El escenario actual de la formación profesional: la evolución del entorno socioeconómico y los retos para los procesos de formaciónEscuchar artículo - Artikulua entzun

VICECONSEJERIA DE FORMACIÓN PROFESIONAL Y APRENDIZAJE PERMANENTE

Tratar de caracterizar el escenario actual de la Formación Profesional, no sólo implica reflexionar sobre nuestro entorno de una forma ordenada, sino también ser conscientes de que existen tendencias que, en la medida en que se desarrollan, están produciendo efectos reconocibles en nuestra realidad, en las formas de enseñar, de organizar, de gestionar o de pensar la Formación Profesional.

Entre las tendencias que de manera más específica están afectando al ámbito de la Formación Profesional cabe resaltar las cuatro siguientes:

La relación contemporánea entre conocimiento, formación y mercado

El mundo de la Formación Profesional trata hoy más que nunca de ligarse a la actividad empresarial en gran medida por ello está crecientemente afectado por las leyes del mercado. De hecho, el actual modelo de desarrollo de la Formación Profesional en el País Vasco no sólo ha favorecido un incremento de la participación de otros agentes sociales y económicos en la gestión, regulación y determinación del contenido del quehacer de dicha formación, sino que también ha tendido a potenciar los procesos de descentralización que favorezcan el desarrollo de cada centro de Formación Profesional como una unidad de gestión vinculada con su entorno y capaz de desarrollar un proyecto educativo y profesional específico. Los dos hechos anteriores han posibilitado que en un corto periodo de tiempo, términos como innovación, competitividad, aseguramiento de la calidad y mejora contínua, etc., se hayan incorporado de manera efectiva al léxico propio y habitual de nuestra Formación Profesional.

Foto: Jane M Sawyer
Foto: Jane M Sawyer (souldestine@cox.net).

Esta innegable atención al mercado y sus requerimientos debe, en todo caso, ser partícipe del hecho de que en la actualidad existe un cambio de estructuras en el interior de los respectivos sectores que apunta hacia la necesidad de especializaciones flexibles, alta cualificación, capacidad de reacciones rápidas ante los cambios del mercado y fiabilidad en el servicio, innovación y marketing.

Consecuentemente con lo anterior, las combinaciones flexibles de trabajadores con distintas competencias van a ser cada vez más frecuentes; la comunicación fluida con los clientes será cada vez más importante; las posiciones y funciones de los trabajadores definidas a largo plazo serán cada vez más inusuales.

El tipo de conocimiento y formación demandado en un escenario como el descrito deberá ser adaptado a las demandas y diferentes necesidades que vayan surgiendo, tanto a nivel de las personas como de las empresas.

El centro de formación como núcleo estratégico

Los centros de Formación Profesional están tendiendo a constituirse en unidades cruciales de gestión, organización, divulgación, y en definitiva, de desarrollo autónomo de la formación. Cada centro formación profesional es una organización con fronteras flotantes, objetivos constantemente redefinidos, relaciones permanentemente reconstruidas; no puede ser ya reductible a la forma burocrática general que le atenazaba. Se impone entonces un nuevo modelo de relación entre los centros de formación y las Administraciones que posibilite incrementar la cantidad y la calidad de la oferta, y trate también de superar las dificultades estructurales propias de modelos organizativos excesivamente rígidos.

Cada centro tenderá a concentrarse progresivamente en una oferta formativa específica y especializada a la vez que participa en redes capaces de complementar otros ámbitos formativos. El tipo de alianzas derivadas de estas redes tenderá a superar el ámbito espacial inmediato para adquirir progresivamente un carácter internacional. Ello implicará que la demanda podrá elegir entre una oferta formativa mucho más amplia e internacionalizada y que los clientes tendrán la oportunidad de participar en distintos programas de cooperación. Por lo tanto, los centros de formación profesional estarán cada vez más involucrados en proyectos externos que harán necesario un esfuerzo adicional de carácter informativo que facilite el conocimiento y el acceso a los distintos servicios ofertados.

Hacia una actualización permanente del conocimiento

El tránsito desde una concepción finalista y limitada de la formación a su consideración como actividad permanente y con capacidades ilimitadas, conlleva la necesidad de actualizar y revisar permanentemente los conocimientos y las destrezas individuales y colectivas, cuestión que aparece asociada al impacto de la revolución tecnológica y los requerimientos de la sociedad del conocimiento. Ello ha obligado a ensanchar las fronteras del concepto de “formación”, y a establecer mecanismos que faciliten la revisión más o menos constante de los conocimientos. En este sentido, la gestión de los recursos humanos se presenta como un objetivo fundamental, siendo muy necesario estimular el conocimiento y la actualización permanente entre el personal y una apuesta por la innovación en áreas específicas.

El profesorado deberá especializarse. Una parte del mismo deberá concentrarse en la gestión del proceso de aprendizaje y otro grupo en la atención a la innovación. Será cada vez más frecuente la presencia de expertos externos y, en general, la experiencia práctica en campos supraeducativos será cada vez más importante para el desarrollo de la profesión docente.

Los sistema educativos y formativos deberán proporcionar posibilidades en general a toda la sociedad, de una manera integral. En este contexto los diplomas, los certificados, las cualificaciones y los títulos serán un punto de referencia importante no sólo para las personas sino también para los centros y las empresas.

El trabajo se desarrollará de una manera mucho más individualizada. Será menos dependiente de un lugar fijo, tiempos prefijados, un solo grupo e institución de referencia. La actividad individual estará más conectada a redes y, por tanto, los trabajadores serán más autónomos y necesitarán desarrollar nuevas capacidades para autorregularse.

Innovación y entorno tecnológico

La irrupción de nuevas posibilidades comunicativas y formativas es una consecuencia de lo que en la actualidad se conoce como “sociedad red”. Ello otorga la posibilidad de utilizar las nuevas tecnologías para fines educativos, pero avisa también de la presencia de nuevos formadores, podrían llamarse “formadores informales”, que son firmes competidores de la educación formal. Es decir, las formas clásicas de “educación formal” deben ser revisadas particularmente en el mundo de la Formación Profesional. Porque además, las nuevas tecnologías permiten una actualización de las estructuras organizativas mediante el empleo de medios que otorguen ventajas reconocibles en las amplias y diversas relaciones que los centros de Formación Profesional mantienen con su entorno.

Foto: Anna Kirsten Dickie
Foto: Anna Kirsten Dickie (anna.dickie@gmail.com).

Las nuevas tecnologías van a condicionar notablemente los métodos y los procesos de aprendizaje. A través de las mismas la fusión entre el texto, la imagen y el sonido es una realidad. Los cambios que ello implique son bastante impredecibles y exigen un severo esfuerzo de anticipación. Muchas de las experiencias de aprendizaje se desarrollarán de forma indirecta o virtual. Los individuos tendrán capacidad para transitar por múltiples y variados contextos y ello demandará a los formadores un gran nivel de competencia comunicativa.

A modo de conclusión

En congruencia con los diversos aspectos relacionados anteriormente, los sistemas de formación y aprendizaje deberán adaptarse a un escenario en el que multiplicarán las formas de acceso al conocimiento y también se ampliará la tipología de las personas interesadas. Los educadores y los formadores serán cada vez más orientadores, mediadores, guías del aprendizaje. Su papel será más bien apoyar a los clientes para que desarrollen su propio aprendizaje. El aprendizaje activo deberá incluir, además de la motivación y el desarrollo de una mentalidad crítica, la habilidad de conocer las distintas posibilidades para aprender.

Los centros de formación no sólo serán demandados en función de su grado de organización y especialización sino también de acuerdo a su capacidad para formar parte de redes más amplias a través de las cuales orientar a las personas en la forma en que pueden obtener satisfacción a sus demandas. Los servicios deberán de ser accesibles y responder a estandares de calidad exigentes.

Por último, los centros de formación deberán poseer firmes raíces en su medio local, amplias conexiones con su entorno, a la vez que mantienen y por tanto facilitan la conexión con otras comunidades de aprendizaje de las que forman parte. La relación local aportará confianza, mientras que la participación en redes más amplias será indispensable para orientar la actividad y el conocimiento de individuos y grupos.

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