Para evitar posibles confusiones, quizá sea bueno aclarar qué no va a encontrar el lector en las páginas de este libro. En él no se lleva a cabo un análisis de la evolución del Fuero o, en general, de la legislación navarra a lo largo de los siglos. Tal como se indica en el título, los Fueros son tratados en cuanto lugar de la memoria. Con este concepto, puesto en circulación por el historiador francés Pierre Nora, se definen aquellos elementos (materiales o simbólicos) importantes en la definición identitaria de una colectividad. En la medida, además, en que nunca o casi nunca hay un consenso total en torno a ese tipo de definición, los lugares de la memoria son siempre lugares conflictivos, sujetos a luchas dialécticas entre los distintos grupos que intentan hacer valer su visión de la colectividad humana de la que se trate (Navarra, en el caso de este libro). Como podrá ya intuirse, lo que ha constituido el objeto fundamental de este trabajo han sido los discursos en torno al Fuero (y no, como ya se ha señalado, el Fuero mismo), y la forma en que se relacionan con el discurso en torno a la identidad de Navarra.
El estudio de esos discursos en torno al Fuero han supuesto un largo recorrido cronológico, que se extiende desde finales del siglo XV hasta el siglo XX. El libro, en cualquier caso, se estructura en dos grandes partes. La primera abarca desde el siglo XV hasta 1841, es decir, hasta la promulgación de la Ley de Modificación de Fueros de Navarra (la conocida como "Ley Paccionada"). La segunda, a su vez, se centra en la reinterpretación de los Fueros a lo largo de los siglos XIX y XX, hasta llegar al actual Amejoramiento.
La primera parte se abre con un preludio historiográfico en el que se intenta evaluar los cambios introducidos en la visión de la historia de Navarra y en la valoración de algunas instituciones (como el Rey y las Cortes) como consecuencia de la conquista. Para ello se comparan dos crónicas anteriores a la conquista (del Príncipe Carlos de Viana y de Juan de Jaso) y dos posteriores a ella (de Sancho de Alvear y de Diego Ramírez Ávalos de la Piscina). Tras este preludio, se entra ya en materia: la construcción y desarrollo de un discurso foral en el nuevo contexto creado por la conquista y posterior anexión a Castilla del reino de Navarra. Son varios los tipos de fuentes utilizadas para ello: compilaciones de leyes, textos de leyes pedidas en Cortes, polémicas (en torno al Fuero Reducido, en el siglo XVI; en torno a la leva de quintas, en el siglo XVIII), historiografía (particularmente la del siglo XVII). A partir de todas ellas se ha intentado reconstruir cuál era la visión que el reino de Navarra presentaba de sí mismo, de su modo de incorporación a Castilla (de la conquista), y de la validez de los Fueros en la nueva situación. Simplificando un argumento más complejo, el reino plantea la pervivencia de los Fueros y la obligación de los reyes de Castilla de respetarlos aún después de la conquista. Para ello, van a verse obligados a buscar diversas explicaciones para esta última, es decir, van a verse obligados a elaborar discursos estratégicos que permitan defender la vigencia de los Fueros pese a la conquista. Para ello no faltará quien afirme, por citar una de las teorías más llamativas, que lo ocurrido fue una voluntaria entrega de los navarros a Castilla (García de Góngora en el siglo XVII); por ello también, se recurrirá a mitos ya ensayados en otros territorios vascos (como el tubalismo y el cantabrismo).
El discurso que se construye desde Navarra se desarrolla de un modo polémico, en discusión continua con la Corona. Hay que tener en cuenta que ésta no acepta nunca explícitamente los planteamientos navarros. Es significativo el rechazo a aprobar el Fuero Reducido en el siglo XVI, o las veces que se niega que la unión con Castilla haya sido de tipo "eqüe-principal" (pieza ésta clave en el discurso navarro). El Antiguo Régimen en Navarra podría, de este modo, definirse como una larga discusión en torno a la forma de gobernar el reino y acerca de su modo de estar en la Monarquía hispánica.
Esta primera parte concluye con los ataques que se producen a comienzos del siglo XIX contra los Fueros vascos en general, aunque sean los de Navarra los que interesan en el contexto de este libro. Tanto Joaquín Traggia en 1802 como José Mª Zuaznávar en la década de 1820 tratarán de minar los fundamentos historiográficos que sustentaban ese discurso foral lentamente construido desde el siglo XVI. A su encuentro saldrá el tudelano José Yanguas y Miranda, que defenderá los Fueros de los citados ataques. Paradójicamente, será el propio Yanguas quien se vuelva con posterioridad el crítico más agudo del sistema foral navarro y ponga las bases teóricas para su transformación en la ya citada "Ley Paccionada" de 16 de agosto de 1841. Mediante esta ley, las antiguas instituciones quedarán abolidas a cambio de la obtención de un régimen de autonomía administrativa.
Tras la ley de 1841, el antiguo discurso foral queda arrumbado y se vuelve algo extraño, arqueológico, difícilmente comprensible, de otro tiempo. La segunda parte del libro está dedicada a estudiar la recuperación y reinvención del discurso foral a finales del siglo XIX por parte de Hermilio de Olóriz, y a su posterior españolización en el siglo XX a manos de Víctor Pradera, Eladio Esparza y Jaime Ignacio del Burgo.
Olóriz reinterpretó el Fuero en torno a dos ejes: en primer lugar, el Fuero de Navarra ha sido y es ejemplo de gobierno cercano, descentralizado; en segundo lugar, el Fuero es manifestación del modo de civilización de los vascos, expresión nacional. De este modo, Olóriz inserta la historia del Fuero en el debate contemporáneo, el debate, por una parte, entre centralismo y descentralización y, por otra parte, el debate acerca de los nacionalismos (la nación vasca frente a la española). En el siglo XX, Víctor Pradera y Eladio Esparza desarrollarán el primer eje en forma de regionalismo (es bueno que Navarra tenga una buena medida de autogobierno), y darán la vuelta al segundo. Si Olóriz veía los Fueros como manifestación nacional de los vascos, los citados autores encuentran en los Fueros la expresión de la españolidad esencial de Navarra. En ellos se condensarían los valores de la España tradicional y manifestarían, por tanto, el destino español de Navarra. Tanto Pradera como Esparza efectúan esta reinterpretación de modo polémico, a modo de respuesta al nacionalismo vasco: al subrayar la españolidad de Navarra como resultado de la historia (como verdad histórica, más allá de la voluntad de los ciudadanos), quieren colocar la pertenencia de Navarra a España más allá de todo posible debate.
El esqueleto teórico de los trabajos de Jaime Ignacio del Burgo se basa enteramente en lo dicho por Pradera y Esparza. Del Burgo actualiza sus ideas, lima algunas aristas, y lleva la idea de la españolidad esencial de Navarra al Amejoramiento actualmente vigente en Navarra. Españolidad que se coloca también por encima de la opinión de los propios ciudadanos.
El libro traza, como se ve, un largo recorrido. Más detallado en su primera parte, en la segunda se centra en aquellos discursos más centrales en torno al Fuero, buscando los ejes de fuerza más que la exhaustividad. En este viaje de varios siglos, no obstante, son las rupturas y cambios los que quedan subrayados, más que las continuidades. Queda pues, el tema (y los propios Fueros) abiertos a nuevas transformaciones.
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