Hasier Etxeberria Escritor |
Urkiri SALABERRIA
Fotografía: Karlos CORBELLA
Traducción: Koro GARMENDIA IARTZA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Es ya media tarde cuando nos citamos con Hasier, que nos ha hecho un hueco en su agenda y en el programa “ETBko Erresuman”. Al verlo en persona, uno se da cuenta de su imponente presencia; diría que su magnetismo aumenta. En una sala de invitados, nos disponemos a conversar con Hasier Etxeberria, al entrevistador entrevistado.
¿Cómo es Hasier Etxeberria?
Un tipo normal, actual, que se hace preguntas acordes a su tiempo. Que trata de vivir buscando la coherencia, la felicidad y el bienestar, como todo el mundo. No creo que sea nada extraordinario. Digamos que soy "un tipo con suerte".
¿Al igual que en la película “Match Point”, donde el roce de la pelota de tenis en la red se convierte en una metáfora de la vida?
Sí, exactamente. En mi caso, la pelota ha caído al lado bueno.
¿Qué hace un hombre como usted en un lugar como éste?
Creía que era cosa del destino, pero, afortunadamente, me he dado cuenta de que las aficiones han ido venciendo a lo que al principio parecía ser mi destino. Mi profesión y actividad actuales son más afines a mis gustos y estudios.
Como los artistas...
Eso lo dice usted (sonríe).
¿Y cuáles son esas aficiones que han ganado el terreno al destino?
El arte, la cocina, la naturaleza... Mil cosas.
Lo cierto es que lo dicho hasta ahora bastaría para completar la entrevista a un escritor de cuentos, pero bueno... desarrollémosla un poco más. ¿Cómo es la familia de Hasier Etxeberria?
Hoy en día soy padre de una familia "prototípicamente" burguesa, partidario de la igualdad, y con un toque hedonista. Tengo mujer y dos hijos, padres, hermanas... Soy un tipo corriente.
¿Dé dónde procede su afición por la literatura escrita en euskara? ¿Cómo llegó a ser escritor?
Bueno, he hablado en euskara desde pequeño. A los catorce años hice un curso con Patxi Altuna. En ese sentido, era un niño prodigio. Todos los de mi cuadrilla eran castellanoparlantes, pero, quizá por el ambiente que se ha respirado en mi casa, siempre he sentido el euskara como algo muy cercano. Lo de ser escritor no fue algo que yo eligiera; siempre he sido escritor. Tengo trabajos publicados con nueve años...
¿Con nueve años?
Tenga usted en cuenta que, en nuestra niñez, el euskara era un asunto político. En todos los pueblos había dos o tres "locos" dispuestos a salvar el euskara, y entre esos "locos" estaba mi padre, un hombre para mí heróico. En aquellos años no teníamos ocasión de leer nada en euskara; lo poco que había era muy religioso y aburrido, pero estaba en euskara y lo leía. Eso crea perversiones, y, en efecto, sigo en esa perversión. Me he detenido en ese estadio donde el deber y el placer se fusionan.
¿Qué le aporta la escritura?
En la fase evolutiva en la que me encuentro, la escritura me produce un gran placer, y me he parado en esa fase de escritor humilde. No tengo ninguna misión divina con respecto a la literatura, lo que es toda una liberación y perversión.
¿Qué está escribiendo en estos momentos?
Puede que le sorprenda, pero no estoy escribiendo nada en euskara. El mes que viene voy a publicar en castellano.
¿Qué procedimiento sigue a la hora de escribir?
Ya para cuando me siento, tengo la idea más o menos desarrollada. Es el oficio. Sé que hay que tener imaginación, pero sin oficio no vamos a ningún lado.
¿Y cómo se clasifica a usted mismo en este oficio?
Yo siempre he creído ser un escritor de cuentos, aunque es un estatus que nunca se me ha reconocido en Euskadi, y no sé por qué. En las antologías de cuentos, por ejemplo, nunca han recogido mi aportación, y eso me duele. Es un dolor privado, al fin y al cabo, porque he obtenido premios en certámenes de cuentos, y también los he publicado.
Creo que una de mis mejores obras es un libro de cuentos, "Karramarroen Aztarnak", un libro que ha pasado sin pena ni gloria... Pero así es la vida. Yo siempre he pensado que soy un escritor de cuentos.
También ha escrito novelas...
Sí, pero es muy cansado. Acabas molido. Además, pasas parte del tiempo entre obsesiones y ausencias, y debería pedir permiso o complicidad a mi familia.
¿Qué es la inspiración para usted?
Algo que se encuentra entre la realidad y la ficción, del grosor de un pelo. Me encanta contar cosas hasta perderme; es decir, confundir tanto la realidad con la ficción y la ficción con la realidad, que al final ni yo sepa qué es real y qué irreal...
En varias ocasiones ha comparado la Escritura con la Arquitectura. ¿Cuál es su material preferido para la construcción?
¿Para la construcción física?
Interprételo como quiera...
Los palos y las sogas. Me encanta jugar con los objetos que encuentro en la playa. Sobre todo con materia orgánica, con la que lleva la marca del paso del tiempo. Mis objetos preferidos son los que no buscan la perfección matemática. El arte Povera, el Land Art, me gusta mucho...
Ya que lo cita, ¿qué es el Arte para usted?
Lo que una persona muestra por vez primera. El Arte surge cuando alguien muestra algo que nunca había enseñado. En el fondo, el Arte trata de incitar al ser humano a seguir adelante. Anda muy cerca de la intuición, y, normalmente, por delante de la Filosofía... Luego vienen las palabras, las explicaciones. El Arte, en un sentido clásico, es la zanahoria del burro. Desde mi punto de vista, claro... De todos modos, no sé qué será hoy en día...
¿En qué consiste su trabajo en la actualidad?
En estos momentos, en la televisión, en acatar las órdenes de mi jefe. Como todos vosotros... (risas).
Para terminar, y si le parece bien, vamos a hacerle unas breves preguntas... ¿Cuál es su patria?
Mientras me lo prohiban, Euskal Herria.
¿En qué cree?
En lo de siempre. En las relaciones humanas verdaderas, en los auténticos descubrimientos, en los amigos de verdad, en un auténtico pedazo de pan, en un beso real...
¿Qué no soporta?
Tengo cada vez menos paciencia. No soporto que me hagan perder el tiempo.
¿Cómo se conquista a Hasier Etxeberria?
¿Hoy en día? Depende de quién seas. Si eres Naomi Campbell y eres capaz de mantener una conversación inteligente, no vas a tener ningún problema (risas). En lo demás, lo que más aprecio es el entretenimiento que encuentro entre mis amigos.
¿El tesoro más preciado que legaría a sus hijos?
El mayor de los tesoros es la vida misma.
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