El deseo, la decisión y el momento adecuado para la paternidad en las parejas vascas contemporáneasEscuchar artículo - Artikulua entzun

Elixabete IMAZ MARTÍNEZ, EHU/UPV

A diferencia de la pauta habitual de las generaciones anteriores en la que el matrimonio era concebido como el paso que precedía la llegada inmediata de los hijos, en la actualidad la mayor parte de las parejas en edad reproductiva eligen retrasar conscientemente la formación familiar, recurriendo para ello a métodos anticonceptivos eficaces1. Según datos del Instituto Vasco de Estadística (Eustat), más de la mitad de las mujeres en edad reproductiva utiliza medios anticonceptivos de alta fiabilidad, frente a un 28% que no los ha utilizado nunca o se ha decantado por métodos poco seguros. Esta pauta hace problematizar la relación entre formación de la pareja y fecundidad -ya que la una no va necesariamente vinculada a la otra- y plantea la necesidad de analizar cuáles pueden ser los elementos que intervienen en la toma de decisiones sobre tener o no tener hijos y en la consideración del momento adecuado para ello.

Foto: Mike Dryden
Foto: Mike Dryden

Los nacimientos en el País Vasco siguen produciéndose mayoritariamente en el contexto matrimonial, aunque el número de partos de mujeres no casadas ha aumentado notablemente en los últimos años acercándose al 20%. Sin embargo, la mayor parte de estos nacimientos se producen en contextos de parejas de hecho, cohabitantes, manteniéndose la maternidad en solitario como una anécdota que alcanza escasamente a alrededor del 5% de los nacimientos. Es por ello que debemos considerar las decisiones reproductivas como decisiones que se toman en pareja.

Los hijos como elección

A diferencia de otras generaciones, para la mayoría de las personas hoy la maternidad o la paternidad no es un elemento constitutivo de la vida en pareja, sino una opción sobre la que hay que tomar una decisión. Las parejas se plantean primero el deseo de tener o no tener hijos2 y es en un segundo momento que valoran su situación -económica, afectiva, profesional, etc.- como adecuada o inadecuada para ello. La legitimación del derecho a elegir tener o no descendencia de las parejas contemporáneas tal vez sea una de las grandes diferencias respecto a las parejas de generaciones anteriores, en la que matrimonio era prácticamente sinónimo de familia, y en las que la ausencia de hijos era atribuida a problemas de esterilidad, siempre vista como desgracia.

Foto: Michael Jyce
Foto: Michael Jyce

Este deseo de paternidad y maternidad, aunque requisito previo e imprescindible no es, sin embargo, un elemento suficiente para la decisión de la pareja. En nuestro contexto, los hijos son percibidos como íntimamente vinculados a un contexto de estabilidad: primero la estabilidad emocional y afectiva de la pareja (es decir, que ambos miembros se sientan individualmente maduros y seguros sobre la perdurabilidad del proyecto de pareja). Y en segundo lugar estabilidad respecto a las condiciones materiales, económicas y laborales.

La importancia de la estabilidad laboral en las decisiones sobre la descendencia

Debemos destacar que la familia continúa teniendo hoy en nuestro entorno una alta valoración social y que son escasas las parejas sin hijos que declaren que descartan la posibilidad tenerlos en el futuro. Las parejas sin hijos se ven a sí mismos como personas celosas de salvaguardar un estilo de vida en el que disponen de tiempo para el ocio y el desarrollo personal y profesional, pero también como personas dependientes de condiciones económicas y laborales precarias que necesitan del afianzamiento definitivo en un puesto de trabajo o carrera profesional que les garanticen aportes económicos estables y suficientes de cara a afrontar la responsabilidad de la crianza de un niño o niña.

Foto: Anita Patterson www.geocities.com/abpphotos
Foto: Anita Patterson www.geocities.com/abpphotos

Probablemente el de la inestabilidad laboral sea el argumento que de forma más reiterativa utilizan las parejas a la hora de explicar la ausencia de hijos. La importancia atribuida a la situación laboral en relación a las decisiones reproductivas tiene dos dimensiones: una, que los hijos e hijas ocasionan un conjunto de gastos notable que los padres deben asumir en su mayoría sin ayudas sociales específicas. Ser padres, es el convencimiento común, es caro y cada vez lo es más, en la medida en que se procura el acceso de los niños a cada vez más bienes y servicios destinados a su bienestar y que se consideran imprescindibles. En segundo lugar, la situación laboral resulta determinante, no sólo porque sea el medio de lograr recursos económicos sino porque los potenciales padres y, sobre todo, madres sitúan en su cronología biográfica la estabilidad laboral como un paso previo a la convivencia o al matrimonio que posteriormente dará paso a la formación familiar.

Sería un error seguir atribuyendo la baja natalidad en el contexto vasco a la creciente participación laboral femenina. Muy al contrario, la participación laboral de la mujer se plantea cada vez más como un requisito para la maternidad. Es por ello que, además de la adecuada situación económica de la pareja como unidad, el asentamiento laboral de la mujer aparece como condición imprescindible para decidir tener descendencia. Las mujeres saben que a menudo su futuro laboral o profesional puede verse severamente perjudicado por la maternidad: no sólo por la baja maternal que implica el embarazo, sino porque las madres suelen asumir mayores responsabilidades respecto a la crianza. Pocos son los padres que comparten en nuestro entorno la baja por maternidad3. Igualmente escasos son aquellos hombres que se acogen a los programas de reducción de jornada o demandan las horas de lactancia a las que pueden tener acceso. Las mujeres saben que en un momento en que la situación laboral no está afianzada, la retirada por un pequeño periodo del mercado laboral o reducir la centralidad otorgada al trabajo puede traer graves consecuencias para su futuro profesional.

Foto: Fred Viggiani www.viggianidesign.com
Foto: Fred Viggiani www.viggianidesign.com

La importancia de las condiciones de estabilidad laboral de las mujeres, más que la cuantía de sus ganancias, aparece en consecuencia como una variable determinante en las decisiones reproductivas de la pareja. Existe una correlación muy notable entre la entrada de la mujer en una situación laboral estable o al menos, duradera, y la llegada de los hijos. Dada la precariedad de las condiciones laborales actuales, podemos argumentar que éste es un elemento determinante en el retraso de la maternidad y la paternidad en muchas parejas vascas actuales.

1 Lo presentado aquí se basa parcialmente en el estudio “Estrategias reproductivas en áreas de baja fecundidad: el caso vasco” dirigido por la profesora Begoña Arregi, realizado en el departamento de sociología 2 de la Facultad de CCSS y Comunicación la EHU/UPV.

2 Plantear que el deseo es el elemento inicial en la decisión sobre la descendencia no implica considerar que el deseo sea algo perteneciente al ámbito de lo inescrutable. Múltiples factores colaboran en la configuración de ese deseo de tener (o no) descendencia: circunstancias individuales y de pareja, valores, costumbres, socialización, contexto relacional y social en los que se desenvuelve la vida cotidiana…sobre los que sería interesante reflexionar pero que desbordaría las intenciones de este artículo.

3 No hay que olvidar que la baja maternal remunerada de 16 semanas es un derecho exclusivo de las mujeres trabajadoras. La trabajadora puede decidir ceder al padre del recién nacido parte de esta baja y reincorporarse antes al trabajo. En 2003 sólo el 1’54% de los permisos de maternidad disfrutados en el Estado fueron compartidos (El País, 12/10/2004).

GAIAK
 Aurreko Aleetan
Bilatu Euskonewsen
2005/04-29/05-06