El Reencuentro con la familia extendidaEscuchar artículo - Artikulua entzun

Olga LARRAZABAL SAITUA

He escrito varias crónicas en esta revista tratando de rescatar para mi familia y para otros, que también puedan sentirse identificados, las memorias de mi mundo de hija y nieta de emigrantes vascos en Chile. De cómo en estos mundos se forjó mi simpatía por lo vasco, mi resonancia con ese pequeño valle, esa arruga verde del mapa, y por su gente, por su cultura y sus peculiaridades, su mezcla de conservadurismo, el que llevan hasta cuando se salen de madre y hacen cosas insólitas, mezclado con un cierto espíritu liberal y cierto escepticismo pragmático que siempre me asombra.

Todo comenzó cuando hace un par de años murió toda la plana mayor de mi familia y mi generación quedo en primera fila. Antes eran siempre las tías las que guardaban las tradiciones, las que se escribían con los parientes, las que conocían a la familia. De repente mueren y ya no hay nadie a quién preguntarle nada, los personajes de las fotos que no se identificaron, murieron. Nadie los reconoce. La familia que se desperdigó por migraciones y guerras, perdida la memoria, se desintegró.

Descendientes de Facundo Saitua
Reencuentro entre los descendientes de Facundo Saitua, emigrado en 1885 y sus sobrinos emigrados políticos de la Guerra Civil, en 1940 en Santiago de Chile.

De repente me bajó pánico y como tabla de salvación me encontré con Internet. Entonces me hice un plan de trabajo, iba a meter en el ordenador todos los datos de mi familia, fotos, cartas, árboles genealógicos, de modo de darlo como un regalo a toda la tribu. Porque el día de mañana, cuando los que ahora son jóvenes sean más mayorcitos, van a decir: “¡Nunca nos contaron nada, no sabemos de dónde vino nuestra familia!”. Como tantas veces lo he escuchado aquí en Chile de gente que cortó con Europa y no transmitió nada a sus descendientes. Incluso he conocido descendientes de judíos que militaban alegremente como antisemitas, sin sospechar que ellos también lo eran.

Un tío de Algorta, posiblemente con las mismas inquietudes, había aparecido por aquí con un árbol genealógico de los Saitua hecho por otro pariente, y que se remontaba por vía paterna hasta 1500. En ese minuto todavía no estaban metidas las Partidas de Bautismo de Bizkaia en la red de modo que esta obra fue a pulso. Mi tío vino a Chile y se dio el trabajo de ir recolectando todo lo de acá y lo de Argentina que es bastante, ya que son 120 años de historia y con eso hizo un aporte más que enjundioso al estudio.

Yo me conseguí un programa de USA que me ofrecían a cada rato por Internet y que era baratísimo. En este programa metiendo los datos en fichas que vienen preestablecidas, se arma toda la red, proporciona informes parciales, permite extenderse hacia las ramas, hacia el lado, hacia arriba y abajo por la rama que se elija. Total, un primor. Lo único malo es que como los anglo sajones no usan dos apellidos, a la hora de hacer un índice, toma los segundos apellidos por primeros, y adhiere el primer apellido al nombre propio. Cosas de gringos, digo yo. Pero bueno, que vamos a hacerle... Ah, y se me olvidaba lo más positivo para mi trabajo, fabrica la página Web de tu familia y la publica y ahí te empiezan a llegar proposiciones de todos colores para usar tus datos. Así lo hice, pero me quedaba la espina de los Larrazabal. ¿Dónde iba a conseguir datos de personas nacidas en un caserío en Barrika en el siglo XIX?

  Begoña Goicoechea Aresti
Begoña Goicoechea Aresti, nieta de mi tía bisabuela Leona Saitua, emigrada a Francia en 1937 y residente en Bélgica desde esa época y yo, en Algorta el año 2006.
Según la leyenda, los hermanos de mi abuelo eran 13 o 14. De memoria, y porque tengo buena memoria, lograba reconstruir como 8 que fueron los que mi padre me mencionó. Cinco fueron a Cuba, después se volvieron, otra partió a Uruguay, otro se ahogó en Chile cuando naufragó su barco en 1905. ¿Y el resto?, ¿andarían dando botes por América o por Filipinas?, ¿morirían de peste antes de llegar a destino y los lanzaron al mar? Así es como lo contaba otra leyenda familiar. Mi hijo, que se había quedado con un montón de papeles de mi padre, incluyendo otro árbol genealógico, nunca me los devolvía y así llegué a un callejón sin salida.

De repente me acordé de un sacerdote jesuita de El Salvador muy famoso, cuyo nombre siempre me sonó extrañamente familiar. Como era fácil ubicarlo en Internet, le escribimos y resultó ser primo nuestro y tuvo la bondad de contestarnos rápidamente y asumirse como parte de la familia. Empezábamos a armar el crucigrama.

Fui a Euskadi el año pasado, y fuera de recorrer Bizkaia con dedicación y la ayuda de este tío generoso, logré identificar a otros primos. Aún y así, ni los de allá conocían la historia.

Cuando volví me encontré con una carta que me habían remitido desde Euskonews, era una señora argentina, vasca de familia y romántica perdida como yo, que se sintió identificada con mis escritos. Yo, feliz porque para eso escribo, para resonar con otros, y mira tú por dónde resulta que su abuela era de segundo apellido Larrazabal y que ella, buscando también a su familia, indagó por todos los archivos, y que creen... ¡era la misma familia que había salido de Maruri en el siglo XIX! Me mandó todos sus datos y llené otra parte del árbol. De repente, uno de mis hijos que es periodista y trabajaba mucho con Internet, me manda un documento que encontró, y que me dicen que aparecen... 16 hermanos Larrazabal Mota. No lo podía creer. A continuación encuentra un árbol genealógico de la familia de mi tatarabuela Orroño, con descendencia en Chile. El crucigrama va encajando y el árbol engordando.

Los Larrazabal de Barrika en Cuba
Los Larrazabal de Barrika en Cuba, foto recuperada por la familia en Chile dónde fue enviada en 1909 a su cuñado Saitua.

A todo esto, me habían aparecido parientes chilenos que no tenía idea ni de que existían y que viven en el extranjero, parientes argentinos de todas las layas y por todas las vías, con los cuales mantuve amena correspondencia y ojalá les haya llenado algún vacío afectivo porque esto de la familia es más importante de lo que parece. Pero el broche de oro fue cuando me encontré los Archivos Diocesanos de Bizkaia abiertos a la investigación y pude reconstruir toda, todita, toda mi familia hasta 1700 por todas las ramas masculinas y femeninas. ¡Aleluya! Aquí encajaron todos, los de Cuba, el de El Salvador, los de Uruguay, los de Bizkaia y los de Chile. Y si hay más parientes que descienden de esos hermanos de mi abuelo y buscan en Internet, está toda la información. Y eso es válido viviendo en Islandia o Ciudad del Cabo, en Sydney o en Pekín.

Esta proeza se debe a que esta gente fue terriblemente estable y sumamente vizcaína y solamente se movieron de Bizkaia cuando se fueron a América, y también a que aparentemente los ratones, las bombas de la Guerra Civil y los cañonazos carlistas dejaron algo en pié. Todos estos datos los encontré en Irargi, Centro de Patrimonio Documental de Euzkadi, en la sección de los Archivos Históricos de las Diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria. Las consultas son gratis on-line. Les cuento esto a los lectores de Euskonews, porque no debo ser la única que le dio la chifladura de buscar a su familia y este material se puede buscar por Internet. Como en Bizkaia todos son primos en tercer grado por varios lados, los datos se entrelazan.

Si ustedes buscan por Larrazabal Saitua en Internet, van a encontrar mi trabajo, que consta de más de mil personas relacionadas, y si no saben como manejar el programita que les permita visualizar a alguien de la lista de personas, me pueden consultar.

En fecha próxima, incluiré fotos y documentos, y una pequeña biografía que le dé vida a los nombres que allí aparecen.

Este trabajo es un aporte a la historia de la gente corriente de Bizkaia, que logró salir adelante a pesar de las vicisitudes, que vivió frugalmente y con la cabeza bien puesta en su tierra y que llegado el momento no se amilanó ante la pobreza y la guerra y partió al exilio voluntario u obligado, se fue al confín del mundo para sobrevivir, luchó, salió adelante y podemos, nosotros sus descendientes, mirarlos con satisfacción y agradecidos mantener viva su memoria.

Y aquí modificamos la letra del Zortziko y cambiamos eso de “Saber dónde nacimos pero ignorando dónde morir” por “Saber dónde nacieron, saber cómo y dónde murieron” y ahí cerramos la Gestalt, como dicen los psicólogos y se nos va el nudo de la garganta, quedamos en paz porque nuestros muertos descansan en paz y en reconocimiento. Hemos pagado la deuda.

Un abrazo grande a la familia extendida.

La Página de La Familia Larrazabal Saitua

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