Jon ARTETXE, LAB Medioambiente
Traducción: BELAXE. ITZULPEN ZERBITZUA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
Algunas de las consecuencias del cambio climático en Euskal Herria deben tenerse muy en cuenta: la mediterranización de los ecosistemas, el cambio en la forma de las precipitaciones y en los humedales de la costa, la mayor inestabilidad de las cuencas atlánticas, etc. Además de estos efectos, el 40% de las playas vascas podría desaparecer, quedando muchas zonas costeras bajo el nivel del mar. Como vemos, el futuro nos depara importantes cambios.
Emisiones en constante aumento
Debemos actuar con sentido común y poner en marcha políticas que vayan a la raíz del problema. El estado francés y español poseen un acuerdo para reducir la tasa de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en el periodo comprendido entre 1990 y 2008-2012, por el que el primero no puede aumentar sus emisiones y el segundo no debe superar el 15%. Si bien en el norte de los Pirineos están más cerca de cumplir dicho acuerdo, en el sur ya se ha declarado la imposibilidad de llegar al nivel marcado. En lo que a nosotros respecta, no tenemos aún datos de Iparralde, pero en Hegoalde nos encontramos por encima del 50% de las emisiones de 1990.
En su plan energético, el Gobierno de Navarra anuncia sin ningún pudor un aumento del 90% de sus emisiones para 2010. Lakua, por su parte, ha reconocido que no logrará que sus emisiones directas crezcan menos del 52% en 2010. Por todo esto, nos encontramos a la cola de la Unión Europea en lo que a sostenibilidad se refiere. O al menos así nos lo quieren vender.
Transporte y energía: síntomas del cáncer
Si analizamos las emisiones por sectores, veremos que la energía y el transporte se llevan la palma. A continuación encontramos la industria, la vivienda, los servicios, la agricultura, etc. A pesar de que en Europa central y norte se haya apostado por el ahorro energético y las energías renovables, en Euskal Herria el objetivo es una producción exagerada basada en ciclos combinados. Dentro de unos años, la oferta en Euskal Herria será muy superior a la demanda, para euforia de las compañías eléctricas (obviamente a Iberdrola, Hidrocantábrico y demás no les preocupa demasiado el aumento de las emisiones). Por si hubiera pocas centrales térmicas ya, es probable que dentro de unos años nos encontremos con nuevas instalaciones en Pasaia, Lantarón, Lemoiz y Castejón.
Respecto al transporte, tanto el de pasajeros como el de mercancías son esclavos de la carretera. Resulta sorprendente que las distintas administraciones hayan fomentado en las últimas décadas el tipo de transporte más contaminante y menos sostenible. Por su culpa, las emisiones de GEI han aumentado en un 95% desde 1990 y el consumo de energía en un 88%. En Navarra la situación es similar. Estas cifras deberían hacer saltar todas las alarmas, pero no es así, por lo que se vislumbran intereses subyacentes tras esta situación.
En lugar de gestionar la demanda, se impone un TAV que despilfarrará energía y se construyen carreteras de mayor capacidad con la ayuda de las Diputaciones Forales. Obviamente, ésta última medida activa una demanda latente en lugar de aliviar la congestión del tráfico, alimentando así la locura por la rueda. Ya es hora de terminar con esta política anclada en el pasado. Lo mismo puede decirse de la política de movilidad y transporte del Gobierno de Navarra. Quizá con la entrada de la derecha en la oposición también se olviden los modelos derechistas aplicados hasta ahora.
Además de los modelos de transporte y energía, las políticas de urbanismo, ordenación territorial y tributación aplicadas por ambos gobiernos nos han llevado a esta cruda situación. Los procesos de creación de ciudades dispersas han aumentado el número de desplazamientos en vehículos privados, haciéndolos además más largos. La misma dispersión, ya sea mediante viviendas de baja densidad, la construcción de grandes centros de ocio y de venta en las afueras de las ciudades o la ubicación de centros de aprendizaje en lugares aislados, resulta una práctica equivocada y totalmente contraria al concepto de sostenibilidad.
LAB defiende un modelo de ordenación territorial y transporte diferente. Necesitamos un enfoque general, integral e interdisciplinario que permita reducir la necesidad de desplazamientos, que defienda los intereses de la mayoría, que tenga en cuenta las necesidades de la sociedad y que proteja tanto el medio ambiente como la salud pública. Un enfoque que defienda el transporte público y no el privado, un modelo que permita transportar pasajeros y mercancías mediante un sistema público y sostenible. Un modelo, en definitiva, que reduzca las emisiones de gases contaminantes y permita cumplir el Acuerdo de Kioto.
Gobierno Vasco: la estrategia de decir una cosa y hacer otra
Los dos gobiernos que Hego Euskal Herria ha tenido han actuado del mismo modo en las últimas décadas. El Departamento de Medioambiente afirma que deben tomarse medidas estrictas, que el uso del vehículo privado y el consumo de energía deben reducirse, por lo que al final parece que toda la culpa es de uno. Lakua lo dijo claramente: “Evitar el cambio climático está en tus manos”. Pero luego, analizamos el resto de Departamentos, como el de industria y energía, transporte, etc., y todos hablan de “obras para el pueblo”, “infraestructuras imprescindibles” y “licencias que garanticen la competitividad”. Los ejemplos son numerosos: una variante detrás de otra, nuevos carriles para una antigua autopista, centrales térmicas que aparecen como setas y centros comerciales por doquier.
Además, nos explican que el cambio climático acarreará efectos graves como sequías, aumento de la temperatura, pérdida de la biodiversidad, inundaciones, peores cosechas y aumento del nivel del mar, entre otros. Luchar contra todo ello, por supuesto, está en tus manos, humilde ciudadano. Ellos, para mejorar las cosas, han creado la Oficina contra el cambio climático, otorgan premios y ayudas a las empresas "sostenibles” y traen a premios Nobel desde el otro extremo del mundo para fotografiarse con ellos.
Pero, eso sí, por detrás vendrán los que reciben las grandes partidas presupuestarias, los que fomentan continuamente el uso del coche, los que han dejado que las líneas ferroviarias envejecieran durante décadas, los que promueven el consumo, los que han buscado y logrado un modelo de sociedad derrochador y los que planifican el sistema energético a las órdenes de Iberdrola y similares.
Tenemos la mayor tasa de artificialización del suelo de toda la Unión Europea. Nuestra huella ecológica es tremenda. Las emisiones de gases de efecto invernadero continúan creciendo. El modelo de urbanismo, la organización comercial, la movilidad, la creciente explotación de las canteras, la apertura de nuevas centrales térmicas (sin cerrar las existentes, por supuesto) y una equivocada política impositiva son demasiadas variables para cosa buena.
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