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Mikel IRIZAR
Traducción: Mikel IRIZAR
Jatorrizko bertsioa euskaraz

En un principio, fue el papel

Como corresponde a mi edad, comencé en formato papel a publicar artículos con asiduidad. Ocurrió en 1988, con el nacimiento de la revista Arrasate Press. Joxe Aranzabal era promotor y director de la misma, y me ofreció una sección dedicada a la música, alegando que tenía muchos discos en casa.

Argia Antes, había publicado artículos sueltos en Zeruko Argia y en Garaia, y me gustaba escribir. No puedo decir que fuera vocacional, no he dedicado demasiado tiempo a la escritura, ni he leído lo suficiente para ser escritor. Simplemente, tenía cierta facilidad y la vengo utilizando. Eso sí, siempre he tenido claro que quería publicar opinión, en primera persona y mojándome, sin medias tintas.

Al poco tiempo, Joxe me pidió que escribiera también la sección de motor, aún cuando no poseía más que un triste utilitario. Quise guardar las apariencias, y elegí para firmar la nueva sección mi segundo apellido. Queda, pues, aclarado el misterio: aquel Mikel Intxausti de los primeros Arrasate Press no es otro que yo mismo.

Perdida la vergüenza y adquirido cierto oficio, consideraron que estaba preparado para escribir en la tercera, con tema libre. Recuerdo el título que puse al primer artículo: ‘Tuttologo’, tomado del italiano. Si iba a escribir sobre cualquier tema y no quería perder el respeto del lector, tendría que escribir con tiento. Sin medias tintas, pero con tiento.

Desde entonces, no me han faltado propuestas. En este momento, publico una columna semanal en la revista Goienkaria, de Debagoiena. Y cada 8/10 semanas, una página en el semanario Argia, compartiendo sección con –entre otros- Bernardo Atxaga. Difícilmente podía esperar semejante honor, cuando estrené sección en 1988.

El papel se hizo trampolín

Sin moverme de Arrasate, pude iniciarme en televisión. Y lo hice con un programa de música, para variar, aunque pronto dirigí otro de información general. Y, tanto en uno como en otro, se confirmó mi tendencia a editorializar, a la mínima ocasión. Al parecer, nací predicador, y cada balcón que piso se me convierte en púlpito.

Como tantos otros, di el salto de ATB a ETB, y durante cinco años fui presentador de dos programas: Hitzaro y su gemelo en castellano Lengua Viva. Pero aquí tenía que ceñirme al guión, no había opción al sermoneo. Sin embargo, al poco de terminar lo de ETB, me ofrecieron ser tertuliano en Euskadi Irratia, o sea que volví a tener un púlpito. Y parece que le he tomado bien la medida, porque tres años después aún no me han bajado de él. La siguiente propuesta –la última, por ahora- me llegó de casa: cada cuatro semanas participo en la tertulia Berbaire, en Goiena Telebista.

Estaba escrito: tanto andar de púlpito en púlpito, este predicador tenía que tropezar con el más libre de todos: el blog.

Atrapado en la red

Es evidente que mi trayectoria comunicativa está estrechamente unida a los medios de Debagoiena, y esto se ha confirmado con las nuevas tecnologías. Usuario de la máquina de escribir, compré mi primer ordenador para corregir con más comodidad, medir la extensión y poder enviar los artículos por correo electrónico. No hubo flechazo con el ordenador, nos limitamos a una respetuosa convivencia.

Sin embargo, en Debagoiena estaba surgiendo un grupo multimedia comarcal y en el recorrido apareció la red. Goiena adoptó como compañero de viaje a la empresa CodeSyntax, y entre ambos pusieron en marcha el noticiero Sustatu.com. Ahí descubrí yo lo que se podía hacer con un ordenador, utilizando la red y la imaginación. Cuando llegó el siguiente paso, Goiena.net, ya estaba mentalizado para entrar en la blogosfera.

A medida que he conocido sus prestaciones, la red me ha atrapado. En mi puesto de trabajo no tengo acceso, pero en casa me conecto casi a diario. Afortunadamente, a nuestro caserío llega el ADSL, y tenemos un espacio wi-fi para los dos ordenadores. El tráfico es intenso: a la vuelta de una avería en la línea que duró diez días, teníamos más de cien mensajes en el servidor.

De web a blog

Desde que conozco la red, he asistido al cambio radical que Internet ha provocado en las costumbres comunicativas. Yo distingo tres fases de cambio, marcadas cada una por una herramienta predominante: la web, el correo y los blogs.

En la fase web, se llevaban las publicaciones complejas, cargadas de efectos para impactar, lentas y caras. Comparando con lo que ha venido después, eran pocos los emisores y primaba la imagen institucional sobre la información. Fue la fase de la navegación, sólo los hábiles llegaban y, en ocasiones, la aventura deparaba sorpresas. La información circulaba en una sola dirección.

En la fase del correo, se ha desarrollado el diálogo, la información de ida y vuelta, a veces circular: chats, grupos, listas… La conversación entre ordenadores se convierte en alternativa al teléfono. Se utilizan registros informales próximos al lenguaje oral. El receptor pasivo de webs se convierte en agente activo de correo. Además, mucha gente se incorpora a la telemática, atraía por la funcionalidad del e-mail.

Por último, la fase blog ha traído una especie de síntesis de lo anterior: se trata de publicaciones sencillas, tan vistosas como se quiera y, al mismo tiempo, interactivas. Y ha surgido un mundo nuevo, la blogosfera, variopinto y libre. Existen blogs comerciales, institucionales o vinculados a grupos de comunicación; pero, sobre todo, hay miles y miles de blogs personales, creados para dar rienda suelta a la creatividad de su autor.

Mi blog

El portal local Goiena.net es el culpable de mi entrada en la blogosfera, hace casi un año. Nos ficharon a varios predicadores de su entorno para crear una comunidad de blogs en euskera, que abriera –de paso- el mercado de los blogs comerciales. Acepté incorporarme al primer pelotón y aprendí los rudimentos de la herramienta. Desde entonces, en mi blog Piperrautsa he publicado más de 100 entradas, algunas –incluso- con foto; tengo 42 suscriptores según Bloglines, y recibo bastantes respuestas. Los lectores aprecian los relatos sobre mis trabajos en el viñedo en distintas épocas del año. En los temas polémicos, abundan las respuestas; en ocasiones dirigidas a mí, pero a veces también se enzarzan entre sí. Me gusta escribir sobre mis recuerdos de juventud en Ormaiztegi, se me pone el alma morcillona. Y, sobre todas las cosas, me siento libre, tremendamente libre, responsable único de todo lo que escribo.

Piperrautsa

¿Blog o papel?

El papel tiene siempre límites de espacio: la columna de Goienkaria son 1.350 caracteres, la página de Argia, 3.500. Como referencia, este escrito tiene 7.500 caracteres. En el blog, el tamaño no importa, un mensaje puede ser breve o extenso, según el tema y la inspiración.

En el papel, hay que calibrar los temas y el modo de tratarlos. Suelo tener siempre en cuenta al lector y trato de escribir claro y directo, para captar su atención. Para no aburrir, evito los registros excesivamente personales, maliciosos o descarnados. Entre otras cosas, porque el papel encuentra con facilidad el camino al juzgado. Me siento mucho más libre en el blog, con mi deontología como único filtro.

Del papel apenas llegan respuestas. Algún comentario, -casi siempre favorable, los otros te evitan-, pocas cartas, un anónimo… Y es frustrante escribir, una semana tras otra, sin saber si a alguien le interesa lo que escribes. Es más gratificante el blog, las respuestas son frecuentes y, según crece la blogosfera, cada vez más variadas.

Sin embargo, aprecio ambos soportes. El papel sigue teniendo un encanto especial, y en blog no he hecho más que empezar. Por eso, renuncio a elegir y me quedo con los dos: blog y papel.

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