K. Josu BIJUESCA, Universidad de Deusto
Este trabajo trata de explorar el tipo de relación de la literatura española de los siglos XVI y XVII que incluye textos poéticos en euskara, con la literatura vasca de la misma época. La relación se me hizo visible a través del tercer nocturno de los Villancicos de la Asunción del año 1685, compuestos por sor Juana Inés de la Cruz para los maitines de la fiesta mariana y que se cantaron en la catedral de la Ciudad de México en su día. El objetivo específico de esta nueva aproximación al texto sorjuanino y a otros similares consiste en estudiar el tipo relación que se establece entre las partes romances y las vascuences de estas obras, y ofrecer una reflexión sobre las consecuencias que se derivan de esta mezcla, que puede llegar hasta la hibridación.
Tanto los villancicos de sor Juana Inés de la Cruz como un par de obras teatrales de los Siglos de Oro incorporan a las voces de los personajes vizcaínos fragmentos de poemas en euskara que presentan rasgos inconfundibles de la que Ibon Sarasola llama “«poesía galante vizcaína de los siglos XVI y XVII», poesía que tanto por el tema como por la métrica y el carácter manierista de la composición, aparte del tipo de lengua en el que está escrita, forma una unidad con características propias dentro de la escasa literatura (en el sentido estricto del término) vasca antigua” (Sarasola 1990: 222). En las pocas obras españolas que recogen poemas vascos de este tipo2, estos poemas aparecen recontextualizados e inscritos en los discursos de personajes vizcaínos que son caracterizados precisamente por dichos discursos. El estereotipo del vizcaíno, que en la literatura española es representado expresándose mayormente en una jerigonza basada en el romance, aparece desde comienzos del siglo XVI.
Sin embargo, esta caracterización, lejos de limitarse a lo lingüístico, sirve también como auténtica muestra del carácter ético de los personajes que hablan así. A su modo de hablar les corresponde el ser cortos, ingenuos, amigos de viandas y vinos, belicosos, coléricos y otras lindezas de este tipo. Para una adecuada comprensión de este fenómeno, conviene tener presente que de modo paralelo a la creación literaria se produce en Castilla desde fines del siglo XV un poderoso discurso teórico que apuntala el castellano como única variedad lingüística elegante y por ende digna de producir obras literarias válidas, elegantes, al tiempo que degrada las demás lenguas peninsulares –exceptuando quizá el catalán– a la condición de bárbaras (Bijuesca 1998).
Partitura de un villancico con texto euskérico de 1705. |
La comparación de las obras de poesía galante vizcaína con sus remedos de la literatura española aurisecular dejan a las claras el carácter paródico-transformista y dialógico, en sentido bajtiniano, de éstos últimos. Mientras los poemas en euskara siguen las convenciones de la poesía cortesana, en los fragmentos bilingües de la literatura española resalta la disonancia, cuando no la contradicción, entre, por una parte, la intención amorosa galante, y por tanto seria, del texto vasco y por la otra la intención paródica de la voz autorial, que se trasluce por los pasajes en romance.
Por ejemplo, en el villancico de sor Juana Inés de la Cruz, las partes en euskara se refieren a la amada, en este caso la virgen de Aranzazu, según los modos más convencionales comunes a la poesía galante vizcaína (“galanta”, “nere lastaná”, “nere vioza”) y hablan de sentimientos tales como el de pérdida por la ausencia de la amada, –pues así se trata a la virgen el día de su Asunción (“Galdu nai<z>, ay que se và. / Nere vici gucico galdu nai<z>”, versos que constituyen un auténtico estribillo)–, y el deseo consiguiente de reunión (“Guasen galanta contigo, / Guasen nere lastanà”). Siguiendo un recurso habitual en la literatura religiosa de la época que tenía una larga tradición medieval por la que la virgen María aparecía como receptora del fin’amors de la poesía trovadoresca, sor Juana está trasladando a lo divino un texto de la poesía galante vizcaína, texto que por tanto obedece a la cortesía propia de esta literatura.
Sin embargo, las partes en romance expresan, en primer lugar, el proverbial carácter colérico de los vizcaínos y su tendencia irrefrenable a jurar (“Juras a Dios, Virgen pura, / De aquí no te has de apartar; / Que convenga, no convenga, / Has de quedar”). Expresan también el orgullo ridículo por una lengua tan antigua como limitada: “Que aquesta es la misma lengua / cortada de mis abuelos”, en donde “cortada”, según típica dilogía conceptista, alude tanto a lo quebrado y desbaratado de la lengua y de quienes la hablan, que de ningún modo pueden evitar el solecismo, como a la cortedad del logos en su doble vertiente lingüística e intelectual atribuida a los vascos por parte de la literatura castellana aurisecular. Y expresan finalmente las igualmente ridículas pretensiones de hidalguía universal de los vascos de la época: “y si te vàs, vamos todos”, “Que al Cielo toda Vizcaya / Has de entrar”. La imagen del vizcaíno que se crea a partir de las partes romances del texto de sor Juana es diametralmente opuesta a la de la cortesía.
En realidad las partes en romance no tienen mayor necesidad de las vascas para cumplir su función cómico-paródica. Sin embargo, éstas últimas realzan aún más los rasgos del vizcaíno que los autores de estas obras quieren transmitir, y constituyen la prueba última del barbarismo de su habla, cuajada de palabras incomprensibles para quien sólo se expresa en elegante romance. A la vista de la tensión que se aprecia mediante una mirada atenta a las partes expresadas en cada lengua, parece razonable pensar que las vascas, inscritas en un contexto fundamentalmente castellano y que obedece a los intereses de esta lengua, han sido intencionadamente reescritas y manipuladas por autores que actúan como la contraparte “práctica”, divulgativa, de los que teorizan sobre el lugar de las lenguas y de sus hablantes en la sociedad de la monarquía hispánica y cuya ideología comparten y difunden a través de algunos de los géneros más populares y de mayor alcance social del momento: la comedia y los villancicos.
Los poemas vascos, que pueden considerarse como reescritura respetuosa de la poesía cancioneril y cortesana española, son reescritos de tal manera por la literatura española aurisecular que se les niega su pertenencia al género de poesía galante cortesana para reducirlos a pruebas irrefutables de barbarie o, en el mejor de los casos, a notas exóticas de color local. Guglielmi apunta a la necesidad de preguntarse “hasta qué punto todas estas prácticas de interpretación y manipulación, que se relacionan fácilmente con la parodia o el pastiche, pueden haber resultado afectadas por un fenómeno de «violencia» etnocéntrica sobre el texto y de fuerte apropiación cultural” (Gugliemi 2002: 299). Ese parece haber sido el caso de los textos poéticos vascos inscritos en la literatura castellana de los Siglos de Oro.
Obras citadas
Bijuesca, K. Josu, 1998, “El vizcaíno de Sor Juana y la lengua del imperio”. Revista de Humanidades 5: 13-28.
Guglielmi, Maria, 2002, “La traducción literaria”, in Armando Gnisi (ed.), Introducción a la literatura comparada, Crítica, Barcelona, 291-345.
Michelena, Luis, 1990, Textos arcaicos vascos, Anejos del Seminario de Filología Vasca “Julio de Urquijo” XI, Diputación Foral de Guipúzcoa y Universidad del País Vasco, Donostia.
Sarasola, Ibon, 1990, Contribución al estudio y edición de textos antiguos vascos, Anejos del Seminario de Filología Vasca “Julio de Urquijo” XI, Diputación Foral de Guipúzcoa y Universidad del País Vasco, Donostia.
1Este trabajo recoge sólo una parte muy resumida de otro presentado en las I Jornadas de Lingüística Vasco-Románica, organizadas por Eusko Ikaskuntza y celebradas en su sede de Bilbao entre el 27 y el 29 de octubre de 2004. La versión completa del trabajo podrá consultarse en la publicación de las Actas de dichas jornadas.
2De acuerdo a lo que se conoce hasta ahora, se reducen a tres casos, todos ellos recogidos por Michelena en sus Textos arcaicos vascos: 1. el cantar de Perucho, de la Tercera parte de la tragicomedia de Celestina (1536), de Gaspar Gómez; 2. un breve fragmento de la comedia Los ramilletes de Madrid (1615) de Lope de Vega; y 3. los mencionados Villancicos para la Asunción (1685) de sor Juana Inés de la Cruz (Michelena 1990: 102-105 y 123-125).
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