Dos horas con Julio Álvarez del VayoEscuchar artículo - Artikulua entzun

Alberto GARATE GOÑI

En el filo de los siglos XIX-XX cuatro hermanas, muy bellas y cultas, apellidadas Cra, del Oberland Bermés, se establecieron en Madrid donde una, tal vez dos, de ellas trabajaban en la Embajada o en el Consulado suizo. Trudy Cra se casó con Luis Araquistain, político y periodista socialista, Erika con Julio Álvarez de Vayo, político socialista, para algunos cripto-comunista, y Luisa con Agustín Viñuales, republicano que llegó a ser Ministro de Hacienda durante la II República.

  Luis Araquistain Quevedo
Luis Araquistain Quevedo
En el verano de 1960, tal vez de 1961, muerto ya mi pariente Luis Araquistain, parte de mi familia, yo de acompañante adolescente, visitamos a Julio Álvarez del Vayo y a su esposa, en Biarritz, donde veraneaban. Era mi entorno familiar, republicano y socialista mayoritariamente prietista, es decir nada pro-comunista, aunque valoraba positivamente el orden del PCE durante la guerra 1936-39, pero también negativamente su actuación contra los anarquistas, POUM y socialistas radicalizados, y, sobre todo, ensalzaba el esfuerzo de la URRS en la victoria contra los nazis.

Julio Álvarez del Vayo había sido Ministro de Negocios extranjeros, durante el final de la guerra española en el Gobierno de Negrín, insigne médico, socialista moderado pero muy dependiente, dado el abandono a su suerte de la II República española por Francia y por el Reino Unido, de los comunistas. Antes de conocerle yo, un chaval del Goiherri, imaginaba a Julio Álvarez del Vayo como un rojo de película española, una especie de Carlos Casaravilla, picado de viruelas y con chamarra de cuero. No fue así. Julio Álvarez del Vayo era un hombre guapo, bien plantado, al igual que su mujer, y estaba bien vestido, enfundado en un batín de seda con lunares. No en vano era hijo de un general alfonsino y de una terrateniente, muy beata, en la zona de Lumbier. Además de hablar sobre temas familiares y generales, nos informó que le habían trasladado a Nueva York en avión y le habían pagado, todos supusimos que los comunistas, una operación de la vista en Norteamérica.

Txiki Benegas  
Txiki Benegas
Foto: Rafael Rivas Gómez
Simpático, algo petulante a “la madrileña”, nos enseñó fotos de sus visitas a Nehru y a Mao-Tse-Tung. Se me caían todos mis apriorismos. Pero la caída definitiva aconteció cuando le dijo a mi padre: “¿Sabes Guillermo, que han introducido en Roma el proceso de beatificación de mi madre?”. Más tarde, cuando, probablemente senil, fue presidente del FRAP me acordé muchas veces de esa frase. Julio Álvarez del Vayo fue expulsado del PSOE, habiéndole comunicado la expulsión Txiki Benegas.

Recuerdo algo más, dijo, y entonces no me sorprendió, lo siguiente: “los republicanos nos equivocamos con los vascos (sic). Un Estatuto rápido, con Navarra dentro, posiblemente no hubiera habido Guerra civil”. Años más tarde, claramente después de haberle leído a Idoia Estornés, me di cuenta que se refería al ¡Proyecto del Estatuto de Estella!, que había desnaturalizado al proyecto de la Sociedad de Estudios Vascos. No debe olvidarse que, en los años 30 del siglo XX, los valores democrático-liberales eran muy débiles no sólo en la derecha sino también en un amplísimo sector de la izquierda.

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2007 / 01 / 05-12