“Para mi… el enigma mayor y también la fuerza mayor que puede tener la historia vasca está en la relación del vasco con el mar.”
Julio Caro Baroja (1872-1956).
En esta colaboración se presentan los apellidos de varios vasco-navarros en Buenos Aires dedicados a las actividades marítimas, desde los últimos tiempos coloniales hasta la mitad del siglo decimonono. Ellos formaron lazos de unión para desarrollar los importantes movimientos comerciales en relación con el mar.
Catalejo. Buenos Aires. C: Siglo XIX. |
Un tema que se destaca por aquellos lejanos tiempos es la comprobación de que dichos pobladores fueron propietarios de grandes barracas, tiendas y comercios; mantuvieron estrechos vínculos comerciales con el litoral rioplatense y el Paraguay (asimismo –vía terrestre- con el noroeste del Virreinato del Río de la Plata y otras rutas) y poseían los medios para realizar las conexiones tanto internas en el territorio en donde habían establecido su residencia, como con el exterior. En esta reseña se menciona a los grandes comerciantes con sus nombres; tipo de barco y tonelajes, a la vez que sus envíos hacia Cádiz y, en general, hacia Europa, si bien la exportación no estaba limitada al viejo mundo. Ellos habían llegado desde las provincias vascas con una amplia experiencia que los vinculaba a la navegación.
Rosa de los vientos. |
Formación de parentesco de algunas familias y su inserción en el comercio a través de los navíos
Algunos de los más grandes comerciantes en Buenos Aires, del período tratado, fueron los navarros Francisco Ignacio de Ugarte (nacido en Goizueta), Agustín Casimiro de Aguirre (bautizado en Donamaría en 1744) y el vizcaíno Cristóbal de Aguirre. Del primero, maestre de navío, se sabe que estuvo emparentado con Martín de Monasterio (natural de Goizueta), por el casamiento de su hija María Josefa Ugarte, la que al enviudar casó con Lorenzo Antonio de Uriarte, de Galdácano. Francisco Ignacio de Ugarte estuvo vinculado a la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, tal como ha quedado expuesto en investigaciones del siglo XVIII. La magnitud de los negocios de este grupo familiar con Cádiz (Ugarte tenía como principal consignatarios europeos de cuero a Tomás de Micheo y a Jordán Hermanos) y con otros puntos de Europa llegó a extenderse con las Filipinas en el lejano Oriente.
Francisco de Ugarte casó primero con Vicenta Ramona de Uriarte, de Vizcaya, hija por parte materna de Ana María de Azcuénaga y emparentada directamente con Vicente de este apellido, de Forua, Vizcaya. Este fue el suegro de Gaspar de Santa Coloma, de Alava; de Domingo de Urien y de Agustín de Erezcano, ambos de Bilbao; y del que fue el Virrey del Río de la Plata Olaguer Feliú y Heredia. Vicente de Azcuénaga, por su lado, estaba casado con la hija de Domingo de Basavilbaso (de Orozco), de nombre Rosa, todos ellos radicados en Buenos Aires.
Lorenzo Antonio de Uriarte tuvo una sociedad comercial con F. de Ugarte, citado, el padre de su mujer María Josefa. Del primer matrimonio de ésta con Martín de Monasterio (de Guernica) hubo varios hijos: una de ellas, Agustina, casó con Manuel José Haedo, descendiente, por un lado, del vasco del Consejo de Zalla, Manuel Ventura Haedo y de María Rosa de Alvarado y Beláustegui. Manuel Ventura Haedo, Junto con Blas A. de Achával, llegaron a mandar mercaderías a Europa con un predestino en Gilbraltar. Propiedad de Manuel Ventura Haedo fue la balandra (embarcación pequeña con cubierta y un solo palo) de nombre “Begoña”. Este llegó a tener sociedades comerciales con distintas personas en Europa: con Gómez de la Torre Pérez Mazarredo y Compañía de Londres y con Domingo Aramburu de Cádiz, por envíos específicos de mercaderías como fue el importante rubro de las pipas de vino. En Montevideo, a través del tráfico marítimo, sus redes lo vincularon a Zacarías Pereyra.
Mapa antiguo. Paraguay, Siglo XVIII. |
Esta complicada trama de parentesco familiar y social es fundamental para entender luego cómo estos hijos, yernos y cuñados se insertaron en la comercialización de productos que llegaban, especialmente por agua, desde el Paraguay y del litoral argentino, como también para indicar de qué manera, a través de los años, fueron propietarios de barcos. No cabe duda que esta situación terminaba de enlazar el comercio nacional (en este caso desde el litoral argentino) con el internacional europeo hasta aquí relatado.
Galeón. Siglo XVIII. Tránsito España-América. |
Como embarcadores de cueros de Buenos Aires y Montevideo en el período 1779-1784, sobresalieron el navarro Agustín Casimiro de Aguirre y su primo Juan Pedro de igual apellido con un total de 266.972 cueros (Buenos Aires: 36.277-Montevideo: 230.695). Juan Pedro Aguirre actuaba con el asiento de su pariente en este puerto de la Banda Oriental. Francisco Ignacio de Ugarte participaba también, con una remesa desde ambos puertos de 60.023 piezas (Buenos Aires: 49.123- Montevideo: 10.900); Domingo de Basavilbaso con un total general solo desde Buenos Aires de 28.916; Domingo Esteban Lynch: idem con 24.428(32); Tomás de Balenzátegui: idem 20.290; Juan Antonio de Lezica, con 20.171 (Buenos Aires: 12.171-Montevideo: 8.000); Casimiro Francisco de Necochea con un total sólo desde Buenos Aires de 4.150) y Martín de Alzaga: con un idem de 3.800 cueros. Estos vascos-navarros-cantábricos, acrecentaron su poder debido a los fuertes contactos de parentesco y sociales con consignatarios europeos de los principales embarcadores del artículo indicado en Cádiz, a saber: Agustín Casimiro y Juan Pedro Aguirre con la Casa de Ustariz, y con Sanginés y Cía., Isidro José Balbastro, con Blas A. Benito Giménez de similar punto ultramarino; Domingo Basavilbaso con Pedro de Urraco; Tomás de Balenzátegui con Francisco Borja de Lizaur; Juan Antonio de Lezica y Miguel de Azcuénaga con Francisco de Vea Murguía. Desde Buenos Aires estos hombres se dedicaron a exportar metálico -producto de sus negocios- entre los años 1779-1783. Así, por ejemplo, Manuel José de Micheo, como capitán de buque, pariente de los Aguirre, con la enorme suma de $1.722.507; Agustín Casimiro de Aguirre: $ 1.648.273; José Merino (posiblemente un pariente de Gerónimo Merino, el casado en 1796 con Agustina Monasterio, que luego de la muerte de ésta partió a Europa): $171.454; Tomás de Balenzátegui: $144.531; Isidro José Balbastro: $ 33.000; Juan Antonio de Lezica: $30.000; Manuel de Aguirre: $20.000; Martín de Alzaga: $ 19.720; Francisco Ignacio de Ugarte: $19.000; Francisco Segurola: $15.236; Francisco Antonio de Beláustegui: $6.980; Cristóbal de Aguirre: $6.000; el alavés Gaspar de Santa Coloma: $5.323; solamente un pequeño listado de todos los llamados con el nombre genérico de “vizcaínos” que por entonces extrajeron metálico hacia España. El total de los hasta aquí mencionados (que comprende a parte de los exportadores) totalizaba la nada despreciable suma de $ 2.161.809. Cabe destacar que en dicho entorno de vecinos existieron lazos religiosos y sociales, además de los de parentesco –rigurosos- que les permitió delegar en otras personas, solidarios en todos los aspectos, parte de sus vidas y lo delicado de los asuntos patrimoniales.
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