Josemari VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA
Traducción: BELAXE. ITZULPEN ZERBITZUA
Jatorrizko bertsioa euskaraz
H
Juan Arana Ezpeleta. |
an transcurrido cien años desde el nacimiento de Juan Arana Ezpeleta, en el caserío “Mendibitzu” de Bedoña, y la efeméride ha pasado prácticamente inadvertida. Puede que el nombre de Juan Arana Ezpeleta no nos diga nada, pero teniendo en cuenta que se trata de uno de los poetas más sobresalientes que ha dado el euskera, da la impresión de que tendría que haber tenido más repercusión, pero como las personas tenemos una memoria tan frágil...
Como decíamos, el 27 de enero de 1907, vino al mundo, en el barrio de Bedoña, atxabaltarra entonces, el que bajo el seudónimo de Loramendi saltaría a la escena de la literatura vasca unos años después. Como los vecinos de Bedoña siempre han tenido más tendencia -y facilidad- para bajar a Mondragón que a Aretxabaleta, el niño Juan estudió en la escuela de Arrasate. Entre sus compañeros de clase estaba Iokin Zaitegi Plazaola, unos meses mayor. El pequeño Juan creció en el entorno tranquilo de Bedoña, entre plantas, árboles, pájaros y ganado.
En el verano de 1919 pasó por Bedoña el padre capuchino Joxe Mari Oiartzun y convenció a Jontxu para ingresar de fraile. Tenía doce años. Así que al verano siguiente marchó al convento de los capuchinos de Alsasua, abrazando la vida religiosa hasta su muerte, siendo aún muy joven. Tuvo que adoptar un nombre religioso que sustituyera al propio civil y, en adelante fue conocido como Fray Joaquin de Bedoña. Para sus trabajos literarios eligió Loramendi.
De Alsasua se mudó a Sangüesa, para seguir con sus estudios, y tenía tan asumido que para profesar en la vida religiosa debía dedicar todo su empeño a los estudios que, en ese proceso, estuvo a punto de perder el euskera. Se le olvidó, al menos en gran medida, lo que le ocasionó muchas dificultades para comunicarse cuando algún familiar iba a visitarle al convento. Consciente de ello sufrió mucho, sobre todo por el respeto y cariño que sentía por sus padres, y se propuso recuperar su idioma. En la carta1 enviada a Bedoña desde Hondarribia, el 31 de diciembre de 1926, se puede leer, en castellano: “... Y ahora, para que vean que sigo su ejemplo y consejo que me dieron de aprender el euzkera, les voy a demostrar que no se me ha olvidado, sino muy al contrario voy aprendiendo mucho”.
Foto: Josemari Velez de Mendizabal. |
Parece ser que en Sangüesa, alrededor de 1925, realizó la traducción del texto “Stabat Mater” (Madre Dolorosa). Es el primer trabajo literario de Loramendi. Hay que decir que dominaba con maestría el latín y el griego y dejó testimonio de ello en su obra. Como dice Aitzol en su “Eusko Olerkiak. 1932”, Loramendi empezó a componer sus primeros poemas y a enviarlos a la revista “Zeruko Argia” en 1924. Su guía era el Padre Dámaso Intza, miembro de la Academia de la Lengua Vasca.
A decir verdad, yo no tengo tan claro que eso fuera así. Baso mi duda en las dificultades que Fray Joaquin de Bedoña tenía con el euskera en esos años. De todas formas, no me sorprendería que hubiera realizado ejercicios de literatura en secreto, como prometió a sus padres, para avanzar en su lengua materna. Pero, de todas formas, no serían poemas de alto nivel. Está claro que Loramendi tenía un difícil camino por delante para destacar en la literatura vasca. En la carta que hemos mencionado antes, escribía en lengua vasca a sus padres: “Aunque han pasado siete años, me acuerdo de casi todo; cómo iba a Mondragón en burro; cómo, al volver, el abuelo me preguntaba por las noticias de Mondragón; cómo montaba en yegua; cómo perseguía a las gallinas cuando era pequeño, y otras muchas cosas”.
Foto: Josemari Velez de Mendizabal. |
En 1925 tomó el hábito de capuchino y al año siguiente fue enviado a Hondarribia a estudiar Filosofía. Así escribió a sus padres la última Nochebuena que pasó en esa ciudad guipuzcoana: “Son las dos de la mañana; acabo de acostarme, mientras que en mi imaginación calenturienta bullen a manera de ligeras mariposas todas las impresiones y recuerdos de la simpática Noche Buena. Pero, por fin, mis ojos se cierran vencidos por el cansancio y se apodera de mi espíritu un suave y plácido sueño, en el que fui maravillosamente trasladado a mi casa paterna, a Mendibitzu, donde contemplé maravillado un cuadro encantador: primeramente vi a mi madre que sostenía entre sus brazos un Niño de extraordinaria hermosura; al lado de la madre el padre haciendo caricias al Infante y en derredor todos mis hermanitos cantándole mil coplas graciosas; allí eran de ver a Félix con su chistu, a Lucio con su tambor, a María con sus sonrisas. ¡Qué escena tan encantadora! Hasta el perro negro y el gato pardo miraban con envidia desde el sitio de mis “veinte duros”...”.
Para entender esa curiosa mención de los “veinte duros”, hay que explicar que cuando era niño, en invierno le gustaba dormir en el suelo, junto al fuego. Y cuando su madre le quería mandar a la cama, le respondía tan tranquilo “¡Ni por veinte duros!”.
Foto: Josemari Velez de Mendizabal. |
La misma carta, tras saludar en euskara a sus padres: “Al Señor Leokadio Arana y a la Señora Eulalia Ezpeleta”, seguía en la lengua madre con un ¡Viva Dios! ¡Viva Euskal Herria! ¡Vivan los euskaldunes! (Que estas palabras enciendan nuestros corazones)”. Significativo, claramente, del cambio cualitativo que se estaba dando en Fray Joaquin de Bedoña. Cuanto más profundizaba en sus estudios, Loramendi se sentía más seguro: “...Al finado curso le dimos el remate a mediados de junio con los exámenes y tengo que decir, porque nada les debo ocultar: los hice muy brillantes, más de lo que yo mismo esperaba... Y ahora a comenzar de nuevo con frío el nuevo curso; ¡el penúltimo! El día 1 principiaremos (D.m) si no vienen a interrumpir los malditos revolucionarios...”.
En la misma carta también quiere tranquilizar a sus padres respecto a su salud: “De salud bien... como siempre... Quizás un tanto alto de carnes...” Y para terminar el escrito de cuatro páginas, les daba dos noticias, utilizando el euskara: “A estas alturas ya sabrán que el Padre Azkoitia’r Jose Luis murió en Altsasu; lo lamenté mucho, ya que era un buen amigo. En la revista “Zeruko Argia” encontrarán un poema que le dediqué. Fíjense en el nombre que viene al final: “Loramendi” O.M.C.)”. De este modo, Juan presenta oficialmente a sus padres el nombre que, en adelante, utilizará en sus poesías.
A alto nivel
Foto: Josemari Velez de Mendizabal. |
Jose Aristimuño “Aitzol” escribió: “Arrantzalien arrats-otoitza” es una canción de ánimo para el pescador vasco. Un canto a la fuerza de su brazo, a su valor, a su vigor y, sobre todo, a su devoción religiosa. Se puede decir que es un pequeño poema con mucho corazón, seguramente que escrito cuando Loramendi estudiaba en el convento de Hondarribia, mostrando la profunda impresión que causan en su corazón el mar y los marineros. Ahí se muestra como verdadero poeta el joven que sabía ver el mar de esa manera, y como buen patriota vasco que estimaba al pescador vasco y que ha aprendido bien su idioma y sus artes”. Siguiendo esa impresión de “Aitzol”, Loramendi rondaba los 20 años cuando compuso el poema. He aquí algunas estrofas:
Kantauri-itxaso, Kantauri-itxaso, eusko zangarren ekin, eraso: zure orruak ekaitz nastuak arrantzalien azken orduak gotargi beroz nai ditut jaso. ... Ara non diran arrai-ontziak su-buru beltzak keaz nasiak: ara goi-bera keaz batera saiets-ezurra pitsez leuntzera barren orrazten moltso gaziak. ... Miren Ederra, Miren Garbia arrantzalien Ama Eztia zure aur onak itxas-gizonak, enda zarraren txertu sakonak bekarkizute ale gorria. |
En la edición del Olerti Eguna de 1932, resultó ganador “Barruntza-leyoan”. Al opinar sobre el poema, Aitzol escribió: “Es un poema con mucho corazón. En él todo es íntimo, guardado en lo más recóndito del corazón. Todo es espiritual... Éste es el mejor poema de Loramendi)”.
En el citado escrito “Eusko Olerkiak. 1932” de Aitzol encontramos, por otro lado, una descripción exacta de las diferencias que existen entre la aportación poética de Lizardi y de Loramendi. Es muy interesante para entender mejor la esencia de estos dos poetas vascos: “Lizardi es muy diferente de Loramendi. Aunque los caminos de uno y otro no son del todo opuestos, son muy dispares. Lizardi era intenso, a menudo desgranaba ideas profundas, sabía dar una cadencia fértil a imágenes singulares, muy escogidas... Loramendi, en cambio, deja vagar libremente la imaginación y su joven inspiración fluye para dar sonoridad a numerosos versos”. Veamos qué escribió Fray Joaquin de Bedoña para conseguir el premio simbolizado en la Hoja de Plata:
Loak ar bitza, loak ar bitza gudozte-kantak, dunbost zakarrak beude gaurdanik ixilean... Zarata orde, otsera bitez, biotz ormetan, Lelo xamurrak, argiz ez ezik, gau beltzean. ... Maitasun-izpiz urtuki dago nire gogoa; zenbat jaramon, ainbat biotza goriago, ta argi-dirdaiak lilura duan txoriñoa lez, galda zuritan, eguzki orri begi nago. ... Ta abesti orren oiartzunera, pizkor genuzke maite-eguerdien egon luze ta bazkal-mintzo. Ta arratsaldeak, izpi euritan, lekarzkiguke Maite-koluxken izar zuri ta zorun-ardo... |
A sus padres les contó la noticia de que había ganado en una carta en euskara remitida el 12 de agosto de 1932 desde Pamplona, de una forma muy especial. Merece la pena leerla: “Don Fermín4 ya les habrá contado la noticia con detalle... Además a estas alturas ya lo habrán leído en “Zeruko Argia”... Por eso no era necesario que les escribiera. También los periódicos han hablado largo y tendido sobre la noticia que quería darles... Han oído que me han dado un premio. ¿Será verdad? ¿Qué si es verdad? A no ser que mis ojos se equivoquen, ¡Sí, es cierto! Lo estoy viendo, lo tengo delante. ¿Y por qué me han dado a mi este premio? No va a ser por no haberlo ganado, joyas como esa no se tiran así como así. Sí, me lo han dado porque lo he ganado: entre todos los poetas del País Vasco, yo he ganado el primer premio. Y han de saber que era muy difícil ganarlo, no se lo lleva cualquiera. Es más, los mejores poetas del País Vasco compiten por él. Ya conocen, porque salió en “Zeruko Argia”, el poema por el que obtuve este premio. Seguramente será difícil de entender para ustedes, no es extraño: está hecho para entendidos...”
¿Se podría decir que estas líneas enturbian el sentimiento de amor que manifestaba a sus padres? ¿Se había envanecido Fray Joaquin de Bedoña con el premio? Mirando el estilo de esa carta tendríamos que admitir que sí, pero no es fácil medir las reacciones de las personas y de ninguna manera se puede juzgar a las personas por declaraciones puntuales y sueltas. Y Juan Arana Ezpeleta quiso profundamente a sus padres mientras vivió. Como afirmará unas líneas después: “¿Que para qué necesito el premio? Para dárselo a ustedes, para que vean cuánto les quiero...Tomen, mis queridos padres y hermanos, la prueba de amor que les ofrezco desde el corazón...”
Tras esta declaración de cariño, da en la carta a sus padres
otras explicaciones curiosas: “... Si he de decirles la verdad (ya
que son mis padres) han aplaudido mucho... Se montó una gran fiesta
cuando gané en Hernani. Si ya hubiese cantado misa también yo
habría podido ir a la fiesta, pero no fue así. En mi lugar acudieron
otros tres Padres y recogieron el premio. Pero si me preguntan cómo
es éste en realidad, es posible que no les guste, porque parece cualquier
otra cosa. Una rama de roble de plata cosida a una piel rojiza. Si no es más
que eso, pensarán ustedes, si no es más que eso... cualquier
otra cosa es mejor, sobre todo un montón de dinero... Pero si piensan
eso están equivocados, muy equivocados, porque tiene mucho más
valor que todas esas cosas...)” Sin embargo, Loramendi se atreve
a continuación a hacer una valoración en dinero, “vale
mucho más de mil pesetas”. Y les promete que les enviará
el premio simbólico en cuanto pueda, ya que “puede que la
República ésta nos quite las cosas de valor”.
La salud de Fray Joaquin de Bedoña se fue debilitando durante ese año
de 1932, aunque no quiso preocupar a sus padres: “me he puesto muy
bien”. No fue así y cuatro meses más tarde -el 8
de diciembre- tuvo que confesárselo, también por carta en lengua
vasca “Hasta estos días, hacía tiempo que estaba muy
bien; me había recuperado mucho. Pero estos días he empeorado;
he estado cuatro días en la cama con dolor de cabeza y un poco de fiebre
(38º). Ahora estoy levantado pero muy débil, he perdido algo de
peso”.
Esa es la última carta que tengo de Loramendi a sus padres, y les escribe con prisas, avisándoles de que en nueve días se ordenaría diácono y que enseguida le llegaría el día de la primera misa. Por ese motivo, pedía que alguien se acercara a Pamplona cuanto antes, resaltando que prefería que fuera su padre o su hermano Xanti. Y termina de escribir “No sé nada de los hermanos de Vitoria. Les quería escribir, pero no tengo ninguna dirección. Ellos también guardan silencio y no sé la razón. Estoy cansado de escribir, llevo ya una hora. Perdón por este euskera descuidado. Lo he hecho intencionadamente para que lo entiendan”. Y firma “Bedoña’r Joakin”
Como no se recuperaba, le ingresaron en un hospital de San Sebastián. Fue operado inmediatamente, pero un ataque de peritonitis agravó el estado de su salud y murió el 23 de marzo de 19335. Le quedaba un mes escaso para su primera misa.
Homenajes
Con la ayuda de Aitzol, la asociación “Euskaltzaleak” siguió organizando el “Olerti Eguna”. El 2 de junio de 1935 la celebración se llevó a cabo en Bedoña, en señal de homenaje a Loramendi tras su muerte. Ese día Koldo Jauregi “Jautarkol”, con su poema “Maite opari”, ganó el galardón de la Rama de Roble de plata6. El gran poeta Lauaxeta y el miembro de la Academia de la Lengua Vasca José Maria Lojendio, entre otros, acudieron a Bedoña para honrar la fiesta con su presencia.
La asociación “Euskaltzaleak” erigió una estatua para recordar la imagen de Loramendi. En ella se puede leer: “Loramendi. Bedoña’tar Iokin. 1907-1933. Arana’tar Jon. Mendibitzuko lekaide olerkariari. Euskaltzaleak. 1933-VI-2 (Loramendi. Bedoña’tar Iokin. 1907-1933. Arana’tar Jon. Al poeta fraile de Mendibitzu. Euskaltzaleak. 2-VI-1933)”
Tuvo lugar otro homenaje el 20 de septiembre de 1959, también en Bedoña, organizado por la asociación “Euskeraren adixkideak”. En el caserío Mendibitzu se colocó una placa conmemorativa, que descubrió la madre de Loramendi. En ella se lee: “BEDOÑA’TAR J. AITA, “LORAMENDI” (1907-1933) Euskal olerkari bikain eta Jaungoiko Maitasunaren Oyulariari, bere jayotetxean, EUSKERAREN ADIXKIDEAK, 20-IX-1959. “Nora noake maitasun eske, neregan baidet ederrik oro berezko ditun maitalea. (PADRE J. DE BEDOÑA, “LORAMENDI” (1907-1933) Al excelente poeta y cantor del Amor de Dios, en su casa natal, EUSKERAREN ADIXKIDEAK, 20-IX-1959 Adónde podría ir en busca de amor, si en mí tengo al amante de todo lo que es bueno en esencia)”.
En este segundo homenaje, Antonio Arrue, académico de la lengua vasca, dio un discurso ante miles de euskaltzales; también participaron los bertsolaris Basarri y Lizaso. Por otro lado, el ganador de la competición de poesía que se inauguró ese día fue Gabriel Aresti, con su poema “Maldan behera”, quedando por delante de Bitoriano Gandiaga.
Han pasado cien años desde que Jontxu Arana Ezpeleta vino al mundo y unos cuantos menos desde que se convirtió en Loramendi. El poeta de Bedoña nos invitó a adentrarnos en los caminos de la belleza y estamos con él en deuda impagable para siempre.
1 Hace poco han llegado a mis manos copias de algunas cartas que “Loramendi” escribió a sus padres entre 1926 y 1932.
2 Carta enviada de Pamplona a casa el 29 de agosto de 1931.
3 En 1933, en Urretxu, el ganador fue Patxi Etxeberriaren con «Bost Lore»; en 1934, en Zarauz, Iokin Zaitegi con «Tori nire edontzia!»; en 1935 se celebró en Bedoña en honor a Loramendi y el primer premio fue para el título «Maite Opari» de Luis Jauregi Jautarkol.
4 Fermin Fernandez de Arroyabe, Bedoñako erretorea zen.
5 “Lizardi” murió doce días antes, el 12 de marzo.
6 La edición de 1934 la ganó su antiguo compañero de clase, Iokin Zaitegi Loramendi, con su poema “Tori nire edontzia”.
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