Don Pero López de AyalaEscuchar artículo - Artikulua entzun

DIPUTACIÓN FORAL DE ALAVA

La figura del Canciller

Hijo del constructor del Palacio de Quejana y fundador del Convento de dominicas, nació en Vitoria en 1332 y murió en Calahorra en 1407.

Fue personaje destacado en la Corte de Enrique III que le otorgaba el título de Canciller Mayor de Castilla en 1398 y poseía desde 1373 las tierras del mayorazgo de Ayala, fundado por su padre, a las que había añadido el señorío de la Villa de Arceniega en 1371, antes de recibir la herencia paterna, y el de Salvatierra, obtenido por merced de Juan I el 22 de junio de 1382 y que permaneció bajo señorío de los Ayala hasta la derrota del Comunero D. Pero López de Ayala, tercer nieto del Canciller, en 1521, quien lo tenía bajo la denominación de Condado a partir del 4 de diciembre de 1491, fecha en que se le concede el título en el Real de Granada, al final de la guerra contra Boabdil.

Paulatinamente, y con el paso de los años, la personalidad de D. Pero fue creciendo no sólo en poder, sino también en la vida política, en la milicia y en el mundo cortesano. En 1350 había capitaneado ya una nave castellana en la escuadra enviada por Pero I contra el rey de Aragón y había peleado en 1360 frente a las gentes de Enrique de Trastámara en lucha con su hermano el rey don Pero. Más tarde, junto a su padre, se había pasado al lado de D. Enrique, luchando a su lado en la Batalla de Nájera.

La figura de D. Pero López de Ayala se agrandaba, entre tanto, en el desempeño de altos cargos políticos. Si Pero I lo había hecho Alguacil Mayor de Toledo, había sido con Enrique II Alcalde Mayor Merino de Vitoria, Alcalde Mayor de Toledo y Merino Mayor de Guipúzcoa.

 
Pero la gran personalidad política de D. Pedro se forjó, sobre todo, en la vida diplomática: eran los años tensos de luchas entre Francia e Inglaterra, enzarzados en la Guerra de los Cien Años, cuando Don Pero, como embajador de Enrique II, viajaba varias veces a Francia participando directamente en el establecimiento de la alianza franco-castellana en 1381, hecho que se suele presentar como un gran triunfo económico castellano porque, a partir de entonces, las lanas merinas de la meseta iban a sustituir a las inglesas en los telares franceses.

En 1385 participó en la batalla de Aljubarrota contra los portugueses, en apoyo a las pretensiones del rey Juan I de Castilla al trono de Portugal, donde permaneció durante 15 meses preso, en el Castillo de Oviedo y quedó libre tras el pago de 30.000 doblas como rescate.

Una vez liberado Don Pero continúa su actividad política, actuando en las Cortes de Guadalajara en 1390, participando en el Consejo de Regencia del Rey Enrique III, de quien recibe a los 66 años, en 1398, el título de Canciller Mayor de Castilla.

La obra literaria

Respecto a su obra literaria, supo aprovechar algunos momentos excepcionales de su vida para redactarla, siendo sin duda de los más fecundos los que corresponden al cautiverio de Ovidos, durante el cual compuso el “libro de la Caza” y la mayor parte del “Rimado de Palacio”.

Esta producción responde a finalidades proclamadas: didácticas para las obras que componen el tema de Job; principalmente moralizadoras para el Rimado de Palacio; ideológicas y hasta propagandísticas para la crónicas; culturales y didácticas para las traducciones.

Las crónicas

Las crónicas de los reinados de Pero I, Enrique II, Juan I y Enrique III, son un monumento de la literatura Castellana y has contribuido a realzar la figura del cronista Ayalés en detrimento de otros aspectos de su personalidad literaria.

Antes que traductor, poeta o filósofo, Pero López fue considerado a partir del Renacimiento, ante todo, como el autor de la empresa cronista más ambiciosa y novedosa desde los tiempos de Alfonso el Sabio.

Lo que hizo a Pero López de Ayala un cronista regio (de la realeza Trastámara) tiene mucho que ver con lo que llevó a Fernán Pérez de Ayala a componer su genealogía: la misma toma de conciencia de una misión testimonial; un mismo profundo afán por contribuir positivamente a la consolidación del nuevo estado de cosas.

Rimado de Placio

Entre las obras de Pero López de Ayala, el Rimado de Palacio ocupa un lugar aparte. En su obra, más personal, capaz de aportarnos el mayor número de informaciones sobre su autor y su concepción de la literatura. También resulta ser su obra más completa. Sus otros escritos están dedicados a un tema o a un campo preciso, lo que limita estrictamente su contenido: las traducciones no se apartan de su modelo; las crónicas se someten a las leyes de un género ya bien definido.

Contrastando con esa especialización estricta de las obras, el Rimado de Palacio en conjunto, constituye una obra de múltiples facetas, donde se mezclan, en aparente confusión, los más diversos temas, los registros del discurso más dispares y los metros más variados.

Las traducciones

Dentro del conjunto de las obras no históricas (literarias) de Pero López de Ayala, las traducciones ocupan un lugar eminente y nos descubren a un personaje con gran afición por las letras y la filosofía. Bajo los títulos de las obras traducidas por Pero López de Ayala se trasluce la personalidad del personaje: hombre culto, aficionado a los viajes y a las culturas extranjeras, buen latinista y capaz también de manifestar cierta autoridad.

Si se observa el contenido de las obras traducidas se tiene una idea bastante precisa de los conceptos manejados por una corriente importante de la cultura castellana de la época. Lo que sorprende es la unidad de conjunto. Esas obras, a pesar de estar escritas en diferentes siglos, hablan de las mismas preocupaciones, con pocas variantes de la precariedad de los bienes de este mundo y la necesidad de desecharlos para merecer la vida eterna.

Su herencia en Quejana

1) El Torreón Capilla de la Virgen del Cabello

D. Pero, cumpliendo la promesa que había hecho a la Virgen del Cabello, estando prisionero en Portugal, acometió la erección de la Capilla de la Virgen del Cabello en 1399.

Ocupa esta Capilla la planta baja de un torreón macizo y severo en su estructura exterior. Es de buena mampostería con sillares en sus esquinales. Remata en corona de almenas, volada sobre modillones de triple curva, que, al recortarse sobre el conjunto de los edificios de Quejana, imprime un sello de fortaleza a la quietud del paisaje que rodea al palacio de don Fernán y al Convento de San Juan, erigido junto a él.

2) En retablo y frontal de la Virgen del Cabello

Ocupaban el testero de la capilla. Las actuales son copias de los originales pintados para esta capilla por disposición del Canciller don Pero López de Ayala y de su esposa Doña Leonor de Guzmán.

El original se encuentra hoy en el Instituto de Arte de Chicago, institución a la que fueron a parar después de haberse vendido en 1913. El retablo y frontal se subastaron en Londres y constituyeron hoy dos de los ejemplares más estimados de la pintura gótica del S. XIV.

Retablo y frontal muestran, sobre todo, los misterios de la infancia de Cristo en relación con María su Madre. Sólo una escena de refiere a la vida pública de Jesús, la de las bodas de Caná y su primer milagro a instancia de la Virgen; y sólo la pintura central de la segunda banda –que rompe el hilo iconográfico del conjunto en aras de la tipología generalizada de los retablos, con efigie del Crucificado en los remates- recuerda la pasión y muerte del Salvador.

En el marco de éste y en el del frontal se repiten los escudos de don Pero López de Ayala y de su esposa doña Leonor de Guzmán, fundadores de la capilla: los dos lobos negros de Ayala, en campo de plata, con borduras de gules –rojas-, y ocho aspas de oro en ellas, y las dos calderas con cabeza de sierpe en cada asa, armas de doña Leonor de Guzmán.

Consta el retablo de dos bandas. En los costados de la inferior van las figuras orantes del canciller Don Pero y de su hijo don Fernán, protegidos y vencidos por San Blas, en el que era el lado del Evangelio, a la izquierda de quien mira el retablo; y en el flanco opuesto de la Epístola se representan las efigies, también arrodilladas de Doña Leonor de Guzmán y de su nuera Doña María de Sarmiento, bendecidas por Santo Tomás de Aquino.

Va al centro de esta banda baja un dosel arquitectónico, rematado por una estrella y un ángel músico; esta pintura servía de fondo al relicario de la Virgen del Cabello, para el que se hizo el retablo.

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