Paulina OSORIO PARRAGUEZ, Antropóloga Social. Doctora en Sociología
La historia de la jubilación ha ido cambiando. Las tendencias actuales en cuanto a la participación de los mayores en la fuerza de trabajo también cambiarán. Sobre todo porque la jubilación y el retiro o salida definitiva del mercado laboral ya no coinciden, principalmente en las personas trabajadoras mayores de 50 años, como claramente es el caso de las prejubilaciones llevadas a cabo durante la reconversión industrial y en el sector servicios en la actualidad en Europa y País Vasco. Esto trae consigo un cambio importante en la jubilación como institución social, pues después de su consolidación -años cincuenta y finales de los sesenta-, ya a partir de finales de los años setenta la tendencia a las jubilaciones tempranas y la salida del mercado de trabajo antes de los 65 años se incrementa significativamente, y comienza a ser la pauta que caracteriza a la jubilación en los últimos veinte años.
En estos procesos de cambio podemos identificar tres periodos:
· El primero (1951-70) se caracteriza por un desarrollo estable y creciente de la jubilación como institución social y económica. En este periodo la jubilación es un fenómeno principalmente masculino y subordinado a las características y longitud del empleo. En general, los roles tanto laborales como familiares se encontraban claramente definidos e institucionalizados a lo largo de la vida de las personas, donde la edad y los roles asociados a ella se enmarcaban dentro de categorías sociales formales y propias de cada etapa del ciclo vital. Desde finales de los años cincuenta hasta los años setenta, el ciclo vital y en él la jubilación, eran vistos como un proceso que se vivía a una determinada edad. El curso vital estaba claramente fragmentado en pre-trabajo, trabajo y post-trabajo. Vale decir, que la actividad laboral era un eje constitutivo del ciclo vital, y que los demás sucesos de la vida giraban en torno a él como un importante referente de significación. Posteriormente, se experimenta una redefinición del periodo post-trabajo y de la jubilación como un proceso separado de la vejez (Phillipson 2002).
· El segundo periodo (1971-80) se caracteriza por altos niveles de desempleo y con cambios profundos en la dinámica laboral, que adquiere formas cada vez más flexibles en cuanto a la entrada y la salida del mercado de trabajo. Para el País Vasco es un periodo de transformación, de crisis económica general y a nivel productivo. Ello se traduce también en cambios profundos en el significado y experiencia del ciclo vital. Esta reconstrucción conlleva la resignificación o redelimitación de las fronteras entre trabajo y tercera edad como transiciones en la trayectoria vital, pues esta frontera es cada vez más flexible y ambigua. Incluso el concepto tradicional y formal de jubilación a una edad específica también comienza a ser cuestionado y confrontado con la realidad. Estos cambios en el trabajo y jubilación generan lo que Guillemard (1991) llama una desestandarización del ciclo vital. La ambigüedad en la frontera entre trabajo y jubilación, genera en los trabajadores mayores incertidumbre y un sentimiento de inseguridad laboral. Una vez pasada la crisis de los años setenta y ochenta, los años posteriores se presentan como un periodo de reconstrucción respecto a la transición del trabajo a la jubilación. Esta etapa de la vida se ve acompañada por una serie de cambios que generan incertidumbre y, muchas veces, inestabilidad, y transiciones respecto a la salud, los ingresos, el trabajo, la vida familiar. Estos cambios tienen repercusiones no sólo a nivel individual, sino también a nivel familiar, social e institucional. La jubilación adquiere un carácter de inseguridad a la vez que ocupa un lugar cada vez más extenso en el ciclo vital. La jubilación llega antes y dura más. Así, la propia visión de las personas hacia su trayectoria vital se ve influenciada por los cambios en los años dentro y fuera del trabajo. A partir de los años ochenta se comienza a dar con mucha fuerza dentro del mercado laboral una verdadera cultura de salida temprana que aparece en un primer momento como respuesta a la crisis económica y el declive de la industria pesada. Este fenómeno de salidas tempranas del mercado de trabajo ha permanecido y se ha ido transformando en el último tiempo.
· En el tercer periodo señalado (1981-90), comienzan a manifestarse importantes cambios estructurales en el mercado laboral, de gestión de recursos humanos, de comportamiento y actitudes en los lugares de trabajo. Por lo tanto, la relación de los trabajadores mayores con sus lugares de trabajo va adquiriendo otras formas y generando nuevos estilos de vida asociados a la jubilación temprana y prejubilación.
La pregunta que cabe hacerse aquí es acerca de la posibilidad de parar o revertir esta tendencia en la jubilación. Para responder a ello se deben examinar una serie de aspectos históricos, sociológicos y económicos vinculados a la jubilación. La jubilación es una parte importante y valorada dentro del ciclo vital. Ya no es un privilegio sólo para algunos, sino que es una realidad extendida a gran parte de los grupos sociales.
La fuertes oleadas de salida y jubilación temprana a finales de los setenta y comienzo de los ochenta aceleraron este proceso con la masiva salida anticipada de los trabajadores mayores, principalmente obreros, desde el mercado de trabajo, lo cual ha tenido tanto implicaciones económicas como sociales.
Desde un punto de vista sociológico, la aceptación de la jubilación temprana puede ser vista como un elemento que motivó y aceleró los retiros. En el primer periodo antes señalado –1951-1960-, la jubilación era vista como un apéndice del trabajo. El declive industrial y la incorporación de formas más flexibles de empleo, durante el segundo periodo, conocido también como capitalismo desorganizado conlleva una transformación de la naturaleza de la jubilación. En el último periodo, la jubilación temprana vuelve a emerger como un proceso fuertemente enraizado en numerosos trabajadores mayores atravesando toda la escala socioeconómica.
Por último, desde el punto de vista de la economía, podría haber presiones para revertir el proceso, sobre todo porque el envejecimiento de la población generaría escasez de mano de obra a no ser que la tendencia hacia las jubilaciones cada vez más tempranas sea invertida. Paradójicamente, la jubilación puede llegar a ser un periodo cada vez más deseado por los trabajadores y trabajadoras, y la jubilación temprana valorada en cuanto permite a las personas mayores disfrutar de un periodo de autonomía más largo, sin la necesidad de los cuidados de familiares o amigos.
La aparente transición estable del trabajo a la jubilación de hace varios años atrás ya no es tal. Las políticas de trabajo flexible para la promoción del empleo apuntan también hacia el grupo de los trabajadores mayores. Surgiendo de esta forma una serie de trabajos-puente hacia la jubilación definitiva. Ejemplos de ellos son, en Europa y EE.UU, principalmente el trabajo a tiempo parcial, el trabajo temporal y como autónomo.
Un estudio longitudinal en el País Vasco, con trabajadoras y trabajadores mayores, permitiría hacer un seguimiento de los cambios experimentados en su estado ocupacional después del retiro temprano. En el caso de las mujeres resulta interesante el hecho de que el cambio de un trabajo a tiempo completo a uno a tiempo parcial ocurre mucho más tempranamente que en los hombres, lo cual refleja la participación y la responsabilidad cada vez más creciente de las mujeres a partir de los 50 años en cuidados a familiares o enfermos.
Paradoja en la jubilación actual: el retiro es un hecho cada vez más absoluto en la vida de hombres y mujeres, y es un acontecimiento que se experimenta más pronto que tarde en el curso vital. Pero a la vez, el cronometraje del retiro y las vías tomadas para ellos son muy variables, y en muchos casos imprevisibles. La idea de integración y su significado ya no es el mismo, sobre todo en el empleo y la familia. El empleo es una experiencia cada vez más inestable, y las experiencias familiares también manifiestan cambios significativos. Los antiguos modelos de empleo desaparecen y son reemplazados por modelos de trabajo flexible y contingente.
En el futuro, nuevos tipos de integración social emergerán en la transición trabajo-jubilación de hombres y mujeres: el trabajo adquirirá otra importancia en la vida de las personas, ocupará un lugar cada vez menos central; y la participación social, las relaciones interpersonales, las actividades de voluntariado y de ocio irán adquiriendo cada vez más importancia. De tal forma que esta transición será cada vez más variable, con nuevas formas. La discusión actual sobre la institución de la jubilación, exige un nuevo rol social para las personas en sus 50 y más años, principalmente en temas de educación y aprendizaje. La existencia de responsabilidades sobre todo en el ámbito de los cuidados está asumido por este grupo de edad. A la vez que hay una serie de potenciales actividades que ellos desean realizar, tanto en el ámbito familiar, comunitario como de voluntariado, su potencial en cuanto al aporte que pueden hacer a la comunidad es enorme, sumado a sus deseos de hacerlo. Su interés por desarrollar un trabajo remunerado es más bajo. Sin embargo, dentro del modelo actual de economía del trabajo, el trabajo familiar, el voluntariado, el trabajo doméstico, se encuentran muchas veces encerrados dentro del modelo de economía de mercado y asfixiados por el trabajo remunerado. Entonces, la vida y la transición del trabajo a la jubilación se encuentra influenciada, en general, por una serie de cambios tanto sociales como económicos.
Dentro de la política hay tres cambios clave que se debería considerar respecto a este grupo de edad: la educación (capacitación), trabajo y preparación para la jubilación. Por lo tanto, en base a esta transición es posible redefinir el alcance de esta nueva etapa en el ciclo vital, construyendo nuevas instituciones y relaciones sociales entre el trabajo y la jubilación, asumiendo estas nuevas transiciones hacia la jubilación como una característica de la actual y futura sociedad vasca.
Referencias bibliográficas
Guillemard, A.M. (1991). Envejecimiento, edad y empleo en Europa. Situación actual y Perspectivas. Madrid: Instituto de Estudios de Prospectiva.
Osorio, P. (2003). Nuevos procesos de jubilación en las sociedades industriales contemporáneas: en caso vasco. Vitoria-Gasteiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.
Phillipson, C. (2002). Transitions from work to retirement. Developing a new social contract. Great Britain: Keele University.
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