El “Recreo de Malvín” de la Sociedad de Confraternidad Vasca Euskal Erria, la ilusión de una “Euskal Echea uruguaya”Escuchar artículo - Artikulua entzun

IRIGOYEN ARTETXE, AlbertoAlberto IRIGOYEN ARTETXE

“...(en) un grupo de buenos vascos se ha promovido la idea de fundar en este país una asociación sólida y benéfica que haga honor a la raza euskara, agrupando en ella a todos los vascongados y descendientes de los mismos, sin más distintivos que el deseo de hacer el bien”.

Esta breve cita, extraída de la circular ¡Arriba euskaros! que circuló en Montevideo en marzo de 1912, expone claramente las razones que movieron a un grupo de ex -socios del recientemente fundado Centro Euskaro a embarcarse en la aventura de crear una nueva institución vasca.

La primera de las razones a las que aludimos era la negativa de los iniciadores del Centro Euskaro a incorporar en sus filas a los nativos de Iparralde. La segunda y no menos importante, se hallaba en el carácter mismo de la sociedad: los primeros planteaban a la nueva institución como una sociedad recreativa, mientras que los renunciantes aspiraban a constituir una “institución sólida y benéfica” para “hacer el bien”.

Por estos motivos y en respuesta a la convocatoria ya mencionada, los reunidos en los salones del Club Español de Montevideo fundaron, el 30 de marzo de 1912, la Sociedad de Confraternidad Vasca Euskal Erria.

Pero si la incorporación de los vascos de allende el Bidasoa fue un problema de fácil resolución, la aspiración a constituirse en una sociedad benéfica tal como la habían imaginado, resultaría ser un desafío superior a sus posibilidades. Y es que la Euskal Echea de Llavallol, Buenos Aires, que era el espejo donde se reflejaban y la meta de sus más caras aspiraciones, se trataba de una obra demasiado ambiciosa para una institución que apenas comenzaba su andadura.

El primer paso en este sentido fue la designación de una comisión encargada de buscar un predio que por sus condiciones, superficie y ubicación cumpliera con las aspiraciones de los promotores del proyecto.

No obstante las dificultades que hallaron y lo limitado de los recursos económicos con que se contaba para una feliz culminación de la tarea encomendada, su tenacidad se vería recompensada y tras dos años de trabajo presentaban una propuesta que fue puesta a consideración de los asociados. En la Asamblea General Extraordinaria efectuada el 21 de septiembre de 1916, los socios autorizaban la adquisición de los terrenos para, en palabras de Luis San Martín, presidente de la institución, “implantar en él nuestra verdadera casa, donde en día no muy lejano les brindemos asilo piadoso a todos los baskongados que por distintas causas no puedan bastarse a sí mismo y necesiten del apoyo ajeno; allí encontrarán ese asilo todos, si como confío, nuestra institución sigue su marcha triunfal protegida por los nobles sentimientos de todos sus asociados”.

El terreno en cuestión se trataba de una fracción de campo de aproximadamente 10 hectáreas, atravesado por el arroyo Malvín, ubicada sobre el Camino Aldea, a las afueras de Montevideo. En el momento de su compra éste era destinado a cultivos de huerta.

En la misma Asamblea también se autorizaba a la Directiva a adquirir un “Hermoso pabellón de Recreo que actualmente existe en la calle Agraciada esquina Nicaragua frente casi a la Iglesia de la Aguada...” Este pabellón tenía veintidós metros de largo por diez de ancho y su armado fue responsabilidad del constructor Pedro Hita.

Aspecto del “Pabellón de Recreo” el día de su inauguración. Abril de 1917
Aspecto del “Pabellón de Recreo” el día de su inauguración. Abril de 1917.

Por fin, el 29 de abril de 1917, en ocasión de celebrarse el quinto aniversario de la institución, en un marco de alegría y fervor patriótico se procedía a la inauguración del nuevo local.

En el pabellón, profusamente engalanado con flores y banderas uruguayas, francesas y españolas, ocuparon la cabecera de la mesa los invitados de honor: Juan B. Arregui, Cónsul General de España; Miguel Casalongue, Presidente de la Sociedad Francesa y sendos delegados del Centro Euskaro Español, del Diario Español y del Club L’Avenir.

La música estuvo a cargo de los txistularis Labaca, Lizarazu y Bidegain, quienes se lucieron comunicando a las personas “sentimientos distintos; ora haciendo descender religiosamente la chapela al grave sonido del Guernikako Arbola, ora dando gráciles movimientos a las piernas al son de las alegres notas del zortziko”.

La crónica de la fiesta es, una vez más, elocuente testimonio de la grata impresión y sana envidia que la ya mencionada institución bonaerense despertaba en la colectividad vasca de Uruguay: “...Desde luego cabe observar en estas líneas (...) que nuestro terreno social constituye la bandera gloriosa de Euskal Erria, algo así como la vida, la alegría, la realidad más hermosa que concebirse podría para ella. En ese terreno veremos algún día la Euskal Echea del Uruguay; la institución digna que será refugio de cuantos, abandonados a su suerte, deben hoy recurrir de puerta en puerta en demanda de protección...”.

Infraestructura

Una vez inauguradas las obras principales de la nueva sede social, las autoridades de la institución dedicarían su atención a mejoras de menor envergadura, tales como el arbolado y los accesos. En cuanto al cuidado del parque, además de diversas donaciones de especies forestales realizadas por varios asociados y tras un detenido estudio de las variedades más apropiadas, se dispuso la compra de numerosos ejemplares de eucaliptos, acacias, tipas, plátanos, casuarinas y paraísos en el Vivero Nacional de Toledo.

También mereció un cuidadoso tratamiento el diseño de la reja y portón de la entrada, así como el camino y puente sobre el arroyo. La ejecución de las obras viales fueron responsabilidad del ingeniero Bernardo Larrayoz, y F. Tourreilles, socio de la empresa constructora Bonomi, Ambrosoli y Tourreilles, fue el director de la obra.

Por parte de Euskal Erria le correspondió al socio Manuel Aránaga la vigilancia del progreso de la construcción. Este último era un viejo conocido de los lectores de la revista social, donde eran publicadas sus habituales colaboraciones. Su nueva responsabilidad y su gusto por la escritura hicieron de él un cronista de excepción a la hora de informar sobre el avance de la obra. De esta manera los lectores comenzaron a manejar términos hasta ahora relegados al uso profesional, tales como desmonte, terraplén, el firme, nivel y explanación.

Culminados los trabajos, en enero de 1918 numerosos asociados y miembros de la directiva acudieron a presenciar la prueba de resistencia del nuevo puente sobre el arroyo Malvín, oportunidad en que una enorme aplanadora demostró fehacientemente su solidez y confiabilidad.

Prueba de resistencia del puente sobre el Arroyo Malvín. Enero de 1918
Prueba de resistencia del puente sobre el Arroyo Malvín. Enero de 1918.

Reuniones de amigos

Desde la Inauguración del Recreo de Malvín, éste se transformó rápidamente en el punto de reunión de los asociados. Allí, además de la fiesta anual que se trataba de la más importante del año, se realizaba la entrega de premios a los triunfadores en los campeonatos de pelota, se llevaban a cabo reuniones y kermeses organizadas por las comisiones de Señoras, de Beneficencia e Instrucción y de Fiestas, estando además a disposición de los socios que así lo solicitaran.

Éste último parecería ser el caso de tres de las cuatro películas que aquí insertamos. A juzgar por lo que reza en las cajas donde se conservan, estas cintas fueron filmadas por el doctor Carlos Murguía en el año 1930.

Dos de ellas no dejan dudas que fueron filmadas en los terrenos de la sociedad; la primera nos muestra una competencia de sokatira en donde claramente se distingue, entre la polvareda levantada por los alegres contendientes, el “Pabellón de Recreo”; mientras que en la segunda, filmada en los pasillos exteriores del local, vemos grupos de personas conversando mientras que otros juegan al popular “juego del sapo”.

La tercera y última de esta serie es también la más jocosa, pues además de iniciarse con un ridículo personaje disfrazado con ropas femeninas, nos enseña los infortunados intentos de un ezpatadanzari metido a torero que no consigue convencer al toro de que haga su papel. También vemos a un banderillero que no logra disimular su frustración ante un toro demasiado esquivo.

En este último caso, por no tener referencias paisajísticas, no podemos asegurar que la película fuera tomada en el Recreo de Malvín, aunque es más que probable que así fuera.

Visitantes ilustres

En no pocas ocasiones y en un claro testimonio del prestigio alcanzado por la sociedad Euskal Erria, el Recreo de Malvín recibió la visita de importantes personalidades nacionales y extranjeras. A título de ejemplo citaremos al Presidente de la República Juan Campisteguy, quien concurrió a las fiestas anuales de los años 1927, 1928 y 1930. O la jornada del 12 de abril de 1931, fecha en que, en oportunidad de celebrarse la inauguración de su nueva sede de la calle San José 1168 y de la conmemoración del 19 aniversario de la fundación de la Sociedad, asistió el Presidente de la República Dr. Gabriel Terra, en compañía de su esposa la señora María Ilarraz de Terra; del Ministro de la Guerra Dr. Alberto Mañé y su esposa María Herminia Garzón de Casaravilla de Mañé; del Vicepresidente del Consejo Nacional de Administración Tomás Berreta, y del Presidente del Consejo Departamental Cesar Batlle Pacheco.

Llegada del Dr. Gabriel Terra, Presidente de la República, al Recreo de Malvín. Abril de 1931
Llegada del Dr. Gabriel Terra, Presidente de la República, al Recreo de Malvín. Abril de 1931.

Y si de presidentes hablamos, debemos recordar la visita que el Lehendakari José Antonio de Aguirre y su esposa realizaran en octubre de 1941, tras su largo periplo europeo huyendo de la persecución nazi.

Ya en Nueva York, Aguirre escribe una larga carta dirigida a José Ignacio Lisazo y a Manuel de Irujo, a la sazón en Londres, hablándoles de diversos asuntos de gobierno y de su impresión sobre los países que acababa de visitar. Entre sus consideraciones sobre el Uruguay dice “...Euskal Erria es una Sociedad, la más prestigiosa de Montevideo y una de las más poderosas que nuestros compatriotas tienen en todo América si no la más. Cuenta con más de mil socios, local propio con frontón y magnífica propiedad en las afueras de la capital para las giras durante el verano...”.

Una fiesta documentada

El 22 de abril de 1923, bajo la presidencia de Juan B. Bidegaray, primer presidente de la Sociedad nacido en Uruguay, se inauguraba la Sección Deportes del Recreo de Malvín.

La fiesta que tuvo lugar ese día no hubiera sido distinta a cualquier otra de las que congregaban a los asociados de Euskal Erria si no fuera porque, gracias a la iniciativa de Dionisio Garmendia, Presidente de la Comisión de Beneficencia e Instrucción, ese día se filmaron los actividades que allí se desarrollaron.

Tal como estaba previsto en el programa, por la mañana se llevó a cabo la inauguración de los juegos que se habían construido con la intención de brindarle al Recreo “un atractivo singular, de manera que pueda ser motivo de reuniones periódicas, para la obtención de una vinculación eficaz y duradera entre los miembros de nuestra colonia”. Entre estos juegos había cancha de bochas, cancha de bolos “al estilo del país vasco”, juegos diversos de sapos y una sección infantil con hamacas, sube y baja, toboganes y otras atracciones.

De la película tomada en esa jornada hemos extractado un trozo donde se aprecia el baile que, al son del txistu y del tamboril, fuera realizado en horas de la tarde.

Pero no todos estaban contentos

Aunque a través de las crónicas de la época es notorio un general entusiasmo por la nueva sede social, este no sería unánime.

En la Asamblea General Ordinaria realizada el 1 de junio de 1918, Ángel Magirena, socio promotor y fundador de la institución, dejaba oír su crítica ante lo que él consideraba una desviación de los fines estatutarios. Éste, refiriéndose a la Memoria anual presentada por el Consejo Directivo, y específicamente en donde se consignaba que “se realizaron obras de suma importancia en beneficio exclusivo del asociado” , decía que tal concepto era erróneo, puesto que ni él ni muchos otros vascos habían ingresado a Euskal Erria para obtener beneficio alguno, sino para proteger “a nuestros hermanos desheredados de la suerte”, discrepando también sobre el destino “de los sagrados fondos de Beneficencia e Instrucción que debía manejar la Comisión a que pertenecen”. Y agregaba no sin cierta ironía : “He leído y releído nuestros Estatutos, pero no puedo encontrar la palabra recreo ni derivado alguno de ella”.

En tal sentido es comprensible el dolor de Magirena, pues, tal como lo expusimos anteriormente, Euskal Erria había sido fundada por un grupo de socios escindidos del Centro Euskaro que discrepaban con su exclusiva finalidad recreativa y precisamente él había sido uno de quienes más había trabajado por ello.

Lamentablemente la historia vendría a otorgarle razón a Ángel Magirena, pues el Recreo de Malvín jamás llegó a ser, tal como lo habían soñado sus fundadores, la “Euskal Echea uruguaya” con su asilo para los más desvalidos y escuela de niños. Ni siquiera lo fue cuando, en 1925, tras vencer trece años de insalvables escollos y deprimentes postergaciones, se inauguraba ¡por fin! el Instituto de enseñanza Euskal Erria. Este jamás estuvo en Malvín, tal como había sido la intención original, sino que funcionó en una residencia ubicada en la céntrica calle Colonia al número 1433.

El Roble de Gernika

A comienzos del siglo XX, el Roble de Gernika, encarnación de los anhelos libertarios de Euskal Herria, había cruzado el Atlántico infinidad de veces, si no físicamente, sí en el sentimiento de innumerables emigrantes y exiliados de las dos guerras carlistas. Ya desde 1876, fecha de la fundación del Laurac Bat de Montevideo, su simbología se habían convertido en referente del reclamo fuerista de la colectividad vasca rioplatense y, al igual que en tierras peninsulares, el Gernika´ko Arbola del bardo Iparraguirre se había impuesto como himno nacional vasco.

El Lehendakari José A. Aguirre junto a su esposa María Zabala, frente al Roble de Gernika en 1941
El Lehendakari José A. Aguirre junto a su esposa María Zabala, frente al Roble de Gernika en el Recreo de Malvín. Octubre de 1941.

Sin embargo, aunque en Buenos Aires la presencia de un retoño del roble bizkaino databa de 1882, no sería sino hasta 1918 que Uruguay contaría con uno propio. Éste había sido traído al país por el consocio Pedro Ospitaleche quien, en ocasión de viajar a Euskadi y accediendo a la expresa solicitud de Manuel Mujica, administrador de la revista social, había viajado a Gernika para recibir, de manos de Don Juan Ignacio de Alzaga y Apraiz, Diputado Delegado de la Casa de Juntas de Gernika, un retoño extraído del Vivero de la Casa de Juntas el 26 de Septiembre de 1918.

En la ceremonia de su plantación, llevada a cabo en el Recreo de Malvín el 23 de febrero de 1919, Dionisio Garmendia decía: “...Euskal Erria te brinda esta tierra generosa, donde levanta su hogar, el que, en adelante, también será el tuyo, para que vivas sin temor. Sus asociados vendrán a tu pie para recordar sus deberes. De éstos, tres fundamentales reclaman perentoriamente su atención; la construcción del hogar o asilo para los vencidos en la lucha por la vida; el alistamiento de nuevas generaciones para que reciban íntegra la herencia paterna y la trasmitan a través del tiempo para bien de propios y extraños y, por último, la agrupación, en un solo haz, de todos los euskaldunas esparcidos en ambos continentes, para que sólo un anhelo de predominio moral haga cada vez más pujante a la raza señalada para cumplir una grande misión en los destinos de los pueblos...”.

El fin de una etapa... y de un sueño

En el mes de marzo de 1954, en lo que sería el puntapié inicial para el desprendimiento del Recreo de Malvín, la institución recibía una nota del Instituto Nacional de Viviendas Económicas del Uruguay (INVEU), manifestando su interés por la adquisición de los terrenos y solicitando se le diera cotización para una eventual venta. Además de responder favorablemente, la directiva designaba una comisión especial para resolver el fraccionamiento del predio, con la intención de no desprenderse de la totalidad del mismo.

A pesar la pronta respuesta, para mayo del siguiente año no se había recibido contestación alguna del INVEU, por lo que la directiva pasó a considerar la propuesta presentada por otro interesado, aunque ahora por la totalidad del solar. No obstante ello, pasaría un año más sin novedades y para 1956, en respuesta a una convocatoria pública por parte del INVEU, nuevamente se le comunicaban las aspiraciones de la sociedad. Una vez más sin éxito.

Para abril de 1957 aparecería en escena un nuevo candidato. Se trataba de la Comisión del Hogar Estudiantil del Consejo Central Universitario quienes, “a priori” aceptaban pagar los $9,75 el metro cuadrado pedidos por Euskal Erria.

Por fin el 3 de marzo de 1959, tras dos años de arduas negociaciones, se concretaba la venta a la Universidad de la República con destino al Hogar Estudiantil.

Inmediatamente se llamó a interesados para proceder a la demolición y venta de los materiales resultantes del Pabellón de Recreo.

Epílogo

Ya no existe aquel “Recreo” que colmara de orgullo y esperanzas a los fundadores de la Institución. Desaparecido el pabellón y traspasada la propiedad del terreno a sus nuevos propietarios, desaparecería también el sueño de construir una “Euskal Echea uruguaya”.

A la derecha, dentro del cantero, el Roble de Gernika en el predio de la Facultad de Humanidades, ex Recreo de Malvín. Marzo de 2003
A la derecha, dentro del cantero, el Roble de Gernika en el predio de la Facultad de Humanidades, ex Recreo de Malvín. Marzo de 2003.

Hoy la zona aledaña a donde existiera el Recreo de Malvín es popularmente conocida como “Euskal Erria” y allí se encuentra una escuela estatal que, por iniciativa de esta euskal etxea, lleva el nombre de “Euskadi”.

En el amplio predio fue construida la Facultad de Humanidades, perteneciente a la Universidad de la República.

Contrariamente a la intención inicial, la Sociedad Euskal Erria no conservó en propiedad el área donde se encuentra el Roble de Gernika.

A ochenta y cinco años de su llegada al Uruguay, el roble de Gernika continúa siendo mudo testigo de los anhelos y desvelos de la colectividad vasco uruguaya.

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