Cambio Climático, un asunto muy exageradoEscuchar artículo - Artikulua entzun

Antón URIARTE, Geógrafo y climatólogo

Pasó ya el aniversario del Katrina, esperaron ansiosos los medios que este año se repitiese la tragedia, los cámaras de televisión se desplazaron a Florida para prepararse a filmarla. Y nada. Apenas algún ciclón que pasa lejano. Un muerto en Haití atribuido a la tormenta Ernesto... La decepción se comprende: las catástrofes climáticas no sólo aportan malas noticias (“good news, no news”) sino que además son filmables, dan imágenes. Por el contrario, los terremotos, los tsunamis, son impredecibles y duran poquísimo. A estos no hay quien los filme, acaso por casualidad alguna cámara de seguridad capta unas imágenes.

A un ciclón tropical se le sigue con imágenes de satélites durante varios días. La evolución de su intensidad, de su tamaño, de su trayectoria, aporta al telediario un relleno y una rutina cada vez más cotizada. Se le calienta al espectador día a día y así se crea adicción y fidelidad. ¿Llegará al Golfo de México? ¿Afectará a algún pozo petrolero? ¿Subirá la gasolina? ¿Qué cara se le pondrá a Bush? Esto sí que da juego.

El año pasado convenía centrar la atención en el Atlántico, porque es ahí en donde la frecuencia era inusualmente alta. Los medios daban por supuesto que la culpa era del "calentamiento global", a pesar de que los huracanes del Atlántico Norte sólo representan más o menos el 15 % de la cifra total de ciclones tropicales. Empleando el zoom donde convenía, a la gente se le convenció de que el número de huracanes en el planeta ha aumentado. Pero en una escondida página web de Meteofrance encontré esta gráfica de la frecuencia global desde el año 1989. Nada de nada.

Frecuencia anual del número total de ciclones
Frecuencia anual del número total de ciclones
Fuente: MeteoFrance

Es casi seguro que la atmósfera se ha calentado un poco durante el siglo XX. Y es probable que la actividad humana haya intervenido. La Tierra es un planeta humano, y se nota. Hemos triplicado la población, pasando de ser unos 2.000 millones a ser más de 6.000 millones en 100 años y la esperanza de vida se ha duplicado. Es decir somos más y duramos más tiempo. Además, el calentamiento, que trae más beneficios que perjuicios, puede que no sea sólo achacable al CO2 —un gas vital consustancial con este crecimiento demográfico— sino también a otras múltiples causas, especialmente a los cambios de usos del suelo agrícola y urbano, a la deforestación y reforestación, a los regadíos, a la construcción de canales y carreteras, de aeropuertos, etc. Estos cambios, que a lo largo del siglo XX han sido tremendos, han alterado los paisajes terrestres en más de un 30 % y es normal que hayan repercutido en la humedad del suelo, en la extensión de las superficies congeladas, en los flujos de calor latente y sensible.

De todas formas, como el calentamiento medio global es demasiado lento para atraer el interés (ver figura), se echa mano de acontecimientos locales raros y extremos, y la globalización de la información y el catastrofismo de los medios permiten mantener el espejismo de que ahora ocurren con mayor frecuencia que antes. La idea reciente, no demostrada ni empírica ni teóricamente, de que el calentamiento global hace que aumenten los fenómenos extremos es así fructífera.

Evolución de la temperatura media global
Evolución de la temperatura media global en superficie medida con termómetros (línea roja) y en la baja troposfera (entre 0 y 3.000 metros) medida por satélites (línea azul). Se representan las diferencias de las temperaturas mensuales con respecto a las medias mensuales del período de veinte años 1979-1998 (sólo existen mediciones satelitarias desde 1979)

Continuas alarmas sobre inundaciones o ciclones tropicales, no demuestran que se esté produciendo un cambio climático anormal en la historia del clima. Las víctimas del Katrina fueron bastantes menos que las habidas en Estados Unidos en otros ciclones que se produjeron cuando las emisiones de CO2 eran insignificantes. El de Galveston, en 1900, en el que murieron casi 8.000 personas, por poner un ejemplo. Y fuera del Atlántico, el de Bangladesh, en Noviembre de 1970, con 500.000 víctimas, del que ni se sabe la categoría, pues no había ni satélite ni mediciones. Más cerca, casi nadie se acuerda de la borrasca atlántica de febrero de 1953 que provocó la ruptura de los diques del Zuyder Zee e inundó el 70 % de Holanda, muriendo casi 2.000 personas.

Si uno busca en el archivo de noticias de Google News lo que la prensa americana decía en los 70 del “global cooling” (enfriamiento global) encuentra muchas noticias. Entonces lo que se temía era un enfriamiento, pues la temperatura media del planeta desde los años 40 hasta los años 70 tendió a la baja (a pesar de que las emisiones de CO2 crecieron con fuerza debido a la industrialización que siguió a la terminación de la Segunda Guerra Mundial) (ver figura).

Tendencia lineal de la temperatura
Tendencia lineal de la temperatura media global entre 1935 y 1975

En aquellos años 70, un informe de la CIA alertaba de que el enfriamiento podía perjudicar la cosecha de grano en los Estados Unidos y en Canadá y desatar una crisis mundial alimentaria sin precedentes. Pero pese a los vaticinios malthusiano/ecologistas de aquella época, como el famoso informe del Club de Roma, la producción mundial de alimentos se ha multiplicado por 2,3 desde 1961 y la población humana por 2,0. Si hay cientos de millones de personas que pasan hambre en los países subdesarrollados, la causa no es ni el calor ni la “pertinaz sequía” (el calor tiende más bien a que aumenten la precipitaciones, especialmente en África).

¿Y es tan malo el calentamiento? A la humanidad le perjudica mucho más el frío que el calor. El informe de impactos de la Agencia para el Cambio Climático del Gobierno Británico indica que el hipotético calentamiento del siglo XXI supondrá en aquel país una reducción de la mortalidad de unas 20.000 personas por año. Un estudio detallado de la mortalidad en Barcelona realizado por el profesor Raso muestra lo que los medios suelen obviar: las muertes aumentan en los meses de invierno y disminuyen en verano, por la menor incidencia de las enfermedades pulmonares y cardiovasculares en las personas mayores de 65 años (ver figura).

Mortalidad por millón de habitantes y temperatura media
Mortalidad por millón de habitantes y temperatura media diaria en Barcelona (1990-1997)
Fuente: J.M. Raso

El CO2 no es solamente acusado de ser el causante de los hipotéticos males derivados del calentamiento global, sino que es también denominado y presentado como el contaminante atmosférico por excelencia. Pero el CO2 no es un gas tóxico. La concentración atmosférica actual es de unas 380 partes por millón y para sentir un ligero dolor de cabeza se necesita que su concentración aumente hasta las 5.000 partes por millón del volumen de aire. En nuestros pulmones la concentración suele alcanzar las 50.000 partes por millón.

Es más, La historia del clima muestra que cuando ha habido más CO2 en la atmósfera, en la Tierra ha habido más vida. El aumento atmosférico de CO2 puede influenciar positivamente en la actividad de las plantas de dos maneras.

En primer lugar, el incremento de CO2 en el aire refuerza la función clorofílica y, por lo tanto, potencia el crecimiento y la producción neta de vegetación, de biomasa.

De hecho, en muchos invernaderos modernos se insufla CO2 para mejorar el rendimiento de las plantaciones y el tamaño de las cosechas. En segundo lugar, como consecuencia del incremento del CO2 en el aire, se produce una disminución de la evapotranspiración y del consumo de agua por parte de la vegetación, ya que los estomas de las hojas tienden a cerrarse cuando aumenta la concentración del gas. De esta forma, las plantas pierden también menos agua y la fotosíntesis se hace más eficiente.

Terminando...

No tengo espacio en este artículo para discutir uno a uno cada punto de la “letanía” de catástrofes que nos auguran (subida del nivel del mar, deshielo del Ártico, enfermedades tropicales...) Y aunque aquí he acusado a los medios de comunicación de tergiversar la realidad del “cambio climático”, las exageraciones parten de los propios científicos, que no se atreven a contradecir las teorías oficiales por miedo razonable a quedar fuera de la construcción de la pirámide. La pirámide es la Ciencia, con su geometría determinada, sus faraones y sus subvenciones. Luego el asunto es aprovechado por los políticos y en último lugar, por ciertos grandes industriales. Tampoco tengo tiempo ya para analizar tantos intereses creados. Si el humor nos lo permite, otro día continuamos.

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