Muchos vascos escribieron con sus hechos la historia de México, antes, durante y después de la guerra de independencia, unos lo hicieron literalmente de su puño y letra en su función de periodistas, escritores e historiadores, como es el caso de Manuel Orozco y Berra y Joaquín García Icazbalceta, y otros en el Ejército, el comercio, la política, la economía, la industria y las artes, todos completamente integrados en la nueva nación independiente, como Juan de la Granja y Ponciano Arriaga, por mencionar sólo algunos, a los que a continuación nos referimos.
Manuel Orozco y Berra
Manuel Orozco y Berra. |
Posteriormente regresó a la capital del país y ocupó dos veces el cargo de Oficial Mayor encargado del Ministerio de Fomento, en el gabinete del presidente Ignacio Comonfort.
Al instaurarse el Imperio de Maximiliano de Habsburgo desempeñó varias comisiones de carácter científico, por lo que fue muy apreciado y reconocido por el propio emperador y ocupó el cargo de Subsecretario de Fomento y Director del Museo Nacional. A la caída del Imperio fue confinado por l gobierno liberal en el ex convento de La Enseñanza y luego sentenciado a prisión pero enfermó y se le concedió curarse en su casa, habilitada esta como cárcel y finalmente terminó su sentencia trabajando en la Casa de Moneda.
Conservó siempre a sus amigos, a los que frecuentaba, en especial a Don José García Icazbalceta. En 1855 apareció su Diccionario Universal de Historia y Geografía, en 10 volúmenes; Geografía de las Lenguas y Carta Etnográfica de México, en 1864, y Memoria para el Plano de la Ciudad de México, en 1867, Apuntes para la Historia de la Geografía en México en 1881 y también en ese año Historia Antigua y de la Conquista de México, su obra más importante. Además escribió muchos trabajos como artículos y comentarios sobre diversos temas científicos y culturales.
Joaquín García Icazbalceta
Joaquín García Icazbalceta. |
Destinó gran parte de su tiempo a la investigación histórica y rescató muchos manuscritos antiguos que estaban a punto de perderse y con los que formó un importante acervo enriquecido con sus propias conclusiones.
Siempre se interesó en las trayectorias de los caudillos que participaron en la historia de México y formó insuperablemente una bibliografía sobre el primer siglo de la cultura española en la Nueva España. Además escribió muchas biografías de alta calidad para la historia cultural de México.
“Su labor social en sus fincas del estado de Morelos –dice uno de sus biógrafos- es de las más dignas de ser estudiadas pues en muchos puntos se anticipó a lo que más tarde habría de intentarse como cosa legal en la revolución de 1910”. Realizar esta labor no le costó trabajo gracias a su profunda religiosidad y su amor a los pobres.
Otro campo en el que se desempeñaba muy exitosamente era el de la filología y la lingüística y dejó muchas obras interesantes relacionadas con esta especialidad. Su versatilidad era asombrosa, así como su facilidad de llevar a cabo exitosamente todo lo que emprendía. Un aspecto característico en él era que elaboraba integralmente sus propios libros, desde escribirlos, hasta corregirlos, imprimirlos y encuadernarlos. Fue académico fundador de la Lengua en México y su tercer director.
Son dignas de mención entre sus muchas obras su Colección de Documentos para la Historia de México 1858-66, Tres Diálogos Latinos de Francisco Cervantes de Salazar, Don Fray Juan de Zumárraga, Bibliografía Mexicana del Siglo XVI, Primera Parte. Catálogo razonado de libros impresos en México desde 1519 a 1600, Vocabulario de Mexicanismos y un sinfín de trabajos literarios y culturales que mucho contribuyeron a la historia de México.
Entre los que no fueron escritores hay vascos brillantes y tan significativos para la historia de México como:
Juan de la Granja
Juan de la Granja. |
Se marchó a Estados Unidos y regresó en 1820. Adquirió la ciudadanía mexicana y en 1827 viajó nuevamente a la Unión Americana; se estableció en Nueva York, en donde fundó un periódico llamado “Noticioso de Ambos Mundos” y en 1838 fue nombrado Vicecónsul de México en Washington, en reconocimiento al celo con que defendió los intereses de México en Estados Unidos.
Estando en la capital estadounidense presenció la puesta en operación de la primera línea telegráfica en el mundo, lo que despertó su interés en llevar tan novedoso y útil medio de comunicación a México.
Fue nombrado Diputado al Congreso y adquirió una mina en el estado de San Luis Potosí. En 1842 es nombrado cónsul y en 1846 regresa definitivamente a México al surgir dificultades entre ambos países. Radicó en la ciudad de Querétaro y en 1848 fue electo Diputado por Jalisco al Congreso, reunido en Querétaro.
Por fin logra realizar su proyecto de introducir el telégrafo eléctrico en México, al obtener la concesión para ello en mayo de 1849, empresa en la que, por cierto, perdió casi todo su capital. El 3 de noviembre de 1851 se inauguró el primer tramo de la línea conductora, con 45 leguas de extensión, entre la ciudad de México y la población de Nopalucan, en el estado de Puebla, que luego fue nombrada oficialmente Nopalucan de la Granja y poco después fue nombrado Director General de Telégrafos, función a la que dedicó toda su atención y entusiasmo. En mayo de 1852, a menos de cinco meses de haber inaugurado la primera línea telegráfica, extendió la comunicación al puerto de Veracruz, principal punto de entrada y salida de importaciones y exportaciones en el país.
Juan de la Granja murió en la ciudad de México en 1856 y en 1867 puso el gobierno en ejecución un plan para extender la telegrafía a todo el país. Finalmente, en 1898 se creó la Escuela Nacional de Telegrafistas para que se encargarán de operar el útil medio de comunicación, lo que marcó el inicio de una de las más importantes etapas en el desarrollo de México.
Ponciano Arriaga
Ponciano Arriaga. |
Desde pequeño mostró buena disposición y facilidad para el estudio y para antes de cumplir 20 años ya había terminado la carrera de abogado y se graduaba como tal.
En 1832 asumió el cargo de secretario de la campaña por la presidencia del país del General federalista Esteban Moctezuma, quien contendió en contra del también General Anastasio Bustamante, uno de los personajes más polémicos de la historia de México y quien ocupó repetidas veces la presidencia del país.
En 1833 combatió con la pluma y desde las filas de la Guardia Nacional a los partidarios del General Antonio López de Santa Anna, otro personaje polémico, uno de los actores principales cuando la guerra entre México y Estados Unidos, con su preludio de la Guerra de Texas, y quien también ocupó la presidencia el país varias veces.
En 1841 ocupó el cargo de regidor del Ayuntamiento en su ciudad natal, hasta que fue depuesto y encarcelado por sus oponentes políticos debido a su filiación federalista. Al cambiar la dirección de los vientos políticos fue nombrado diputado local para luego asumir el cargo de Secretario de Gobernación, desde donde apoyó la educación popular gratuita y la irrigación en el campo. En 1843 y 1846 fue diputado al Congreso de la Unión. Al producirse la invasión estadounidense por la frontera norte de México, Arriaga se empeñó en la misión de enviar víveres y emolumentos a las tropas del Ejército Mexicano que combatían en el estado de Coahuila y en Nuevo Laredo y en 1848 se opone a la celebración de un tratado de paz entre México y Estados Unidos a base de cesión de territorio por parte de la nación mexicana. En diciembre de 1852, el presidente Mariano Arista le nombra Ministro de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública. Al acceder el poder por enésima ocasión el controvertido Antonio López de Santa Anna, de quien se dice que tuvo acuerdos secretos con los invasores cuando cayó prisionero de ellos en un punto llamado San Jacinto, Arriaga fue enviado al destierro y se dirigió a Nueva Orleáns para reunirse con Benito Juárez, Melchor Ocampo y otros liberales como él, que se encontraban en sus mismas condiciones. Al triunfo de la revolución liberal llamada de Ayutla, regresa a México y en las elecciones para el Congreso Constituyente de 1856 es electo diputado por distritos de varios estaos como San Luis Potosí, Guerrero, Jalisco, México, Michoacán, Puebla, Zacatecas y el Distrito Federal, capital del país, así como primer presidente del mismo Congreso y de la Comisión de Constitución. A este Congreso le correspondió aprobar la Constitución de 1857, base de la de 1917, actualmente vigente. A Arriaga se le llamó “Padre de la Constitución” por haber sido uno de sus principales redactores, por sus ideas sociales expresadas en su obra Voto Particular Sobre la Propiedad y por su defensa del proyecto de la Constitución de 1857 precisamente en los momentos en que se estaba proclamando el retorno a la Constitución de 1824.
En 1862 fue gobernador interino del estado de Aguascalientes y en 1863 gobernador de la capital del país y en enero de 1863 falleció en su ciudad natal. Sus restos descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres en la ciudad de México y en el Paseo de la Reforma figura una estatua con su efigie.
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