Una higuera, la entropía y la historia. Relato de un descendiente de vascos que emigraron hace dos siglos desde Arceniega al Río de la Plata (I/II)Escuchar artículo - Artikulua entzun

Tomás SANTA COLOMA, Dr. en Química, Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina y Profesor de la Universidad de Buenos Aires

Este relato tiene como protagonista a un árbol de la especie Ficus laurifolia, llamado vulgarmente higuera o gomero de la India (ver figura), que con el paso del tiempo creció hasta convertirse en un asombroso ejemplar. Es también parte de la historia de una sociedad ya extinguida, la “Sociedad Forestal Argentina”1, la cual proporcionó a nuestro protagonista un simbolismo que va mucho más allá de su ya importante existencia como árbol. Por haberse extinguido y por lo romántico de su obra, esta Sociedad me recuerda a la “Sociedad de los Poetas Muertos”2. Es también parte de la historia de mi familia, de emigrantes vascos, que vinieron desde Arceniega al Río de la Plata, el primero en 1768. Finalmente, se refiere este relato a esa tendencia intrínseca de la naturaleza humana, y de la naturaleza misma, que con el paso del tiempo determina, frecuentemente, una increíble tergiversación de la realidad histórica. Esto ocurre, algunas veces, de una manera realmente sorprendente. Como veremos aquí, un acontecimiento real, bien documentado, como lo es la historia de esta higuera, puede transformarse fácilmente en una leyenda, que finalmente nada tiene que ver con la realidad. Basta para ello dejar pasar unos pocos años, descuidar por un instante el pasado y las tradiciones, y sumar una buena dosis de nuestra siempre presente imaginación popular; es decir, basta con “dejar que el tiempo haga”, sin oponer resistencia alguna.

  Ficus laurifolia
Ficus laurifolia: Árbol simbólico plantado en Corrientes en ocasión del cincuentenario de su reconquista. Tomado del libro de Miguel Ángel Tobal “El problema del Árbol: memoria de la obra realizada por la Sociedad Forestal Argentina”, pág. 1023.
En realidad, podría culparse de la tergiversación de los hechos históricos a la entropía4, un principio natural definido por primera vez por el Francés Sadi Carnot (1796-1832) en un manuscrito de 1824. El mismo permaneció inédito e ignorado por décadas, dado que Carnot murió repentinamente de cólera y casi todas sus pertenencias fueron quemadas. El manuscrito fue formalmente publicado recién en 1878, gracias a que algunos papeles de Carnot se salvaron del fuego y sus ideas fueron rescatadas y perfeccionadas por Rudolf Clausius (1822-1888) y Lord Kelvin (1824-1907), con el enunciado de las leyes de la termodinámica. En realidad, la palabra “entropía” fue utilizada por primera vez por Clausius, en 1850. Definida en el segundo principio de la termodinámica, la entropía impulsa a los sistemas a evolucionar espontáneamente –sin que haga falta trabajo alguno- desde estados de mayor temperatura hacia estados de menor temperatura, desde un mayor orden a un mayor desorden o caos, e indirectamente, desde estados de mayor energía hacia estados de menor energía. Esto ocurre infaliblemente, aunque para algunos de espíritu más bien esotérico parezca inconcebible que una de las mayores fuerzas impulsoras de la naturaleza pueda tener como objetivo el alcanzar estados de “menor energía”; mientras que para otros, por razones similares, que poco tienen que ver con la razón misma, la tendencia hacia el caos les resulte algo esperable. Es también la fuerza que impulsa la evolución del Universo desde que se originó, en lo que se denomina una “singularidad”, que era un estado de muy baja entropía y altísima energía. Al evolucionar y explotar esta singularidad, al ocurrir el denominado Big-Bang, comenzó la expansión del universo. A medida que el universo se expande, se enfría y aumenta su entropía. El modelo del Big-Bang predice que el universo se expandirá continuamente, y se irá diluyendo y enfriando, hasta que la vida, al menos como la concebimos ahora, desaparezca por completo. Una modificación a esta teoría postula que en realidad la expansión ocurrirá hasta que se llegue a un punto de equilibrio, en el que entonces el Universo comenzará a contraerse nuevamente, hasta formar otra singularidad y un nuevo Big-Bang. Lamentablemente ambos modelos son incompatibles con la vida. Esto crea un gran problema existencial, porque significa que todo lo que hagamos, todo lo que construya nuestra civilización, tarde o temprano desaparecerá ¡Qué todo el esfuerzo es inútil! Es una visión bastante catastrófica y poco optimista.

Hasta ahora se consideraba que la entropía del universo era finita y ese concepto era la base del modelo del Big-Bang... Sin embargo, hace dos años, dos jóvenes físicos de la Universidad de Chicago, el Profesor Asistente Sean Carroll y su estudiante Jennifer Cheng, postularon un nuevo modelo, en el que consideran que la entropía del universo es en realidad infinita5. Este modelo tiene como consecuencia la posibilidad de que existan múltiples universos, es decir, sugiere que el Big-bang no fue un fenómeno único, sino que en realidad es muy común y que ocurre continuamente, por supuesto, a enormes distancias de espacio y tiempo. Aunque es de muy difícil comprobación y deberá seguramente perfeccionarse, este modelo es realmente muy alentador, porque implica que en el momento en que nuestro Universo se vuelva incompatible con la vida, entonces podremos mudarnos a otro universo que recién comience su expansión y que ya sea compatible con la vida, sea cual fuera la forma que tenga la vida al alcanzar ese punto en la evolución. Entonces, siempre que otros universos existan en distinto grado de evolución, ya no será en vano todo lo que la civilización pueda construir. Es por ahora una cuestión de Fe, pero es una idea muy esperanzadora ¡Y todo esto gracias la entropía!

Además de la expansión del Universo, algo más bien abstracto y que no nos toca muy de cerca por ahora, debemos tener en cuenta que incluso la información y la comunicación están sujetas a la entropía, como lo postuló Claude E. Shannon en 1948 en su Teoría de la Comunicación6. En dicha teoría, la entropía es un número que mide la incertidumbre de un mensaje. Es nula cuando la certeza es absoluta y máxima cuando la incertidumbre es máxima. Cómo la tendencia natural, espontánea, es hacia estados de mayor entropía, podemos afirmar -sin temor a violar la segunda ley de la termodinámica- que la tendencia espontánea de la naturaleza, y del hombre, es a crear mayor incertidumbre acumulando información; un hecho espontáneo, que ocurre probablemente a expensas de la acumulación de conocimiento y de creatividad. Ya mencioné algunos hechos que podrían atribuirse a este principio entrópico, como el cólera, el fuego y la ignorancia que atentaron contra muchos de los manuscritos de Carnot, y veremos luego otros, como las raíces de la higuera, que espontáneamente cubrieron la placa del cincuentenario y la sumieron en el olvido. Además de estar presente en todos los sistemas naturales, maquinarias y reacciones químicas, la entropía lo estará muchas veces en el subjetivismo al interpretar la realidad, en la tendencia a cambiar la historia para hacerla más amena o acorde a nuestras creencias o costumbres... y en infinidad de situaciones y conductas humanas.

Esta tendencia natural al caos, con el paso del tiempo deteriora visiblemente la realidad histórica. Y lo hace espontáneamente, como todos los fenómenos naturales, a menos que ejerzamos alguna acción para neutralizarla. Afortunadamente, existe otra fuerza opuesta a la entropía y que se encuentra arraigada, entre otras cosas, en las tradiciones transmitidas de padres a hijos, de educadores a alumnos, de escritores a lectores, y si somos afortunados, quizá hasta en documentos irrefutables; pero fundamentalmente, esta fuerza se encuentra también en nuestra propia naturaleza humana. ¿De qué se trata? Es interesante en este sentido el pensamiento del filósofo Francés Henri Bergson (1859-1941; premio Nóbel 1927), quién rechazaba la concepción mecanicista del mundo natural, incluyendo las ideas de Darwin y Spencer, y proponía que el pensamiento, la creatividad, y aún la evolución, son el producto de un “impulso creativo”, que se contrapone a la entropía7. Por el contrario, B.F. Skinner (1904-1990), más contemporáneo, postulaba que toda conducta humana está regida fundamentalmente por nuestra herencia genética y por nuestra historia personal, y que la libertad y la dignidad humana son una ilusión8. Sin caer en uno u otro extremo, e independientemente de cual sea la concepción más acertada, que sin duda irá perfeccionándose con las décadas y los siglos, creo que podemos asumir sin mayor preocupación a equivocarnos gravemente, que tanto la entropía material como la entropía intrínseca a la naturaleza humana se oponen al “impulso creativo” de Bergson y atentan ambas contra los documentos históricos y contra el relato fiel de los hechos, es decir, contra la realidad histórica. Es sorprendente la similitud entre estos conceptos y los estados de “vibración” o “energéticos” más elevados de alma, que postulan los que aman lo esotérico; lo hacen de una manera más bien intuitiva y sin entender realmente con profundidad lo que significan la energía, las vibraciones o la entropía. ¡Apasionante!

Podemos concluir entonces, que estos efectos negativos para la realidad histórica ocurren espontáneamente, de la misma manera que fluye el calor de un cuerpo caliente a uno frío, rechaza el aceite al agua o se expande el Universo. Pero lo más importante, es que estos hechos negativos para la historia prevalecerán a menos que hagamos algo, es decir, que utilicemos energía para evitarlo, que usemos el “impulso creativo” que se opone a la entropía. En pocas palabras, que nos pongamos a trabajar para lograrlo, como ocurre en todos los órdenes de la vida.

Referencias Bibliográficas y Notas:

1 Sociedad Forestal Argentina, Inspección General de Justicia, Exp. F, No. 13, 1911. No confundirla con la empresa “La Forestal”.

2 Recordando a “Dead Poets Society”, aquella fantástica película escrita por Tom Schulman, dirigida por Peter Weir y protagonizada por Robin Williams.

3 Tobal, M. A. (1923) El problema del árbol: memoria de la obra realizada por la Sociedad Forestal Argentina. Una copia de este libro se encuentra en la Biblioteca Nacional y otra en la Biblioteca del Maestro, en Buenos Aires, Buenos Aires: Talleres Gráficos Argentinos L.J. Rosso y Cía.

4 Entropía: Fuerza de la naturaleza por la cual todo tiende a la desintegración, al caos; indirectamente, a un estado de menor energía. Solamente puede revertirse esa tendencia utilizando más energía. La energía libre (G), la entalpía (H), la temperatura absoluta (T) y la entropía (S) están relacionadas mediante la ecuación dG= dH-TdS; de modo que un aumento de entropía (de desorden, de caos), produce un estado de menor energía, es decir, más favorable. Esto, por supuesto, en términos termodinámicos.

5 Berardelli, P. (2004) In the Stars: The (big) question of time. The Washington Times November 18th.

6 Shannon, C. E. (1948) Una teoría matemática de la comunicación (A Mathematical Theory of Communication). The Bell System Technical Journal 27, 379-423,623-656.

7 Bergson, H. (1911) Creative Evolution, translated by Arthur Mitchell, Ph.D. , Henry Holt and Company, New York.

8 Skinner, B. F. (1971) Más allá de la libertad y la dignidad (Beyond Freedom and Dignity). Hackett Publishing Company, Incorporated.

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