¿Ha exagerado el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) el problema del calentamiento global?Escuchar artículo - Artikulua entzun

Jon SÁENZ, Departamento de Física Aplicada II, UPV/EHU
Agustín EZCURRA, Departamento de Física Aplicada II, UPV/EHU
Gabriel IBARRA, Depto. Ingeniería Nuclear y Mecánica de Fluidos, UPV/EHU

Para empezar a entrar en materia, queremos dejar clara nuestra postura al respecto. Nosotros creemos que no. Para matizar a continuación, vamos a ir concretando algunas cuestiones. En primer lugar, nosotros solamente vamos a hablar de una parte del llamado “informe del IPCC”, que consta de tres subinformes. El primero de ellos, redactado por el Grupo de Trabajo I (WGI) se dedica a la “ciencia del clima”. Nosotros, por nuestra formación y experiencia, nos vamos a ceñir a este primer informe. Existen además los informes del Grupo de Trabajo II (WGII), dedicado al estudio de la vulnerabilidad al cambio climático (¿cuáles son los riesgos?). Finalmente, el Grupo de Trabajo III (WGIII) se dedica a estudios de mitigación (¿cómo evitar los impactos del cambio climático?). Nosotros nos vamos a centrar en lo que conocemos, que son las tareas del Grupo de Trabajo I (WGI). Añadiremos además, que, por las normas que rigen el desarrollo de los informes del IPCC, el contenido de estos informes se debe de reducir a trabajos que han sido aceptados en revistas científicas de prestigio con sistemas de revisión por pares. El IPCC no hace investigación. Se limita a recopilar la investigación que han hecho otros (que pueden ser los propios autores del informe del IPCC) y que ha sido publicada o aceptada para su publicación para la fecha en la que se cierra la redacción del borrador inicial del informe, y eso es lo que aparece en los informes del IPCC, informes que hay que recalcar que son realizados por científicos.

La segunda matización es, a nuestro juicio, tremendamente importante. Nosotros hablamos de lo que realmente ha dicho el IPCC y no de lo que los medios de comunicación “han dicho que ha dicho el IPCC”. No es lo mismo. Lo bueno de estas cosas es que el IPCC pone toda su información en una página WEB. Animamos a los lectores a enfrentarse en directo a lo que realmente ha dicho el IPCC (WGI), o bien directamente en el informe completo o, especialmente, en el llamado resumen técnico, que creemos que es accesible a personas como profesores de instituto, técnicos en la administración pública o en las empresas privadas, personas con formación básica en ciencias como física, química o geología (http://ipcc-wg1.ucar.edu/wg1/Report/AR4WG1_Pub_TS.pdf). Creemos que es tremendamente importante que los lectores se enfrenten a la literatura original y no a la versión modificada (en uno u otro sentido, intencionalmente o por descuido) por los medios de comunicación y los blogs politizados. Lo mismo que hay que ser muy cauteloso con la información no contrastada sobre “lo que dice el IPCC”, recomendamos vivamente a los lectores que no se crean que cualquier tormenta o huracán está producido por el cambio climático. Ese tipo de noticias, frecuentes en los medios de comunicación, no se pueden achacar al cambio climático porque, en realidad, en la Tierra siempre se han producido. Lo que verdaderamente importa es si los ciclones o las sequías se producen con mayor o menor frecuencia que lo que se producían hace treinta o cincuenta años. Incluso aunque no hubiera aumentado la concentración de CO2, la probabilidad de existencia de huracanes de categoría 5 en el Caribe no sería nula. Lo importante, desde el punto de vista del clima, es si la frecuencia normal de 5 (o 7 o 10) huracanes al año en una zona determinada se convierte en 10 (o 14 o 20) huracanes al año.

La tercera puntualización es de carácter filosófico. Para nosotros, la discusión a la que se ciñe el grupo I del IPCC es una discusión científica (y además difícil), como se puede apreciar en los informes a los que se accede desde los links que hemos indicado antes. Por lo tanto, las argumentaciones contra el informe del IPCC no se pueden basar en conversaciones de barra de bar o argumentaciones falaces propias de blogs (en algunos de los cuales, las respuestas están prohibidas). Cualquiera es libre de discutir los contenidos de los informes del IPCC (incluso se le aconseja que lo haga) o los contenidos de cualquiera de los artículos en los que se basa el IPCC, puesto que el informe del IPCC no es el Antiguo Testamento. Pero esa discusión, para ser válida, tiene que ceñirse a los procesos habituales en ciencia. Es decir, tiene que basar sus críticas en datos reales y en cadenas de razonamientos completas. Finalmente, si alguien decide que los informes del IPCC son básicamente basura y que realmente el problema es otro y que el CO2 no tiene nada que ver con el cambio climático... pues entonces, en el mundo científico se le exige que organice una hipótesis falsificable alternativa. Es decir, tiene que decir porqué el IPCC está tan equivocado y cómo explica esta persona los hechos observacionales de una manera mejor que como lo hace el IPCC. En lo que nosotros sabemos, la “hipótesis alternativa” a la hipótesis oficial del IPCC está, en estos momentos, completamente ausente, y antes de que nadie salte del asiento diremos que sí, que ya sabemos lo que son los rayos cósmicos galácticos, y que ya vamos a hablar de eso más adelante.

Así que los escépticos “anti-IPCC” organizan campañas de prensa, blogs y entrevistas, utilizando mezclas con proporciones mayores o menores de los siguientes argumentos (son los aminoácidos de las proteínas de los textos escépticos). El CO2 no es tóxico, e incluso un mundo con más CO2 será beneficioso para la agricultura en Siberia por el efecto de fertilización del CO2. Un mundo más cálido es un mundo donde se vive mejor. El CO2 no es el gas de efecto invernadero más importante, ya que el vapor de agua es más importante. El año pasado hizo frío en invierno. Este año ha hecho mucho frío en la Patagonia (o Vietnam, o Moscú, tanto da). La temperatura de los satélites no mide lo mismo que la temperatura en superficie. La Antártida no se ha calentado. El metano es más importante que el CO2 como gas que produce efecto invernadero. Los datos de Vostok indican que a escala geológica el CO2 sigue a la temperatura y no al revés. En el Cretácico había más CO2 en la atmósfera, luego en realidad no pasa nada ahora. Las emisiones de CO2 de origen antropogénico no son suficientes para hacer aumentar la concentración atmosférica de CO2. El IPCC es un organismo politizado por radicales de izquierda y ecologistas enfrentados al progreso. El IPCC en realidad responde a los intereses de la industria nuclear. Los científicos del IPCC solamente defienden sus intereses, porque así consiguen fondos para investigar. La mayoría de los meteorólogos de verdad no apoyan las tesis del IPCC. En realidad no existe calentamiento global, es simplemente un error de las series de temperatura debido al efecto de la isla de calor. De acuerdo con las leyes de la termodinámica del no equilibrio no es posible definir la temperatura media del planeta. Incluso aunque aceptemos que la temperatura global ha aumentado, no es científicamente posible atribuirlo al CO2. La causa de todo son los rayos cósmicos galácticos. La causa de todo son modificaciones naturales en la irradiancia solar (o los ciclos de las manchas solares o los ciclos de Gleissberg, a elegir). El clima cambia como resultado de los ciclos de Milankovitch y en unos pocos cientos de años vamos indefectiblemente a una glaciación. Si los modelos de predicción del tiempo no son capaces de acertar con dos semanas de antelación, ¿cómo pretenden predecir el clima a 100 años de alcance?, Toda la ciencia del cambio climático está basada en modelos numéricos plagados de errores. Toda la ciencia del cambio climático está basada en modelos ajustados para que den calentamiento. El IPCC no reconoce las incertidumbres existentes.

Podríamos seguir, los lectores interesados en este tema se habrán encontrado más de una y más de dos veces frente a este tipo de argumentaciones, y tampoco hemos querido ser exhaustivos, seguro que alguna se nos habrá quedado en el tintero. Da igual. Todas ellas, una a una, se pueden rebatir sin ninguna dificultad en base a datos observacionales o argumentaciones físicas sencillas o complejas basadas en el más puro sentido común de un climatólogo. No tenemos tiempo (ni ganas) de rebatirlas todas una a una, porque, además, no es realmente necesario. Que este año haya hecho frío en la Patagonia (o Moscú o Vietam) no quiere decir nada, porque el balance energético de un punto depende de efectos radiativos y también de la divergencia de los transportes horizontales de energía. Dicho de otra manera. Si en Bilbao sopla más viento norte de lo normal durante tres semanas, va a hacer más frío, aunque dobláramos la concentración de CO2 durante esas tres semanas, porque el viento norte cancela el término de calentamiento asociado al CO2. Decir que los modelos no son capaces de predecir el clima porque no son capaces de predecir el tiempo de dentro de tres meses es equivalente a desconocer de forma definitiva el concepto de predictibilidad en climatología. Predecir el clima equivale a predecir las funciones densidad de probabilidad de los elementos climáticos, y no las trayectorias individuales del sistema en el espacio de fases. Referirnos a los rayos cósmicos como la fuente de todos los cambios de temperatura equivale a cerrar los ojos ante las tendencias de temperatura y de actividad de rayos cósmicos medida por instrumentos en el último siglo. Insistir en el papel del vapor de agua como el mayor gas de efecto invernadero significa cerrar los ojos a la evidencia de que el vapor de agua es simplemente un efecto que amplifica el efecto radiativo del CO2, porque, al fin y al cabo, nuestro planeta está cubierto en un 70% de su superficie por océanos de los que se evapora el agua, más cuanto más caliente esté la superficie, hagamos lo que hagamos los humanos. Insistir en que el metano tiene un poder de calentamiento global (molécula a molécula) mayor que el CO2 para una o varias componentes de la radiación infrarroja (hecho relacionado con el llamado coeficiente másico de absorción) significa no entender que ése es únicamente uno de los factores y que la transmisividad de una atmósfera en una longitud de onda depende también de la concentración de cada gas (número de moléculas), no solamente del coeficiente de absorción másico de ese gas (característico de cada molécula individual). Incluso a la hora de considerar magnitudes integradas, como es el caso de los potenciales de calentamiento global (GWP) del CO2 (GWP=1) y del metano (GWP=21), hay que tener en cuenta que las emisiones de CO2 exceden a las emisiones de metano, de tal manera que la diferencia en las emisiones sobrepasa el efecto del mayor potencial de calentamiento del metano y, finalmente, el efecto global de las emisiones actuales de CO2 es más del doble del correspondiente al metano, a un horizonte temporal de 100 años, en términos de forzamiento radiativo. Que las concentraciones de CO2 en la serie de Vostok sigan en el tiempo a las de temperatura es algo fácil de entender para un geoquímico que sabe que la solubilidad del CO2 en el océano es mayor cuanto más fría esté el agua y que el CO2 en la atmósfera está en equilibrio con el del océano (si le dejamos). Que en el Cretácico hubiera más CO2 que en la actualidad no quiere decir nada, si consideramos que había otros parámetros orbitales, que la actividad solar era diferente y que los continentes estaban ubicados en otros lugares. Es fácil achacar al IPCC que el lobby nuclear se aproveche de sus hallazgos para intentar vender sus productos, pero desde luego eso no es culpa del IPCC en modo alguno. Simplemente quiere decir que el lobby nuclear tiene buenos encargados de marketing. Y podríamos seguir refutando argumentos. Pero creemos que no es necesario y que, en todo caso, no hay espacio para ello.

Los lectores que se aventuren a leer el sumario técnico que hemos citado más arriba verán claramente que la evidencia acumulada a lo largo de los últimos 20 años sobre el papel preponderante (que no único) del CO2 en el cambio climático especialmente de los últimos 30 años es realmente impresionante, sin que en ningún momento el IPCC diga que ése es el único factor. De hecho, el IPCC considera otros factores además del CO2, como otros gases con potencial de calentamiento global (incluyendo el metano), los aerosoles, los usos del suelo, las variaciones en la irradiancia solar, etc.... La climatología ha avanzado de forma increíble en los últimos 20 años y aún avanzará más rápido en el futuro. A ello han contribuido los mejores meteorólogos, climatólogos, oceanógrafos, geoquímicos, matemáticos, estadísticos del mundo. Las conclusiones del IPCC han sido explícitamente apoyadas por las asociaciones profesionales más respetables del mundo, como es el caso de la AMS (American Meteorological Society) o la AGU (American Geophysical Union). Cualquiera es libre de creerse un “Galileo solitario”, enfrentado a una Inquisición (conspiración de intereses) personificada por el IPCC. Pues bien, pero hay que tener en cuenta que:

. Los hechos observacionales (mediciones) indican, sin lugar a dudas, que el contenido actual de CO2 en la atmósfera es superior al que ha habido durante cualquier momento de los últimos 650000 años. Considerando tanto la concentración isotópica del CO2 como la evolución del contenido en oxígeno de la atmósfera y el equilibrio estequiométrico de las combustiones (se ha medido un descenso en la concentración de oxígeno en la atmósfera), ese CO2 extra sobre la concentración geoquímica normal proviene sobre todo (aunque no únicamente) de la quema de combustibles fósiles.

. Las temperaturas globales han aumentado, de acuerdo con las mediciones de termómetros, radiosondeos y satélites, eliminados los errores en las medidas de los satélites. De la misma manera, ha aumentado el almacenamiento de energía en la capa límite (superior) del océano y en las capas más externas del suelo. Observaciones todas ellas realizadas con instrumentos y consistentes con un desequilibrio en el balance de energía de la superficie del planeta.

. No existe ningún modelo, sencillo o complicado, conceptual, analítico o numérico, que permita explicar que en una atmósfera como la terrestre en la que aumenta la concentración de un gas absorbente de la radiación infrarroja (CO2), la temperatura de la superficie no aumente. Adicionalmente, las técnicas de fingerprint demuestran que las características espaciales (superficial y vertical) de los cambios de temperatura, son consistentes con lo que se esperaría de un incremento en la concentración de dióxido de carbono (entre otros factores, de nuevo, extensamente considerados por el IPCC).

. Los modelos que se utilizan para predecir la temperatura global en el futuro son solamente capaces de reproducir las temperaturas globales observadas en el siglo XX si se consideran, además de los forzamientos naturales (irradiancia solar o volcanismo), la concentración en aumento del CO2 y la concentración de aerosoles de origen antrópico. Sin el poder de calentamiento asociado al CO2 (y el enfriamiento debido a los aerosoles antrópicos) la tendencia de las temperaturas en el siglo XX no se puede reconstruir solamente en base a los forzamientos naturales.

Los “Galileos solitarios” que quieran construir una teoría científica sólida y alternativa que se enfrente a estos hechos observacionales, por tanto, tienen una formidable tarea por delante. Tienen que explicarnos porqué todos los modelos conceptuales, analíticos o numéricos que en la actualidad se emplean sobre la propagación de radiación de onda larga están equivocados y por qué, por tanto, podemos estar seguros de que el CO2 no contribuye a los hechos observados en lo referente a la falta de balance energético de la Tierra. En resumen, tienen que explicarnos al resto de la comunidad de climatólogos del mundo porqué todos estamos equivocados. Pero no solamente es ése su problema, además, deben de encontrar un mecanismo causal actualmente desconocido que explique nuevos términos de forzamiento radiativo consistentes con los flujos de energía fuera de balance en la Tierra y el océano. Es una formidable tarea pendiente. Si lo consiguen, pensaremos que estábamos equivocados los demás. Mientras tanto, continuar la discusión en estos términos es, a nuestro juicio, y a estas alturas, perder el tiempo.

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