Fernando Pedro PÉREZ, Director de Naturaren Ahotsa
Existe un gran desconocimiento sobre la evolución poblacional de las especies marinas litorales de la costa vasca, ya que apenas se han realizado estudios de población, más que de ciertas especies de interés pesquero, por lo que todo cuanto actualmente se sabe, proviene de observaciones realizadas, tanto en la franja intermareal, más fácil de estudiar, pero donde no viven muchas especies de peces, como de observaciones directas subacuáticas del fondo submarino.
Su dificultad de observación, -el mar es un medio distinto que requiere todo un equipo de buceo, buenas condiciones meteorológicas, etc-., hace que los conocimientos que tenemos sobre la densidad poblacional de las especies marinas sea muy limitado, si lo comparamos con el conocimiento de las especies terrestres.
No
obstante, años de observación submarina, de entrevistas personales
con pescadores de todos los puertos pesqueros vascos, desde Zierbena hasta
Hondarribia; años de repaso de las actas de los campeonatos de pesca
submarina, y de entrevistas personales con pescadores submarinos, nos hacen
estar en condiciones de afirmar, que la riqueza piscícola de nuestro
litoral ha descendido, a nivel global en más de un 50% con respecto
a hace apenas dos décadas. La abundancia de peces que caracterizaba
los bajíos de toda la costa vasca, se ha convertido en escasez.
La presión humana que soporta nuestro litoral por parte de pequeños pesqueros, profesionales y de recreo y por parte de pescadores submarinos, así como la grave influencia de la contaminación, especialmente manifiesta en los estuarios, lugares donde la abundancia de plancton -el primer dañado por ésta-, les convierte en auténticas granjas de peces, pues numerosas especies en estado alevín pasan sus primeros estadios en ellos, son factores que han provocado la decadencia de la diversidad piscícola de antaño y la consiguiente reducción de sus poblaciones.
Especies cuya densidad poblacional ha descendido alarmantemente
A
tenor de diversos datos objetivos, conocemos la reducción poblacional
de numerosas especies que hace algunos años eran sumamente abundantes,
y hoy son francamente escasas, como es el caso del besugo (Pagellus cantabricus).
A diferencia de otras especies en las que, a pesar de haber disminuido considerablemente
su número, no se puede decir que se encuentren en peligro, el besugo
ha experimentado tal recesión poblacional, que sí se podría
considerar como una especie amenazada. En la actualidad no sólo ha
dejado de ser objeto de pesca comercial, sino que sus crías, conocidas
con el nombre vulgar de "panchitos", hace años que apenas
se ven en los puertos y áreas litorales vascas. Generalmente las que
se ven son crías de aligote (Pagellus acarne).
También
la anguila (Anguilla anguilla), antaño el pez más abundante
de nuestros estuarios y de todos los ríos del País Vasco, ha
desaparecido de muchos tramos fluviales en los que hace apenas una década
abundaba y su población ha descendido drásticamente o incluso
se ha llegado a extinguir. Así, este pez ha desaparecido del río
Sallobente, a su paso por el coto Salobente; del río Urola, a su paso
por Terriarte, del río Aguntza, a su paso por Ataun, del Oria, a su
paso por Zegama, o del río Añarbe, a su paso por Okilegui, en
Gipuzkoa. También falta en los ríos Burgos, Berrón e
Ibarra, afluentes del Kadagua y en el río Arrankudiaga, afluente del
Nervión.
En las cuencas alavesas se puede afirmar que las poblaciones de anguila se encuentran en vías de extinción. En los ríos que forman la cuenca del Ebro, resulta un pez sumamente raro, por lo que no se puede hablar ya de poblaciones, sino de ejemplares residuales.
Los mayores efectivos de esta especie en el País Vasco, se encuentran en los tramos cercanos a la desembocadura de los ríos vizcaínos y guipuzcoanos, especialmente en los que están menos contaminados, como es el caso del Bidasoa, Urola, Oka, Merkadillo, Lea, Argin, Zubiaur...
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Lubina (Dicentrarchus labrax). |
Otro pez cuya densidad poblacional ha disminuido considerablemente, a tenor de los escasos avistamientos y capturas, es la lubina (Dicentrarchus labrax), aunque aún goza de una población aceptable, su abundancia ha dejado de serlo y se encuentra en franco retroceso. Lo mismo sucede con la dorada (Sparus auratus), -se está observando que los grandes ejemplares son cada vez más escasos en las aguas litorales poco profundas de la costa vasca- o el Pargo (Sparus pagrus), la merluza (Merlucius merlucius), y el salmonete de fango (Mullus barbatus)...
Especies singulares
Pero además de estas especies, existen otras muy singulares que constituyen una auténtica rareza en la costa vasca, ya que su presencia puede considerarse muy puntual, y sus poblaciones extremadamente escasas.
Una
de ellas es la lubina pintada (Dicentrarchus puntactus) de aspecto idéntico
a la lubina común, aunque se diferencia de ella por los numerosos puntos
negros que salpican su dorso y flancos, es sumamente escasa y difícil
de ver. Se ha constatado su presencia en el estuario del Bidasoa, así
como en el río Barbadún, en Muskiz. Sus poblaciones han disminuido
considerablemente en las últimas décadas, pues si bien antaño
estaba presente en numerosas rías vascas, en la actualidad, sólo
se ha detectado su presencia en este río.
También
el sábalo (Alosa alosa), puede considerarse una rareza. Pez anadromo
que al igual que el salmón vive en el mar y acude a los ríos
a desovar, desde hace años únicamente se reproduce en el Bidasoa.
Uno de los peces más singulares de la costa vasca, es la morena (Muraena helena). Vive en fondos rocosos comprendidos entre los doce y los cien metros de profundidad. En el tramo litoral de la costa vasca se pueden hallar algunas poblaciones en la costa de Lekeitio, Ea y Elantxobe, así como en Matxitxako.
Otro
pez que se encuentra en silencioso retroceso es el mero del sur, (Epinephelus
guaza), especialmente en las aguas litorales, donde su presencia es cada día
más esporádica. Si bien en los años sesenta, su pesca
tanto por parte de pescadores litorales, como por los primeros buceadores
deportivos que practicaban la pesca submarina, era relativamente frecuente,
como lo atestiguan las actas de los campeonatos de pesca submarina que se
realizaban entonces, así como los testimonios de numerosos pescadores
que los vendían en las lonjas, en la actualidad resulta sumamente difícil
poder contemplar un mero en la franja litoral, por encima de los 30 metros.
Alguna población habita en los fondos rocosos de cabo Ogoño,
Cabo Villano, Jaizkibel y cabo Matxitxako, donde han sido avistados y pescados
varios ejemplares.
La
corvina (Argyrosomus regius) era un pez frecuente hasta hace algunas décadas
en las aguas litorales de la costa vasca, donde estaba presente en los fondos
arenosos blandos del Abra, en la bahía de Txingudi o en la costa de
la desembocadura del Oria. Existen numerosos testimonios de pescadores que
han capturado ejemplares en estas aguas. Hoy, en cambio, ha experimentado
un gran retroceso, hasta el extremo de volverse muy rara.
Algo
similar ha sucedido con el verrugato de fango (Umbrina canariensis), y con
el de roca (Umbrina cirrosa). Ambas especies habitaban en el área de
influencia de la desembocadura del Bidasoa y del Abra de Bilbao. Testimonios
de diversos submarinistas que los han pescado, indican que resultaba frecuente
observarlas en los fondos arenoso-rocosos, a partir de los 8 metros de profundidad.
Hoy, en cambio, su presencia es sumamente escasa y su reino comienza a mucha
mayor profundidad (a partir de los 35 metros).
Un
pez gregario que visitaba frecuentemente las aguas litorales era el Pez de
San Pedro (Zeus Faber), caracterizado por presentar una gran cabeza huesuda
y un cuerpo oval y muy comprimido de color gris amarillento. Se han pescado
ejemplares en casi todos los puertos pesqueros, por parte de pesqueros de
bajura. Hoy los responsables de las cofradías de pescadores nos dicen
que resulta muy difícil cobrar algún ejemplar.
Peces sedentarios
Existe
un pequeño grupo de pequeños peces sedentarios, que constituyen
una auténtica rareza. Uno de ellos es un pez ventosa, conocido con
el nombre de chuclador (Lepadogaster candollei). Con un tamaño que
no supera los 8 centímetros, este pez habita permanentemente en fondos
rocosos intermareales provistos de abundantes piedras bajo las cuales se cobija
y busca su alimento, basado principalmente en pequeños crustáceos,
moluscos y anélidos.
Se caracteriza por poseer un cuerpo aplastado, provisto, en su zona ventral, de una doble ventosa con la que se adhiere a las piedras. Hallar a un chuclador es sumamente difícil. Puede verse algún ejemplar en franjas intermareales de Jaizquibel, Ulia, Zumaia y Kobarón.
Otro
diminuto pececillo marino singular y difícil de hallar es el Tripterigon
(Tripterygion delaissi). Vive entre los 2 y los 15 metros entre grietas rocosas
existentes en rasas y acantilados. Únicamente se han detectado ejemplares
en Ogoño, Matxitxako, isla de Izaro, Zumaia y costa de Lekeitio-Ondarroa.
Hay dos especies de babosas, pertenecientes a la familia de los Blénidos sumamente escasas en nuestro litoral. Son el gallerbu (Blennius pavo) y el torillo (Blennius ocellaris).
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Torillo (Blennius ocellaris). |
El
gallerbu suele vivir en fondos intermareales cercanos a las desembocaduras
de los ríos. Apenas se le ha detectado más allá de las
rocas intermareales existentes en la desembocadura del Bidasoa (Jaizkibel
y playa de Hendaia), así como en Zumaia. Hace años también
estaba presente en el Abra de Bilbao, pero en la actualidad aquí resulta
casi imposible ver un solo ejemplar, debido a la destrucción de su
hábitat tras el relleno y la construcción de los nuevos diques
de Punta Lucero.
El torillo es también un raro pez de nuestra costa caracterizado por presentar un cuerpo alargado, alto y comprimido, cuya primera parte de su aleta dorsal posee una mancha oscura ocelada, de ahí su nombre. Vive a partir de los 30 metros de profundidad y es muy escaso y difícil de ver.
La
alfiler (Nerophis ophidion), perteneciente a la familia de los Singnátidos,
cuyo tamaño puede alcanzar los 30 cm., también es un pez raro.
Está presente en rasas mareales donde abundan las algas. Algunos ejemplares
han sido avistados en Zumaia y la costa de Lekeitio-Ondarroa, Cabo Villano,
Ea y acantilados de Ispaster.
De
la misma familia que la aguja de mar, los caballitos de mar también
están sufriendo una brutal recesión en todo nuestro litoral,
hasta el punto de resultar sumamente difícil poder hallar algún
ejemplar.
Los últimos caballitos marinos de la costa vasca, que pueblan las aguas de Urdaibai y Txingudi están en franco retroceso. La contaminación de los ríos ha causado mucho daño a las dos especies que secularmente han habitado en nuestras aguas, como son el caballito de mar común (Hippocampus hippocampus) y el caballito ramuloso (Hippocambus ramulosus).
La trucha marina y el salmón
Finalmente
cabría citar dos especies emblemáticas, indicadoras del hábitat,
que prácticamente han desaparecido de nuestros ríos. Se trata
del salmón (Salmo salar) y de la trucha marina (Salmo trutta trutta).
El salmón pasa su vida en las aguas profundas del Golfo de Bizkaia, llegando hasta Irlanda y su población no está amenazada, pero los ejemplares que visitaban nuestros ríos para frezar casi han dejado de hacerlo. De todos los ríos del País Vasco, únicamente en uno, el Bidasoa, este pez nunca se ha extinguido y año tras año, durante el invierno, ha remontado sus aguas para reproducirse en sus arroyos de alta montaña.
Gracias a las repoblaciones efectuadas en la última década por los Departamentos de Agricultura de las Diputaciones Forales de Bizkaia y Gipuzkoa, el salmón ha vuelto a desovar a los ríos Urumea, en Gipuzkoa, y desde el pasado año 2000, ha remontado los ríos vizcaínos Lea y Mayor.
La
trucha marina (Salmo trutta trutta), considerada como una subespecie o variedad
de la trucha de río (Salmo trutta fario), es un pez que vive en el
mar y se adentra en los ríos para llevar a cabo su reproducción.
En su fase marina no penetra tanto en el mar como los salmones, pues permanece
cerca de los estuarios, en zonas salobres. Al igual que el salmón,
regresa a desovar al mismo río en el que nació, después
de permanecer en el mar un período de tiempo que oscila entre seis
y cinco años.
Antaño, la trucha marina era un morador habitual de numerosos estuarios vascos, pero la contaminación en la que han estado sumidos durante décadas la hizo desaparecer de la gran mayoría de ellos.
En la actualidad únicamente está presente, en escaso número en los ríos Urumea, Bidasoa, Mayor, Oria, Urola y Oka. Ocasionalmente se han pescado algunos ejemplares en el Abra de Bilbao.
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