Mikel ARANBURU URTASUN
Fotografía: Josemari VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA
En tiempos de agridulce abuso del “aurresku” emociona el agurra sincero y coral brindado a un veterano dantzari y txistulari. Tal fue el caso del saludo de Eskola a Gaizka de Barandiaran en la puerta del Palacio de la Diputación Foral de Gipuzkoa el domingo día 15 de mayo de 2005. No menos emotivo que la sokadantza de honor cuajada de simbolismo dirigida por el propio Gaizka con el Diputado General, anfitrión y presidente del acto, de atzeskulari. Entre ambos expresivos rituales de danza, un breve acto académico con intervenciones orales, danzadas –impecables Ion Maia y Jose Inazio Ansorena en la soinu zaharra “Ehun dukatekoa” – y entrega de obsequios al homenajeado. En el dueto de oradores invitados, mi breve alocución siguió a la de Josemari Vélez de Mendizabal escritor y biógrafo del homenajeado (ver Euskonews & Media nº 302), y fue hilvanada sobre la marcha sobre un esquema muy simple, mirando más al corazón de los presentes, familiares y amigos, que a la elaboración intelectual. Se me pide ahora que prepare un par de páginas. Podría redactar ex novo un artículo de sesgo científico, pero es evidente que traicionaría el espíritu de mi intervención. Me cumple pues trasladar al lector en lo posible el contenido y mensaje, no se ya si el sentimiento, de mi discurso. Y para ello ¿qué mejor que rellenar el esquema utilizado? Vamos a ello.
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Gaizka Barandiaran. |
Hiru puntukuak es como también se conoce al mutildantza baztanés Bilantzikoa. Sobre tres puntos articularé mi exposición que hago coincidir con tres encuentros con Gaizka Barandiaran separados cada uno y entre sí por treinta años.
Lehenengo puntua. Se sitúa en Javier, Navarra, hacia 1944 y el encuentro se da entre Aita Gaizka y mi padre. “Era una mañana de cierzo de ipargorri- escribe Gaizka- muy gorri, y el Oberena de Maxi Aramburu actuaba en su ensayo junto a uno de los frontones del patio con la nariz y las orejas encendidas”. Son los años de la muy dura posguerra con una juventud anulada, y si cabe más castigada por fusilados, asesinados y caídos, que se encuentra perpleja y desorientada. Debe resurgir de sus cenizas y despertará impetuosa en organizaciones religiosas y civiles, muy a menudo combinando ambas. Acción católica, deporte y folclore eran los ingredientes del grupo Oberena de Pamplona. “El Grupo Oberena de Maxi Aramburu – sigue Gaizka – hacía cada domingo una incursión en cada pueblo navarro para dar a Dios lo que es de Dios y al pueblo el Folklore de su resurrección”. El lugar es simbólico y quiero recordar hoy aquí que en unos meses celebraremos el quinto centenario de este santo universal “vasco de lengua y navarro de nación” nacido en uno de los estados más antiguos de Europa todavía independiente, el Reino de Navarra. Ambos, Gaizka y Maxi, habían aprendido en su niñez que el folclore es el alma del pueblo, máxima sobre la que cada uno en su estilo, basarían su apostolado. Gaizka, intelectual soldado de Jesús, iniciaba sus reflexiones e investigaciones sobre la danza vasca.
Bigarren puntua. Donostia, 1974. El anhelo del fin del franquismo forja una nueva juventud ilusionada y activa, fiduciaria de la pasión de sus progenitores. Aquel año en Iruña creamos Ortzadar, un arcoiris de esperanza que quiso anunciar el final de la borrasca. Nuestras auténticas ansias de aprender tuvieron la fortuna de acceder a José Miguel de Barandiarán, a Julio Caro Baroja – ¡qué vivo aún el recuerdo de sus enseñanzas en un seminario habido aquí mismo, en la recoleta biblioteca de esta planta!- y a Gaizka de Barandiarán. Tengo muy presente aquel extraño Bharata Natyan, un relámpago en el etnocentrismo dominante, que Gaizka publicó en Txistulari, nuestro ubérrimo y casi octogenario boletín trimestral. Para entonces, Gaizka había publicado sus significativos hallazgos sobre la metafísica de la danza, y sus estudios sobre la Sorgin Dantza, el Dance de San Miguel de Cortes o sobre Iztueta y la tradición de danza en Gipuzkoa y los tres volúmenes de Danzas de Euskalerri que ni siquiera podemos glosar aquí. Nos urgía estar con él. Su amistad con nuestro padre, nutrida y enriquecida en todos esos años, me facilitaron los encuentros. En su celda del Colegio San Ignacio de la avenida de Navarra, Gaizka se mostraba como un elocuente coloso del folclore vasco y, en particular y para mi deleite, de sus danzas. Desde aquel primer encuentro juvenil en Javier, Gaizka se había consagrado como un intérprete notable de la danza vasca. Destaco hoy su erudición, que sobrepasaba mi capacidad de entendimiento. Y resumo alegóricamente mis vivencias: D. José Miguel nos mostró nuestra cultura como una milenaria sokadantza en la que el aurreskulari se perdía en las nieblas del neolítico; con Caro Baroja observamos el concierto de las culturas a modo de multicolor zintadantza o trenzado universal, y con aita Gaizka, simplemente, bailamos. Pero lo hicimos descubriendo la estética del dantzari vasco en la unidad moral y metafísica de la sociedad. En la liturgia de la danza como función pública.
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Gaizka Barandiaran el día de su homenaje. |
Hirugarren puntua. Loiola / Olatz (Nafarroa), Navidad de 2004. Es una de las largas conversaciones telefónicas que mantenemos desde que Gaizka está en Loiola. Ya no está Maxi que se adelantó, temprano, en el último zortziko que nos es dado bailar en este mundo. ¡Qué lejos quedan los sueños de aquellos formidables jóvenes de Javier! ¡Y los nuestros! Es cierto que tenemos lo que no soñamos, pero bien es verdad que no alcanzamos lo que soñábamos. Todavía hoy nuestra cultura autóctona sufre persecución diaria y enconada en tierras vascas. Pero Gaizka nos asombra con su inagotable energía y vitalidad creativa. Y muestra preocupación por la continuidad de su obra e inquietud por las limitaciones actuales para desarrollar sus capacidades. Vuelve Gaizka a sus papeles, reflexiona una vez más sobre Cortes, Otsagi, Iztueta,… Cuando asumí la dirección de Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra sus páginas acogieron nuevas aportaciones sobre las danzas de Cortes y yo, de nuevo, sus inagotables observaciones. Gaizka sigue escribiendo y publicando, ahí quedan sus numerosas entradas en el Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana y su colaboración con The new Grove Dictionary of Music and Musicians. Fecundo, sabio, perseverante. Hoy en folclore el discurso predominante interpreta los elementos en clave de identidad colectiva. Todo se explica desde esta noción. Una percepción, adviértase, ya vieja porque equivale a la que ya animaba a nuestro protagonista hace seis décadas: la del folclore como alma del pueblo.
Los danzaris vascos seguimos aprendiendo de Gaizka. La juventud hoy de nuevo, aita Gaizka, muestra energía y confianza. Y posee más preparación y capacidad que nunca. Sin demasiada esperanza y sin demasiada desesperación recuerdo tu lema: Oinetatik ere egiten da aberria Eskerrik asko, zorionak eta, Baztango mutildantzariek erraten duten bezala, AUNITZ URTEZ!
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