Los Pirineos en la cooperación transfronterizaEscuchar artículo - Artikulua entzun

Rafael HUESO, Secretario General. Comunidad de Trabajo de los Pirineos

Frontera es un término muy común y muy utilizado en nuestro lenguaje diario. Utilizamos esta palabra para designar el límite de un territorio, de un concepto… La toponimia de ciertas poblaciones se ha visto influida por esta palabra que completa la denominación (véase Jerez de la Frontera v.g.)

Si navegamos por Internet las acepciones relativas a “frontera” se cuentan por millones. Por tanto, está claro que todos tenemos un significado que adjuntar a esta palabra.

Las fronteras, como definitorias del contorno de los territorios, se han convertido en protagonistas a lo largo de la Historia, llegando a producirse conflictos e incluso guerras abiertas, por su causa. El resultado de las mismas solía llevar aparejado un cambio en la demarcación inicialmente trazada, que producía cambios traumáticos para la población de la zona. Quizá por ello las fronteras evocan en muchas personas recuerdos negativos, cargados de tristeza.

En otras ocasiones, llegar a la frontera suponía el cambio a una vida mejor, alejarse del sufrimiento económico, de la falta de libertades. En definitiva, pasar “al otro lado” significaba entrar en un mundo lleno de posibilidades. Este deseo aún persiste hoy en día para muchos. Solo hay que comprender el sueño que albergan todos los inmigrantes que acuden a las puertas de la UE.

Los Pirineos no han sido ajenos a estas circunstancias. En la primera mirada al mapa vemos serpentear una línea oscura entre valles y cumbres, que es capaz de atravesar ríos, y que solo la detiene el mar Mediterráneo al este y el Océano Atlántico al oeste. El propio macizo, con montañas que pueden llegar a alcanzar más de tres mil metros de altura, es realmente una barrera física que separa dos estados (o tres, sin olvidar a Andorra). Este muro de 430 km. tiene dos pasos tradicionales: Irún-Hendaia, en el extremo occidental y por Portbou-Cèrbere, en el oriental. Ambos han sido testigos de hechos históricos importantes relacionados con gestas militares (los cartagineses de Aníbal camino del Rubicón, las tropas de Napoleón en la guerra de la península ibérica, etc). Hoy en día, estas vías son víctimas del progreso, con la congestión del tráfico de mercancías.

Antes de la firma del Tratado de Límites en el año 1856, la frontera de los Pirineos siempre había sido débilmente configurada y era susceptible de cambios de acuerdo con la coyuntura que los tiempos adoptaran. Las disputas han sido frecuentes durante siglos. Al margen de grandes batallas (Roncesvalles v.g.), también los municipios han llevado a cabo trifulcas, que se han convertido, en algunos casos, en tradiciones que han llegado hasta nuestros días. Es el caso del llamado “Tributo de las tres vacas” entre los habitantes del valle del Roncal y el de Baretous, que según cuenta la leyenda, parece que todo comenzó a causa de la titularidad de unos pastos.

Con la creación de aduanas estables y con grandes controles administrativos, entró en juego la picaresca traducida en el lucrativo contrabando. No en vano, cuando se habla del comienzo de la cooperación transfronteriza pirenaica, se suele hacer referencia, irónicamente, a que precisamente fue este tipo de “negocio” quien estableció los primeros lazos a ambos lados.

Los últimos años del siglo XX, con una Unión Europea tomando conciencia de una Política Regional, el protagonismo adquirido por las Comunidades Autónomas españolas en sus relaciones exteriores, una primera descentralización en Francia en los años 80 y el llamado Convenio-Marco de Madrid de 1980, auspiciado por el Consejo de Europa, constituían el escenario idóneo para acometer una iniciativa institucional a favor de la Cooperación Transfronteriza en nuestro territorio.

Presidentes de la CTP
Presidentes de la CTP / Comunidad de trabajo de los Pirineos.

El resultado se tradujo en el nacimiento de la COMUNIDAD de TRABAJO de los PIRINEOS (CTP) en 1983, con la firma del Protocolo de Burdeos. A él se adhirieron Aquitania, Midi-Pyrénées, Languedoc-Roussillon, por el lado francés; Euskadi, Navarra, Aragón y Catalunya, por parte española; y el Principado de Andorra.

Los contactos políticos y una voluntad decidida hicieron posible esta realidad. Era el momento de dar cobertura a las relaciones transfronterizas que se iban produciendo y empezar a hablar de la frontera más como lugar de encuentro y menos como una línea divisoria entre nuestras colectividades.

Juanto a la constitución de su estructura (Presidencia, Comité de Coordinación y Comisiones Sectoriales), la CTP se dotó de una sede, situada en Jaca, en la Torre del Reloj, un edificio medieval situado en el centro de la ciudad. Actualmente, cuenta además, con el apoyo de la Delegación de Euskadi en Bruselas, por ser quien ostenta la presidencia actual.

Fieles a los principios de su creación, los representantes de los gobiernos regionales de ambos lados del Pirineo y del estado de Andorra pusieron en común sus ideas de colaboración en diferentes campos, desarrollándolas con los instrumentos que sus competencias disponen. Se trató de crear valor añadido mediante la cooperación a lo que de forma aislada no hubiera podido tener éxito.

En definitiva, durante más de 20 años, la CTP ha tenido claros dos frentes de actuación dada su propia configuración.

· Por un lado, se han llevado a cabo proyectos transfronterizos implicando a entidades de ambos lados del Pirineo. La voz de interlocutores privados, del sector socio-económico, municipios,…tiene cabida en este gran objetivo. Todos contamos en esta labor.

· Por otro, la CTP se postula como el interlocutor legítimo de la cooperación transfronteriza pirenaica ante los estados francés y español. Por ello, vemos con optimismo que, desde el pasado año, las Cumbres de los Gobiernos de Francia y España cuenten con la participación de las regiones francesas y las comunidades autónomas españolas que formamos parte de la CTP.

Las Colectividades miembro de la CTP representan a 17 millones de habitantes que sufren los efectos de una frontera que, como decíamos, es un muro físico en la mayor parte de sus 430 km. de longitud.

Por tanto, la permeabilidad es uno de los problemas más importantes a los que nos enfrentamos. En un mundo en el que las comunicaciones se multiplican día a día, el macizo Pirenaico no iba a ser un espacio menor. El tráfico de los dos pasos de sus extremos estará en pocos años colapsado si no se consigue pronto establecer vías alternativas. Es urgente buscar soluciones que sean satisfactorias para el desarrollo económico de esta macrorregión europea y deben contar con el respaldo mayoritario de los colectivos implicados en el proceso. Un consenso que podamos trasladar a los Gobiernos Centrales de Francia y España. La Unión Europea ya respalda nuestros planteamientos. En concreto, entre los proyectos prioritarios de infraestructuras en Europa, el desarrollo de la Alta Velocidad Ferroviaria a través del Pirineo está ya contemplada desde 1994, en el Consejo Europeo de Essen.

Buscamos crear redes. En muchos sentidos, somos complementarios a ambos lados de la frontera. Nuestras Universidades llegan a realizar hasta un 65 % de la Investigación Teórica. Y están inmersas en el proceso desencadenado por la Declaración de Bolonia, que persigue, entre otros objetivos, hacer homologables los programas de estudios. A esto hay que añadir, que la Unión Europea lanzó hace pocos años la llamada Estrategia de Lisboa que pretende constituirse en la primera potencia mundial, basada en lo que se denomina la sociedad del conocimiento. La CTP no quiere ni puede quedar al margen.

Año tras año, convocamos ayudas para impulsar proyectos realizados por investigadores de ambos lados de los Pirineos, y podemos decir satisfechos, que las redes se van afianzando. ¿Por qué mirar lejos cuando quizá esté muy cerca la colaboración que necesito? ¿Por qué nuestros alumnos y profesores deben pensar en una movilidad basada en destinos lejanos si al lado pueden tener lo que buscan?

El desarrollo sostenible de nuestro espacio de cooperación es ineludible. En los tiempos que corren, ya nadie se plantea que el desarrollo de un territorio se hace acotándolo y poniéndole límites. Nuestros vecinos nos completan y nosotros a ellos. El espacio natural que se abre ante nosotros, con una agricultura que puede calificarse de montaña; con un área turística, que puede impulsarnos a difundir la marca pirenaica como símbolo de oferta de calidad; los bosques, el recurso del agua,… nos obliga a la CTP a poner en red nuestros recursos de gestión.

Sí, somos 17 millones de personas. Un colectivo que puede presentar una unidad encerrando una gran diversidad cultural. La difusión y creación de la cultura es un campo al que la CTP no escatima atención. Lo mismo que el aspecto lingüístico. Tenemos cuatro idiomas oficiales: Francés, Castellano, Catalán y Euskera. Comprenderse unos y otros respetando su propia idiosincrasia es un objetivo primordial.

Desde su creación, la CTP ha sido testigo de dos hechos que han contribuido a reforzar su existencia:

· El Tratado de Maastricht (1992), que propugnaba una desaparición administrativa de las fronteras interiores de la UE. Esta decisión creaba unos efectos concretos que llevaron aparejada la creación del Programa Interreg. Aquitania, miembro de la CTP, es la autoridad de gestión de esta Iniciativa Comunitaria.

· El Tratado de Baiona, entre Francia y España, que entró en vigor en 1997, y que ha sido nuestra referencia para poder obtener la ansiada personalidad jurídica. Ser un ente en sí mismo y no sólo como la suma de ocho colectividades diferentes. El Consorcio, como figura jurídica de derecho español, es el instrumento que nos dotará de esa personalidad.

Cada año celebramos nuestro Consejo Plenario. Los presidentes de las ocho comunidades tienen su encuentro anual en esta Asamblea. Es el momento de decidir hacia donde deben encaminarse los esfuerzos que vamos realizando. En estos Encuentros se adopta una Declaración que recoge las principales demandas hechas a instancias superiores y los ejes de actuación sobre los que nos centraremos en el siguiente año.

Ahora la Presidencia, que cambia cada dos años por orden alfabético de sus miembros, está en manos de Euskadi. El Lehendakari es el presidente de la CTP que dirigirá el Consejo Plenario nº 25. Un número simbólico en el que coincide un cambio de rumbo, al dotarnos de la personalidad jurídica que indicaba más arriba. Pasaremos a ser una entidad con mayor capacidad de actuación. Es una oportunidad y un reto que asumimos con responsabilidad. Pero la historia de la CTP es un continuo. Euskadi recoge el trabajo realizado por sus predecesores y las siguientes presidencias mantendrán y desarrollarán el nivel alcanzado. Para ello, impulsaremos un esquema de desarrollo de nuestro espacio que nos fije los ámbitos en que debemos centrar nuestra colaboración a medio y largo plazo.

La voluntad de encuentro y la determinación han marcado y marcan las líneas de actuación de la COMUNIDAD de TRABAJO de los PIRINEOS. No hay otro modo de avanzar. Lo mismo que dos no riñen si uno no quiere, se podría decir, que dos no colaboran si uno no quiere. La CTP no son dos, sino ocho miembros, pero siempre han sabido que es colaborando como se conoce y comprende a quien está cerca. Es el primer paso para poder trabajar en común.

Mirar a través de la ventanilla de un avión en un día claro ilustra muy bien todo lo dicho. Al ver el paisaje terrestre a nuestros pies, sin más separaciones que las que marca la Naturaleza, se constata desde la distancia, que no es la Geografía quien crea fronteras sino los seres humanos. Y seremos los seres humanos quienes deberemos quitarlas de nuestras cabezas, que es el lugar donde más tiempo permanecen. Ese el es signo de los tiempos que busca una sociedad mejor. Estoy convencido.

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