Prevención del carcinoma de cuello uterino: una vacuna frente al cáncerEscuchar artículo - Artikulua entzun

Lourdes SARRÍA URIGÜEN, Profesora Titular. Departamento de Inmunología, Microbiología y Parasitología. Facultad de Medicina y Odontología. UPV/EHU

El cáncer de cuello de útero es el segundo tipo de tumor más frecuente entre las mujeres jóvenes (después del cáncer de mama) y la tercera causa de muerte por cáncer en la mujer a nivel mundial. Un 25% de las afectadas acaban falleciendo cinco años después de contraer la enfermedad, y esto en el Estado español, supone unos 900 casos anuales.

Se ha demostrado que unos virus, los Papilomavirus o virus del papiloma humano (VPH) juegan un papel determinante en la etiología de este tipo de cáncer.

La infección por el VPH se transmite fundamentalmente por vía sexual y se considera actualmente la infección de transmisión sexual más frecuente en el mundo y la de mayor contagiosidad.

Papilomavirus humano
Papilomavirus humano. Imagen de microscopia electrónica.
Foto: www.tulane.edu

Hasta el momento han sido identificados por medio de técnicas de hibridación molecular más de 120 genotipos virales diferentes, que en base a su capacidad para desarrollar cáncer (capacidad oncogénica) se clasifican en dos grupos:

-genotipos de bajo riesgo: 6, 11

-genotipos de alto riesgo: 16, 18, 31, 33, 35, 45, 56, 59, 66

Los estudios epidemiológicos sobre la prevalencia de los diferentes tipos de VPH en el cáncer de cuello de útero muestran que la mayoría de estos tumores (60-72%) están relacionados con sólo dos tipos: el VPH 16 y el 18.

Además del cáncer de cuello uterino, hay otras manifestaciones clínicas, no sólo más frecuentes sino también más conocidas tras la infección por algunos VPH como son las verrugas genitales o condilomas acuminados (masas carnosas y vegetantes en zonas húmedas) producidas, casi siempre, por los tipos 6 y 11. Estos tipos virales se asocian también a neoplasias intraepiteliales de bajo riesgo de vagina, vulva, cérvix, pene y ano.

Se estima que cada año se diagnostican en Europa 250.000 nuevos casos de verrugas genitales así como 80.000 nuevos casos de lesiones cervicales potencialmente precancerosas (neoplasia intraepitelial cevical grado 1-NIC 1).

En algunas ocasiones, las manifestaciones cervicales son subclínicas y solo se diagnostican mediante exploraciones genitales como colposcopia, frotis cervical o biopsia.

Factores de riesgo

Hoy se sabe que aunque la infección persistente por algunos tipos de VPH de alto riesgo oncogénico constituye un factor causal indispensable para el desarrollo del cáncer de cérvix, no es un elemento suficiente. Deben existir otros cofactores, potencialmente favorecedores de la infección por VPH como la dieta, el tabaco, otros agentes infecciosos de transmisión sexual (herpes, chlamydia) alteraciones del estado inmune o incluso la toma de anticonceptivos orales.

Además, hay dos factores de riesgo que determinan la importancia de la infección por VPH: la edad y la actividad sexual.

Son las mujeres jóvenes las que tienen un mayor riesgo de infección que se incrementa con el número de compañeros sexuales y, a su vez, con la promiscuidad del compañero.

La infección se dará con mayor frecuencia en aquellos individuos que inician su actividad sexual más precozmente. Y es que el virus presenta una especial avidez por las células epiteliales en diferenciación del cérvix uterino, propias de los cambios que acontecen de forma natural durante la adolescencia. Así, en este epitelio, el virus puede permanecer latente o aprovechar la diferenciación celular para salir de la latencia y dar lugar a enfermedad clínica o subclínica.

No obstante, el intervalo entre la adquisición de la infección por VPH y la progresión hacia la malignidad durará al menos diez años, por lo que el cáncer de cérvix es poco habitual en mujeres por debajo de los 25 años, aumentando progresivamente su incidencia hasta una máximo entre los 40 y 50 años de edad.

Prevención

Actualmente, existen programas de detección y control del carcinoma de cuello uterino mediante el diagnóstico y el tratamiento de las lesiones precancerosas. Estas estrategias han supuesto un gran éxito en países industrializados, donde la incidencia de cáncer de cérvix ha disminuido notablemente en los últimos años.

Sin embargo, este tipo de progresos son de difícil instauración, incluso inviables, en países en desarrollo, donde se dan el 80% del total de casos.

Además, estos programas no previenen la infección vírica pero el desarrollo de vacunas y su aplicación permitiría reducir significativamente la morbilidad y los costes relacionados con esta infección.

La gran novedad con respecto a los papilomavirus es la inmediata disponibilidad de vacunas frente a los tipos vitrales mas frecuentes.

A día de hoy, hay dos vacunas polivalentes que pronto estarán disponibles en nuestro medio:

-una vacuna bivalente (CervarixR, GSK) frente a los tipos 16 y 18, y

-una vacuna tetravalente (GardasilR, Sanofi Pasteur MSD) frente a 6, 11, 16 y 18 (licenciada por la FDA desde junio de 2006).

Ambas son seguras, bien toleradas y altamente eficaces.

Si recordamos que los VPH 16 y 18 producen casi el 70% de los carcinomas de cérvix y los 6 y 11 son responsables de casi el 90% de las verrugas genitales, se espera que la implantación de esta vacuna tenga un impacto muy significativo.

En la Unión Europea, el uso de la vacuna ha sido aprobado ya en 13 países.

En el Estado español, está prevista su aprobación para después del verano. Queda por determinar si su administración se facilitará de forma gratuita a todas las jóvenes o si se establecerán otros criterios.

En opinión de los especialistas la vacuna debería incluirse en el calendario vacunal a la mayor brevedad posible, inicialmente recomendada para las niñas de 9 a 13 años (es decir, antes del contacto con el virus, y por tanto, antes del inicio de la actividad sexual), posteriormente para las de 14 a 26 y, finalmente, para los niños de 9 a 13 años.

Quedan aún sin contestar muchas dudas que se irán aclarando con el tiempo como la duración de la protección, la necesidad o no de administrar dosis de recuerdo (inicialmente se establecen 3 dosis), la protección frente a otros tipos virales no incluidos en la vacuna, etc.

Las vacunas frente a VPH estarán pronto disponibles. Esto supondrá un nuevo reto para los pediatras, que se enfrentan a la responsabilidad de implantar y difundir una vacuna para prevenir una enfermedad que debuta en la edad adulta y se relaciona con la transmisión sexual.

Pero no debemos olvidar que se trata de una vacuna preventiva, que no va a curar ni la infección ya establecida ni el cáncer cervical sino que va a ayudar a prevenirlos si se administra antes de la infección. Tampoco prevendrá contra otras enfermedades de transmisión sexual, por lo que no hay que bajar la guardia en la aplicación de otras medidas profilácticas como la utilización de preservativos, o lo que es mucho mas importante, la educación en la sexualidad y en la salud.

La vacuna frente a VPH abre una línea estratégica en la prevención primaria de cáncer de cérvix y de otras patologías relacionadas con la infección por papilomavirus y sin duda supondrá un gran cambio que debe ir acompañado de una sensibilización de las autoridades sanitarias, profesionales de la salud, padres, educadores y de los propios adolescentes.

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