños actúan como son ellos mismos, perseguidos por una cámara invisible, dejando la sensación de que no actúan sino que dejan que salga a la superficie lo que son y viven. El jurado no tuvo mayores problemas en adjudicarle el premio ya que, fuera del documental anteriormente citado que no competía, fue lo mejor de la semana.

Los documentales llenaron las pantallas: Oliver Stone en “Looking for Fidel” volvió a entrevistar a un Fidel Castro que ha hecho de la comunicación y la puesta en escena un arte difícilmente igualable. El gran documentalista Patricio Guzmán volvió a recoger la temática tan querida para él centrándose en Salvador Allende para hacer un retrato emocionado y lúcido de lo que fue el itinerario personal y político del presidente chileno.

Whisky.
Whisky.

Un documental atípico, verdadero film de “terror” fue el documento: “Pinochet y sus tres generales” del albaceteño establecido en Francia: José Luis Berzosa, quien realizó unas entrevistas al dictador Augusto Pinochet y al resto de miembros de la Junta militar chilena. Muestra a unos personajes que esconden su más terrible fascismo a través de una cara amable, simpática y cariñosa. Se nos muestra a padres y abuelos cariñosos, llenos de ternura hacia hijos y nietos, tienen aficiones cultas y refinadas. Ocultan la cara terrible de la monstruosidad a través de un exterior de cotidianeidad amistosa. Pone los pelos de punta a cualquier espectador sensible.

La cosecha de documentales se completó en la sección Incorrect@s con la recuperación del documental “Roger and Me” (1989) que lanzó a Michael Moore a la fama antes de su oscarizada “Bowling for Columbine”. El film relata, con la ironía y humor que caracterizan al realizador, sus intentos por entrevistarse con el presidente de la General Motors: Roger Smith, cuando esta empresa había decidido cerrar la factoría de G.M. en Flint, ciudad natal de Moore, dejando en el paro a más de 30.000 trabajadores.

“Nietos” de Benjamín Ávila, sobre los desaparecidos de la dictadura argentina y la labor de las “Abuelas de Mayo”. “Rejas en la memoria” de Manuel Palacios sobre los campos de concentración franquistas. “Perseguidos” de Eterio Ortega sobre dos concejales socialistas obligados a vivir con escolta en el País Vasco, son algunos de los 14 títulos documentales que jalonaron la programación.

Diarios de motocicleta.
Diarios de motocicleta.

“Diarios de motocicleta” de Walter Salles; “Whisky”, descubrimiento de unos autores uruguayos - Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll – poseedores de un humor y estilo visual muy personal e insólito; “Vera Drake” del cineasta, próximo también a la opción documental, Mike Leigh y sobre todo el valiente alegato en contre de la ablación de las niñas africanas realizado por el veterano Sembene Ousmane: “Moolaadé”. Más allá de su labor de denuncia clara y eficaz el cineasta senegalés muestra las pautas para hacer un cine con temática y estética propiamente africana que no sea una copia de modelos cinematográficos importados de fuera.

Buen año también para el cine vasco. A la decepción del año pasado sucede la satisfacción de encontrarnos con dos obras estimables: Pablo Malo con “Frío sol de invierno” nos transmite un universo sórdido perfectamente retratado en el que los personajes se revuelven en un intento de escapar a sus recuerdos y a un pasado que les bloquea la vida. Película desesperanzada y negra, muy bien dirigida y ambientada.

En el campo del documental vasco, “Tabula Rasa” de este cronista: Juan Miguel Gutiérrez, hace una reflexión sobre el paso del tiempo y las marcas que éste va depositando en la piel. Por razones éticas me abstengo de juzgarlo aunque pude constatar la excelente acogida que tuvo en las salas donde se proyectó.

Nietos.
Nietos.

Buen año el de la 52ª edición. La falta de presupuesto que aconsejó reducir un día su duración (lo mismo que sucedió en Cannes y Berlín) no ha influido ni en la calidad de las cintas, ni en la variedad de la oferta y sobre todo, lo que es más importante, en la acogida del público, dueño y señor de nuestro Festival.

GAIAK
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2004/10/08-15