Pedro María PÉREZ CASTROVIEJO, Dpto. de Historia e Instituciones Económicas. Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. UPV/EHU
U na de las líneas de trabajo que mayor arraigo ha tenido en la historiografía de los niveles de vida ha sido la construcción de series de salarios reales. Claro que para ello es obligado construir previamente un índice de precios de bienes y servicios de consumo necesarios para evaluar el coste de la vida, y recoger a su vez salarios nominales representativos del grupo social de referencia, en este caso, los jornaleros mineros.
La evolución del coste de la vida depende de los precios de bienes y servicios, cuya composición se altera con el tiempo atendiendo a cambios en los gustos y preferencias consumistas de las familias trabajadoras. Durante el último cuarto del siglo XIX, el principal capítulo de gastos de una familia en la zona minera de Vizcaya lo constituyó la alimentación (70 por 100), destinándose el resto a vivienda, vestido, aseo y combustibles. Comenzada la siguiente centuria la situación se alteró, pasando a ser un 63 por 100 la partida de alimentos y un 37 por 100 la dedicada al resto de bienes y servicios.
El índice del coste de la vida elaborado bajo esos presupuestos se ha basado en precios al por menor. Se experimenta un ligero incremento entre la Segunda Guerra Carlista y mediada la década de los ochenta. Este movimiento se explica por el alza de los alimentos, alquileres y vestuario como consecuencia de la llegada masiva de inmigrantes y el desajuste producido en la estructura de la oferta. La posterior caída de los precios durante la segunda parte de esa década da inicio a una fase de estancamiento hasta 1912, que sin duda tuvo que contribuir a la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores. El cambio sustancial en la tendencia del índice se vislumbra durante los años previos a la Gran Guerra, experimentando un salto espectacular entre 1915 y 1920. Esta situación vino provocada por los cambios en la economía internacional desde el inicio de la guerra. El índice mantiene con posterioridad los altos niveles alcanzados, a pesar de que los primeros años de la década de los veinte, hasta 1923, se corresponden con una breve y brusca caída que da paso a una fase de estabilidad hasta el inicio de la Guerra Civil española.
¿Cómo evolucionaron los salarios nominales? Aunque no disponemos de datos seriados con anterioridad a 1900, las informaciones puntuales de una serie de años nos permiten documentar esa etapa como una fase de ligero incremento de los jornales. Una segunda fase, de 1900 a 1914, ya con series elaboradas de salarios, permite apreciar un crecimiento más evidente, donde el jornal base pasó de 3 a 4 pesetas/día. Y en un tercer periodo, hasta el comienzo de la Guerra Civil, se aprecian saltos espectaculares como el experimentado entre 1916 y 1921, de algo más del 90 por 100. La explicación de la sustancial subida de los jornales durante la Primera Guerra Mundial y los primeros años de posguerra tiene que ver con el cambio de actitud de la patronal ante la imparable subida de los precios, en un contexto de grandes beneficios industriales, relativa escasez de mano de obra, y de fuerte presión sindical. Aunque no se pensó en consolidar estos aumentos, el salario nominal ya no bajó a los niveles de preguerra. Los niveles salariales se mantuvieron, e incluso la tendencia continuó siendo alcista, pues todavía entre 1926 y 1936 se alcanzó un incremento del 17,5 por 100.
Cuadro y Gráfico 1.- Evolución
del salario real del jornalero minero, 1913=100 |
Fuentes: Elaboración propia. PEREZ CASTROVIEJO, P.M., “Poder adquisitivo y calidad de vida de los trabajadores vizcaínos, 1876-1936”, Revista de Historia Industrial, nº 30, I (2006), pp. 103-142. Véase también nº 31, fe de erratas. |
El gráfico y la tabla nº 1 recogen la evolución del salario real, mediante el cociente entre los salarios nominales y el índice del coste de la vida, expresado en números índice con base en 1913. A pesar de que las dos últimas décadas del siglo XIX no aparecen en el gráfico, datos puntuales y el seguimiento de otros trabajadores no especializados nos permiten concluir que el salario real se resintió especialmente durante los últimos años 1870 y primera parte del decenio siguiente. Este movimiento descendente fue causado por la escasa movilidad del salario nominal y por unos elevados precios. Durante la última década del siglo XIX se experimentó una ligera mejoría que continuó de forma moderada –como se puede apreciar en el gráfico- durante la primera del nuevo siglo. Un cambio de tendencia se observa a partir de 1912. La pérdida de las posiciones económicas de los trabajadores se hizo especialmente crítica en tiempos de la Primera Guerra Mundial e inmediata posguerra. El salario monetario no logró crecer lo suficiente para atenuar el excesivo coste de los bienes y servicios consumidos por los trabajadores. La inflexión a la baja del salario real se fue superando al tiempo que la actividad económica remontaba favorecida por la coyuntura internacional. La moderación de los precios y la labor del Estado durante la Dictadura, determinaron una mejoría que con alguna intermitencia se extendió hasta comienzos de los años 1930. Los años posteriores de la II República, en medio de un clima de crisis económica internacional, pero también de mejores condiciones de trabajo, no significaron pérdidas significativas del salario real, al menos para los que siguieron trabajando. La experiencia de los trabajadores mineros nos informa de un crecimiento de su capacidad adquisitiva del 12 por 100 entre 1931 y 1936, provocado por la estabilización e incluso el moderado descenso de los precios.
NOTA BIBLIOGRÁFICA
La capacidad adquisitiva del peón minero y de otros trabajadores de diversa categoría profesional se analiza en PEREZ CASTROVIEJO, P.M. (2006), “Poder adquisitivo y calidad de vida de los trabajadores vizcaínos, 1876-1936”, Revista de Historia Industrial, nº 30, año XV, I, pp. 103-142. Véase en la misma revista, número 31, la fe de erratas. Una visión más amplia del nivel de vida de la zona, que incluye otros indicadores como las condiciones de vida y trabajo, la mortalidad, las enfermedades, la antropometría, los avances en la medicina, la infraestructura del agua y la labor de las instituciones públicas, puede verse en PEREZ CASTROVIEJO, P.M. (2005), “Niveles de bienestar de la población minera vizcaína. Factores que contribuyeron al descenso de la mortalidad, 1876-1936”, Revista de Demografía Histórica, XXIII, I, pp. 71-105.
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