Mario Chapo Bortagaray. Un científico argentino (I de II)Escuchar artículo - Artikulua entzun

ALTUNA DE MARTINA, Ángeles de DiosÁngeles de Dios ALTUNA DE MARTINA

Nieto de Jean Borthagaray, proveniente de Iparralde y emigrado a Montevideo a mediados del siglo XIX, entre sus numerosos descendientes, tuvo al destacado cirujano MARIO CHAPO BORTAGARAY, nacido en Mercedes, provincia de Corrientes, Argentina en 1909. Fueron sus padres don Salvador A. Chapo, de profesión farmacéutico, y doña María Tilia Borthagaray, dedicada a los quehaceres de su casa. La memoria familiar cuenta que el abuelo, harto de que le escriban mal su apellido, con la h en cualquier lugar decidió sacarla y usarlo sin esa letra.

El futuro médico finalizó el colegio secundario en su provincia natal e ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires a los 15 años. Su desempeño como estudiante fue promisorio, y en 1935 regresó con el título de doctor en medicina en esa casa de altos estudios.

Actividad profesional

Mario Chapo Bortagaray se inició en su profesión en distintos pueblos de la provincia del Chaco. Entre 1938 y 1942 fue director del Hospital de la Compañía Las Palmas del Chaco Austral, emporio dedicado al cultivo de la caña de azúcar entre otros emprendimientos industriales y comerciales. Ya desde esos años demostró sus inquietudes e iniciativas por la cirugía. Diseñaba parte de su instrumental quirúrgico adaptado a las necesidades de sus enfermos. En los talleres del ingenio le fabricaron un separador de costillas de hierro, a rosca, para poder operar y no cortar tanto.

Este hombre de ciencia se formó junto a los médicos argentinos Ricardo y Enrique Finocchietto de quienes decía había aprendido las técnicas quirúrgicas. Entre sus primeros trabajos mencionamos los destinados a lograr la cura de los enfermos pulmonares mediante una técnica quirúrgica por él creada, cuando aún no existían los modernos sistemas de inmunización y prevención de la tuberculosis.

Estudió para esos años el control del dolor postoperatorio para aliviar a los enfermos y preparaba -con este fin- algunos medicamentos de forma artesanal. En la década del cuarenta ya publicaba en las revistas especializadas tales experiencias. Entre ellas: “Técnica quirúrgica. Un nuevo separador”; “Nueva orientación terapéutica en la tuberculosis pulmonar”, “Cirugía del vértice del pulmón. Lesiones ulcerosas aplicables” entre otras que dejaron testimonio de sus permanente experimentaciones y estudios.

Casi toda su actividad profesional la desarrolló en el Hospital “J. C. Perrando” de Resistencia sin la infraestructura necesaria, los laboratorios especializados y los recursos económicos necesarios.

En 1948 viajó a Boston donde perfeccionó su técnica quirúrgica; era ambidiestro, con las dos manos, cortaba, con las dos manejaba la tijera... Los testimonios de médicos y veterinarios dan cuenta de sus dotes “disecaba todo el cadáver porque era un cirujano técnicamente extraordinario”.

Búsqueda de soluciones en la cura de la diabetes

Mario Chapo Bortagaray continuó en la búsqueda pertinaz de la cura de la diabetes con métodos innovadores, entre ellos, la técnica quirúrgica llamada solarectomía, cuyas experiencias se publicaron en dos libros: “Cirugía del plexo solar. Diabetes. Hipertensión y Pancreatitos” (1986), y “Solarectomía. Gangliectomía solar bilateral” (1992).

De estas investigaciones y numerosas intervenciones quirúrgicas, Chapo dejó trabajos que publicó en revistas científicas nacionales y extranjeras. En la primera obra explica los fundamentos de su teoría y praxis durante más de treinta años. Él diría, en ese entonces, que el sistema simpático y en especial los ganglios solares, participan de importantes patologías muchas de ellas ignoradas por la medicina tradicional y la generalidad de los médicos.

Mario Chapo Bortagaray
En Boston, 1948.

Consignó, entre otras cosas, que el estrés crea distintas enfermedades cardíacas, gastrointestinales, renales, vasculares y endocrino-metabólicas y que “la solarectomía es el mejor recurso que dispone la medicina para ser útil en todas ella”. Planteó de este modo la teoría que ya estaba demostrando con numerosos casos: la utilización de la cirugía como alternativa.

“Quiero dejar perfectamente aclarado que si bien la solarectomía no cura la diabetes, los beneficios que aporta son tan significativos, que puede considerarse a esta cirugía como la máxima ayuda al tratamiento clínico”.

Los trasplantes de páncreas

Mario Chapo Bortagaray realizó dos trasplantes de páncreas. El primero de ellos (18 de agosto de 1968), difundido ampliamente por la prensa nacional. Sería el primero en el país y el tercero en el mundo. Fue la culminación de varios años de investigación y experimentación. Los estudios previos le demandaron varios meses de trabajos, entre ellos investigaciones de laboratorio, la evaluación del paciente receptor, análisis, búsqueda del donante, preparación de la infraestructura apropiada, equipo de profesionales altamente capacitados en endocrinología, cirugía, y laboratorio entre otras especialidades a los que dirigía personalmente.

Algunos trabajos previos se realizaron en la Clínica Modelo de Lanús. donde había realizado un trasplante de páncreas en el perro, y posteriormente, integró el equipo quirúrgico y experimental de dicha Clínica. Durante ese tiempo, trabajó con profesionales de distintas especialidades y auxiliares de acreditada experiencia.

La noticia del trasplante que conmoviera a la opinión pública, fue comunicada al Instituto Merieux de Lyon, en Francia, a donde se solicitó suero antilofoncítico para la prevención de los fenómenos de rechazo del injerto. La otra comunicación, que llevaría a la Argentina al reconocimiento mundial, fue a los Estados Unidos para que la intervención fuera inscripta en el Registro Internacional de Trasplante de Páncreas (International Pancreas Transplant Registry). La prensa dio amplia cobertura a este logro de la ciencia y lo calificaron como “aporte quirúrgico argentino al tratamiento de la diabetes”, “operación única en el mundo”, “hazaña” o “la Argentina en la avanzada de las investigaciones sobre la diabetes”.

Mario Chapo Bortagaray
Con su equipo de trabajo. Investigaciones sobre diabetes e hipertensión arterial.

Otra derivación de relevancia fue que el director del mencionado registro, David E. R. Sutherland, recomendó al equipo de Chapo Bortagaray como consultor en el tema de la diabetes, ofreciéndole más adelante, la posibilidad de continuar su carrera de investigador en los Estados Unidos, lo que Chapo declinó varias veces. Simultáneas comunicaciones se realizaron a distintas Sociedades Científicas de la Argentina y del exterior. La experiencia fue celebrada por distintos profesionales y la sociedad en general. Sin embargo, en otros colegas provocó agudas polémicas, pero ello no fue obstáculo para continuar el trabajo.

El segundo trasplante de páncreas fue en julio de 1969 y se la practicó al sacerdote español Jaime Soler, de 40 años. Este caso tendría singulares repercusiones por la falta de donantes que dilataron en su momento la operación. Uno de ellos estaba detenido en una unidad penitenciaria, e informado probablemente por la prensa de la búsqueda de donantes, ofreció la posibilidad de que le extrajeran una porción de su glándula para la operación. Su gesto no pudo aceptarse por la negativa del juez que intervenía en su causa a autorizar la operación.

Avances en el injerto de células pancreáticas

Después de estos acontecimientos, Chapo continuaría trabajando en su lugar habitual de experimentaciones, donde no sólo no contaba con los recursos de la tecnología que se requería, sino además con el interés político necesario en apoyar las investigaciones. Sin embargo los resultados obtenidos señalarían ante el mundo, que en un lugar alejado de la geografía argentina y de los grandes centros de investigación, un médico y sus colaboradores habían podido realizar el injerto de células pancreáticas.

Mientras en el país se gestaban estos avances, Chapo gestionó y obtuvo la posibilidad de concurrir a los Estados Unidos para perfeccionar la técnica quirúrgica en los trasplantes de células pancreáticas y conocer los trabajos que en tal sentido se estaban realizando en el Estado de Minnesota.

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