Jesús MURGA, Presidente de IZAITE
ANTECEDENTES
El primer concepto de desarrollo sostenible (o sostenibilidad) se publicó en la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en el Informe Brundtland en 1987, definiéndose como aquél que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades y, por tanto, tuvo un origen eminentemente ambiental.
En 1992, en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro organizada por las Naciones Unidas, la comunidad internacional adoptó un plan de acción para la sostenibilidad, conocido como Agenda 21. Se trata de un acuerdo intergubernamental en torno a un plan de acción global a favor del Desarrollo Sostenible y para ello se creó la Comisión para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Diez años después, la Cumbre de la Tierra, también patrocinada por las Naciones Unidas, tuvo lugar en Johannesburgo. En esta cumbre se definió la necesidad de alianzas y colaboración entre instituciones internacionales, gobiernos, empresas, ONG’s y otros representantes de la sociedad para resolver los principales problemas de la humanidad.
Foto: Romeo Koitmäe (http://submit.shutterstock.com/?ref=9184). |
El camino marcado en Río de Janeiro queda reflejado en Europa a través V Programa Marco de la Unión Europea: “Hacia un Desarrollo Sostenible (1992-2000)” en el que se recogen las interacciones de las cuestiones ambientales, económicas y sociales.
En 2001 se publicó el Libro Verde de la Unión Europea para el fomento de la responsabilidad social de las empresas que propone un enfoque basado en asociaciones más profundas en las que todos los agentes desempeñen un papel activo. Así, define la Responsabilidad Social Corporativa como “la contribución empresarial al Desarrollo Sostenible”.
En 2002 aparece el VI Programa Marco de la Unión Europea que refuerza las capacidades de I+D de la UE para implantar un modelo de desarrollo sostenible a corto y medio plazo, integrando sus dimensiones económica y ambiental y contribuir a los esfuerzos internacionales para mitigar los efectos perjudiciales del cambio global (dimensión social).
Esta evolución sentó las bases del concepto denominado Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o Responsabilidad Social Empresarial (RSE), entendiéndose como “la incorporación voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y ambientales integrándolas junto con los resultados económicos, de sus operaciones, como vía para asegurar la continuidad de la empresa a largo plazo.”
RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL
La Responsabilidad Social Empresarial (en adelante RSE) es uno de los retos a los que deberán enfrentarse las empresas durante los próximos años. La creciente sensibilización de la sociedad, consumidores, clientes, gobiernos, etc, y el desarrollo económico basado en la generación de riqueza, el respeto por el medio ambiente y la influencia positiva en la sociedad, propicia que cada vez más las organizaciones deban tener en cuenta criterios de sostenibilidad a la hora de tomar sus decisiones estratégicas.
Esta nueva situación plantea varios retos. En algunos casos, el inconveniente principal consiste en saber cómo afrontar e implantar la RSE dentro de las organizaciones, ya que muchas no tienen claro si ya lo están haciendo o si lo que hacen está bien encaminado y en otros casos, realmente tienen inquietudes, pero se encuentran a la espera para ver cómo evoluciona el concepto y si podría encajar dentro de su organización.
Es importante destacar que la incorporación de una estrategia de RSE es voluntaria e implica no solamente cumplir con las obligaciones legislativas, sino que hay que ir más allá, invirtiendo más en el capital humano, en el entorno y en las relaciones con los grupos de interés. No se trata por tanto de algo que se añade a la actividad principal de la empresa, sino que tiene que ser un valor intrínseco a la misma y debe estar integrada en su estrategia y gestión.
Así, se puede considerar que una empresa es socialmente responsable cuando responde satisfactoriamente a las expectativas que sobre ella y su actividad tienen los diferentes grupos de interés.
LA RSE Y LAS PYMES
Otro reto que se plantea en los últimos tiempos consiste en derribar el mito de que sólo las grandes empresas pueden implantar una estrategia de RSE, destacando que las PYMEs también pueden integrarla dentro de su estrategia corporativa.
Aunque incipiente, el aumento de su puesta en práctica en las pequeñas y medianas empresas, incluidas las microempresas, es fundamental porque en Euskadi son éstas las que en mayor medida contribuyen a la creación de empleo y prosperidad económica.
Foto: Jane M Sawyer (souldestine@cox.net). |
En la mayoría de los casos, la falta de información es el principal obstáculo con el que se encuentran las PYMEs a la hora de abordar la RSE. A este desconocimiento hay que añadir la creencia de que la adopción de prácticas de RSE conlleva una serie de esfuerzos que estas organizaciones no pueden afrontar, como por ejemplo el temor a un aumento de los costes, falta de recursos humanos, burocracia, etc. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
Tampoco hay que olvidarse de los beneficios que aporta la RSE, que se pueden clasificar en externos e internos.
a. Beneficios externos:
· Mejora de la imagen corporativa, de su reputación. Se incrementa la notoriedad y produce una influencia positiva de la empresa en la sociedad.
· Los clientes actuales toman conciencia de su empresa proveedora y consecuentemente incrementan su atractivo por la empresa socialmente responsable y son más fácilmente fidelizables.
· Mejora de la relación de la empresa con el entorno. La actuación de la empresa en RSE, le permiten una mejor estrategia de comunicación, la sociedad en general está más predispuesta a los mensajes de empresas con políticas socialmente reconocidas.
b. Beneficios internos:
· Se pueden derivar resultados positivos de un mejor entorno de trabajo, que genere un mayor compromiso de los trabajadores y con ello se mejore la productividad.
· Se fomenta una cultura corporativa, que redunda fundamentalmente en la gestión de los recursos utilizados en la actividad empresarial, abriendo así una vía para administrar el cambio y conciliar el desarrollo social con el aumento de la competitividad.
Para implantar la RSE, la PYME debería reflexionar sobre el propio concepto, revisando e identificando las actuaciones que ya realiza y que pudieran ser consideradas RSE, como identificar a los grupos de interés y establecer un diálogo con ellos. También debería incorporar en su formulación estratégica la RSE de forma explícita para, a partir de ahí, desarrollar la estrategia mediante programas y actuaciones concretas y medibles, pero siempre teniendo en cuenta que debe estar adaptado al tamaño, recursos, tipo de actividad, influencia en los grupos de interés, etc, de la PYME. Para ello puede utilizarse la “Guía para la implantación de la RSE en la empresa” elaborada por IZAITE y que se puede encontrar en www.izaite.net.
Finalmente, debería comunicar los resultados y revisar el enfoque estratégico y despliegue operativo, sin perder nunca la doble vertiente de aportar valor aumentando la competitividad de la PYME, contribuyendo positivamente a la sociedad.
CONCLUSIÓN
En los últimos años se ha demostrado que la RSE puede tener una influencia positiva en las empresas, lo que se puede traducir en unas mejores ventas, una mayor motivación de los empleados, el fomento de la innovación, una mayor confianza del ciudadano y una mejora en la reputación corporativa y en el posicionamiento en el mercado. Así, la RSE se convierte un factor que contribuye a aumentar la competitividad de las empresas.
Viendo esta influencia positiva que supone la RSE, debería convertirse en un reto para las PYMEs la incorporación de los valores sociales, ambientales y económicos en su estrategia global y en una oportunidad de aprovechar todas las ventajas que genera. No obstante, hay que intentar por todos los medios desterrar la incertidumbre y confusión que suscita su puesta en práctica, sobre todo entre estas organizaciones, principalmente a través de la vía de la sensibilización y la información.
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