Gaceo, nuestro famoso y desconocido patrimonio alavésEscuchar artículo - Artikulua entzun

David MOUTA POU
Fotografía: Vicente BRIÑAS

Me gustaría dar las gracias a Juan José Lecuona por descubrir de forma accidental, en el año 1967 las pinturas murales que había detrás del retablo Barroco de la iglesia de San Martín de Tours, pero sobre todo por interesarse por ellas y en estudiarlas con una motivación puramente personal.

Iglesia de San Martín de Tours
Iglesia de San Martín de Tours.

El propósito de este artículo, así como el de la primera jornada sobre Gaceo es el de explicar qué son y cómo están realizadas estas pinturas murales, e intentar viajar en el tiempo, hasta el interior de los talleres medievales, con el fin de que todo aquel que esté interesado en ellas pueda apreciarlas desde otro punto de vista y así entender y valorar el ciclo mural de Gaceo.

Por lo tanto, la pregunta de rigor es, ¿cómo están hechas estas pinturas? y ¿cuál es la técnica utilizada?

La técnica en Gaceo es mixta, basada y empezada en fresco, y terminada en seco con la aplicación de temple, con el sistema de organización del trabajo en andamiadas.

La definición de pintura al fresco es:

“...el fresco es la técnica que utiliza colores molidos y diluidos en agua aplicados sobre un estrato de mortero fresco compuesto de cal y arena...”

En el proceso en fresco se dan dos fases bien marcadas, por un lado la de enlucir la pared como trabajo de albañilería, y la otra es el propio acto de pintar.

Hay que decir que el mortero fresco para pintar se mantiene óptimo de seis a ocho horas dependiendo de las condiciones de humedad y temperatura ambiental.

La particularidad del fresco es que el color queda atrapado en el mortero, bajo una capa de cristales formada en la reacción química de la cal, llamada carbonatación. Por lo tanto el color forma parte indivisible del muro y esta es la característica por la que el fresco es tan resistente, cosa que no ocurre en otras técnicas pictóricas en las que el color forma una capa sobre el soporte, la cual se puede desprender, como es el caso del óleo, el acrílico, o el propio temple con el que se terminaban los frescos.

Seguido de dar el mortero y después de que éste empiece a secar, se colorea la superficie, como si de una gran acuarela se tratase.

En el caso de Gaceo, la organización del trabajo, es por andamiadas. Esto consiste en enlucir la pared en toda la longitud del andamio, por lo general eran unas extensiones de mortero de unos dos, a dos metros y medio de alto, por unos tres, a cuatro de ancho, más o menos. Con estas medidas, cualquiera que pinte se dará cuenta de que es imposible terminar en seis a ocho horas toda esa superficie, por lo que continuaban, una vez seco el mortero con pintura en temple al huevo o con caseína (que es un derivado de la leche).

Se enlucía la pared como ya hemos dicho antes, seguido de esto por medio de plomadas, se dividían y marcaban los espacios de forma horizontal, para así poder encajar las figuras y los espacios geométrico-arquitectónicos. Las líneas horizontales y las transversales, como son las de las lanzas, se conseguían con la técnica de tirar la cuerda, que consiste en sujetar una cuerda impregnada en pigmento, por sus dos extremos en la longitud deseada y tensarla como un arco, que al soltarla nos deja la marca de una línea recta perfecta.

Una vez proporcionados los espacios, se encajaban los rostros a mano alzada, la perfección del trazo en Gaceo indican una gran habilidad para el dibujo.

Los rostros, así como las partes de encarnados, están perfilados con color rojo.

Después de los rostros seguían con los ropajes, pero ahora con color negro.

Los ropajes llegaban hasta el final del espacio que tenían para cada figura, de arriba abajo. Los pies eran el elemento final de remate, y la proporción de las figuras no importaba, ya que ellos concebían el espacio de la cabeza a los pies. Los pliegues interiores de los ropajes están abocetados con color rojo.

Una de las características de diferenciación técnica de los distintos talleres además de la composición de los materiales que utilizaban, es la de el dibujo, donde en Gaceo, se pueden ver como hacían los pliegues de los ropajes en punta y de forma repetitiva, como si se tratara de una firma particular. El dibujo de los rostros, manos, pies, de los pliegues de los ropajes, etc. se aprendían por repetición, de hecho ellos tenían unos esquemas limitados de dibujo. Nos podemos fijar en las manos y pies de todo el ciclo donde encontramos tres o cuatro posiciones de pies y otras tantas de manos, y si nos fijamos en los pies estos van acompañados de sus respectivos pliegues. Eran pocos los elementos con los que contaban, pero utilizados de forma ingeniosa para conseguir mayor dinamismo en las representaciones.

Una vez seco el mortero, en el que seguramente habían encajado todo el dibujo y dada una ligera base de color a todo, se continuaba en seco, como ya hemos dicho con temple.

Para realizar el azul del fondo, se preparaba una base en fresco, que en este caso podría ser en verde, y luego en seco se aplicaría el color azul, el que era realmente caro, para no malgastar el presupuesto. Es muy posible que el azul usado haya sido el Azul de Alemania, el cual se ha demostrado que en su utilización en ciclos medievales se ha tornado verdoso.

Hay una figura donde se aprecia bien esta diferencia entre lo pintado en fresco y lo pintado al temple. Esta figura es la de Jesús-Abraham, donde en la parte inferior del ropaje, se ve como el color ocre queda cortado y solo se ven unas líneas rojas. Estas líneas rojas son en fresco abocetando los pliegues, y se ven porque el color en temple se ha perdido, este es un buen ejemplo para apreciar la técnica mixta utilizada en Gaceo.

El color blanco, en fresco es el blanco San Juan, que es un derivado de la cal, y en seco con temple, se habría utilizado el blanco de plomo, el blanco usado en la pintura sobre tabla.

Los colores enunciados no están probados, ya que para aseverarlo necesitamos un análisis químico del corte del enlucido.

Los muralistas así como los constructores de iglesias y catedrales, eran en época medieval los grandes nómadas del arte. Donde en Gaceo un grupo de tres hombres, desde maestro a aprendiz, podían haber pasado de tres a cuatro meses, para decorar solo lo que se ve en la actualidad.

Les invito a visitar la iglesia de San Martín de Tours en Gaceo, en este pequeño y tranquilo pueblo, donde todavía uno se puede imaginar a estos maestros deambular por los alrededores de la iglesia, y ver estas interesantes pinturas murales, famosas en nuestra provincia, pero no suficientemente visitadas.

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