Un destino manifiesto
Existen individuos que por sus orígenes pueden tener un destino manifiesto irreversible. No obstante, existen aquellos que toman opciones distintas a las que podían prever su posición y su jerarquía social. Es que hay momentos en que las circunstancias historicas obligan a elegir un camino distinto de riesgo y compromiso. Tal es el caso de Francisco Xavier de Viana, oficial de marina del rey de España hasta los 48 años, luego jefe militar revolucionario.
Bergantín español de 16 cañones, ciñendo con viento fresco y mar llana. Original en el Museo Naval de Madrid. Tomado de: Laurio H. Destefani, (Capitán de Fragata) Famosos Veleros Argentinos, Centro Naval, Instituto de Publicaciones, Buenos Aires, 1967. |
A los diez años, fallecido su padre, su madre lo envía en la fragata Asunción a España para continuar sus estudios. Sus recuerdos de este viaje son particularmente conmovedores. Lloró apenado el primer día sintiendo la soledad entre desconocidos, corriendo a encerrarse en el camarote que tenia destinado. Al otro día, se levantó y vio sólo mar y mar. No obstante nacido en un puerto, acostumbrado a ver masteleros, jarcias y velámenes diversos, le fascinaban la vida del marino, que había contemplado desde su niñez. Ingresó en la Real Armada y cuatro años después regresó de la Compañía de Guardias Marinas de Cartagena.
Marino y científico
Fue para este marino montevideano una carrera naval prolongada y exitosa. Participó en la conquista de Menorca en 1782 y en el sitio de Gibraltar en 1783. En 1785 dio la vuelta al mundo en la fragata Astrea.
Tenía 23 años cuando fue elegido, en 1789, para formar parte de la expedición de Alejandro Malaspina. Esta expedición fue concebida como un viaje para el mejor conocimiento de América en todos los sentidos, geográfico, político y social. Se construyeron expresamente para esta expedición dos corbetas gemelas, la Descubierta y la Atrevida. El capitán de fragata Malaspina eligió para ese viaje un grupo de selectos oficiales. Entre ellos el entonces alférez de navío Viana, quien revistó en la corbeta Descubierta, nave de Malaspina. En abril de 1790 pasó a la Atrevida. Navegó por todas las costas de América del Sur, y el Pacífico, incluido las Filipinas y muchas otras tierras y archipiélagos del océano más grande del planeta. Finalizó la expedición en 1794, en la cual se destacó Viana en el cumplimiento de sus funciones. Escribe un diario de viaje donde documenta sus experiencias. En sus páginas, se vislumbra el oficial criterioso, con rigor científico y con la visión humanista de los ilustrados del siglo XVIII. Así describe una mirada nocturna, cuando su nave se alejaba de las costas de África.
En la noche observamos que el agua del mar tenía un brillo extraordinario, particularmente cuando se agitaba con la ola y el viento o chocaba en el costado; los físicos atribuyen a varias causas este fenómeno que observaron con poca diferencia en estos mismos paralelos los señores Wallis, Carteret, y él celebre Cook en sus viajes alrededor del mundo; (…) Habiendo entrado un golpe de mar en el alcázar, se cubrió casi todo de unos pequeños globulitos lucientes del tamaño de una lenteja, su luz blanquinosa y bastante viva al principio, empezó a decaer de modo, que a los seis minutos se habían enteramente apagado;…1
Al servicio del Rey en el Plata
Regresa a Montevideo en 1796, como teniente de navío al mando de la Descubierta. Ascendido ese año a capitán de fragata participa en la comisión demarcadora de límites con Portugal.
Ya en el virreinato se le comisionó para gobernador en Malvinas, desde 1798 a 1801. Habiendo enfermado en esta función pidió pase por razones de salud a las fuerzas terrestres, lo que le fue concedido, otorgándole la responsabilidad de sargento mayor de la plaza de Montevideo. Tenía 38 años cuando contrajo matrimonio con una jovencita de 17 años; su sobrina, Maria de la Concepción de Estrada, hija de su hermana Teresa y de un oficial del ejército, el sargento mayor Tomas de Estrada.
Apostadero de Montevideo. Pintura ubicada en el Centro de Estudios Históricos navales y marítimos. |
Incorporado a los reales ejércitos con el empleo de teniente coronel donde con una exigua compañía de 100 hombres se dedica a proteger la frontera con Portugal y fomentar la colonización.
En 1806 y 1807 se enfrenta contra los británicos. Es el segundo jefe en el combate del Cardal y luego resiste en la Ciudadela de Montevideo, la ultima posición en rendirse a los británicos. Éstos, dueños de la ciudad, le ofrecieron el cargo de jefe de policía que rechazó sin dudarlo. En esta guerra, la familia de Viana fue afectada directamente; murieron su suegro y otro cuñado, el ya mencionado Estrada y Agustín Abreu, teniente de fragata retirado, casado con su hermana Margarita.
El rey o la patria …
El estallido revolucionario de 1811 lo encuentra como comandante de la guarnición de Maldonado. Francisco Javier de Viana era un militar, en una familia de militares. Lo había sido su padre como vimos. Pero también lo era su hermano mayor, José Joaquín, teniente del regimiento de Infantería de Buenos Aires. La hermana que le seguía, María Francisca, era casada con el artillero Francisco Oribe. En 1810 fue nombrado como responsable de Colonia y Maldonado. Al año siguiente; dejando atrás sus raíces y tradiciones, Viana se une al movimiento de la Junta de Mayo en Buenos Aires. Es imposible saber todo lo que pasó por la mente de aquel militar de carrera, responsable, culto, sobrio, elevado por encima de sus pares, por su roce con el mundo, por su fortuna personal, por sus raíces familiares, emparentado con la crema de la sociedad colonial. Es imposible saber también cuantas noches debió cavilar sobre los pasos a dar, sobre su futuro, sobre sus responsabilidades familiares y sociales. Sobre el rey al que había servido como científico y como militar en numerosas misiones. Sobre su familia desgarrada por la guerra contra los ingleses primero, y por la civil que ahora se imponía. Primos y cuñados, muchos de ellos oficiales de marina, se dividieron en realistas y revolucionarios. Fue sin duda el llamado de la patria, de la tierra donde había nacido, que se impuso ante cualquier comodidad y conveniencia.
En 1812 se le designó jefe del Estado Mayor del ejército sitiador de Montevideo en el Cerrito.
Es en este momento en que tiene fuertes enfrentamientos políticos y personales con Artigas: el caudillo de la revolución en la Banda oriental. Viana abandona el sitio de Montevideo y se traslada a Buenos Aires. En 1813 fue nombrado Gobernador Intendente de Córdoba. Durante su administración se erigieron varias escuelas en la provincia mientras presentaba a las autoridades un plan de estudio que fuera aprobado. En 1814 fue designado como Ministro de Guerra y Marina con el empleo de coronel. En abril de ese año fue designado como brigadier general y se dedica a organizar en tierra la fuerza naval que disputara el control del Plata a Montevideo. Sus esfuerzos se vieron recompensados. En mayo de 1814 la escuadra revolucionaria a mando del comodoro Guillermo Brown derrota a las naves del rey frente a Montevideo.
Diversos avatares políticos lo desplazan de su cargo en 1815. Emigró tras eso a Río de Janeiro, regresando a Montevideo cuando estaba ya ocupada por los portugueses. Escribe en estos años una memoria: Máximas de un padre a sus hijos, como legado personal a su familia. Viana retirado de la vida política fallece en 1820.
BIBLIOGRAFIA
GOLDARACENA, Ricardo: El libro de los linajes, tomos 1
y 2, Editorial Arca, Montevideo, 1976 y 1978.
LUZURIAGA, Juan Carlos: Una gesta heroica. Las invasiones inglesas y la defensa
del Plata. Editorial Torre del Vigia. Montevideo, 2004.
VIANA, Francisco Xavier: Diario de Viaje, tomos 1 y 2. Biblioteca Artigas,
Colección de Clasicos Uruguayos, volumen 27, Montevideo 1958.
1Viana, Francisco Xavier; Diario de Viaje, tomo 1, p.24.
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