Andrés KRAKENBERGER LARSSON, Coordinador de Amnistía Internacional en Euskadi y Navarra
Este año se celebra el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es un año en el que podemos aplicar diversas aritméticas.
Está la aritmética de la hipocresía. En 2005, el Gobierno estadounidense reconoció que efectuaba “entregas extraordinarias”. La entrega extraordinaria es la práctica de trasladar a personas por la fuerza y sin el debido proceso de un país a otro en el que corren el riesgo de ser interrogadas mediante tortura o malos tratos. Las entregas extraordinarias son ilegales en virtud de los tratados internacionales en los que todos los países europeos son Estados Partes. En 2005 se hicieron públicas pruebas sobre la participación de gobiernos europeos en entregas extraordinarias dirigidas por Estados Unidos. Mil es el número aproximado de vuelos secretos directamente relacionados con la Agencia Central de Información (CIA) que pasaron por espacio aéreo europeo entre 2001 y 2005, algunos de los cuales podrían haber trasladado a presos. Centenares es la cifra estimada de personas que podrían haber sido objeto de entregas extraordinarias en todo el mundo. Seis es el número de países europeos implicados en la entrega extraordinaria de 14 personas a países en los que fueron torturadas. Uno (sólo uno, Italia) es el número de países europeos que han emitido órdenes de detención contra agentes de la CIA sospechosos de secuestrar a personas para su entrega extraordinaria.
También está la aritmética de la duplicidad. Los gobiernos se erigieron en defensa de los derechos humanos por una parte y los socavaron por otra. 141 son los Estados Partes en la Convención de la ONU contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Amnistía Internacional ha documentado torturas o malos tratos en 104 países, incluido el nuestro.
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También está la aritmética de los conflictos armados. El conflicto de Darfur ha sido descrito como un problema de enormes proporciones y de naturaleza desgarradora. Se cree que más de 90.000 personas han perdido la vida como consecuencia directa del conflicto que se libra en Darfur desde 2003. Se calcula que unas 200.000 personas han muerto por causas relacionadas con el conflicto y más de 2,3 millones han quedado desplazadas internamente.
No podemos ignorar la aritmética de las promesas incumplidas. En la Asamblea del Milenio celebrada en 2000, los dirigentes mundiales establecieron metas concretas para resolver algunos de los problemas sociales más penosos del planeta. Sin embargo, fracasaron a la hora de hacer realidad esas promesas. Los gobiernos prometieron lograr la implantación universal de la enseñanza primaria para 2015. Más de 100 millones es la cifra de niños y niñas sin escolarizar. 300.000 es el número aproximado de niños y niñas soldados. 46% es el porcentaje de niñas en los países más pobres del mundo que no tienen acceso a la enseñanza primaria.
Tampoco cabe desdeñar la aritmética de la tortura y del terror. Miles de personas han sido detenidas sin cargos ni juicio, torturadas y maltratadas en nombre de la lucha antiterrorista. Mil quinientos noventa y dos es el número de días desde que Estados Unidos abrió el centro de detención de la bahía de Guantánamo para sospechosos en la “guerra contra el terror”, el 11 de enero de 2002. Setecientos cincuenta y nueve es la cifra total de personas que han permanecido recluidas en la bahía de Guantánamo. Trece años era la edad de Mohammed Ismail Agha cuando fue transferido a la custodia estadounidense en Afganistán a finales de 2002 antes de ser trasladado a Guantánamo. Cero –¡CERO!– es el número de detenidos de la bahía de Guantánamo que han sido declarados culpables, hasta el momento, de algún delito, si bien ya han empezado los procesos ante tribunales militares para algunos de ellos. ¿Cuántos de estos procesamientos contarán con las debidas garantías procesales para poder considerar que se trata de juicios justos? ¿Será otro cero?
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También da escalofríos la aritmética de la violencia contra las mujeres. Desde el nacimiento hasta la muerte, tanto en tiempos de paz como de guerra, en todo el mundo las mujeres sufren discriminación y violencia a manos del Estado, de la comunidad y de la familia. Dos millones de niñas están expuestas a sufrir mutilación genital cada año. Sólo nueve países cuentan con legislación específica que prohíbe la mutilación genital femenina. El 25 % de las mujeres sufre abusos sexuales a manos de sus parejas a lo largo de su vida. Setenta y nueve países carecen de legislación sobre la violencia contra las mujeres en el ámbito familiar. El 5,3 % de las violaciones denunciadas en Inglaterra y Gales en 2003 terminó en una condena. Es desconocido el número total de mujeres violadas durante conflictos. La violación se utiliza a menudo como arma de guerra. Resulta difícil dar cifras exactas debido a la inseguridad, a problemas logísticos, al miedo a la estigmatización y al riesgo de represalias contra las mujeres que denuncian las violaciones. Un reciente informe de Amnistía Internacional detalla cómo la violencia sigue siendo omnipresente en las instituciones educativas y en torno a ellas. Por todo el mundo, las niñas se enfrentan constantemente a la discriminación, a recibir golpes en nombre de la disciplina, al peligro de ser agredidas sexualmente, acosadas o intimidadas de camino a la escuela o una vez en ella. Sufren amenazas de agresión sexual de otros estudiantes, escuchan cómo profesores les ofrecen calificaciones más altas a cambio de favores sexuales, e incluso son violadas en la sala de profesores.
La proliferación de armas pequeñas exacerba los conflictos, la pobreza y los abusos contra los derechos humanos en todo el mundo, y su aritmética también puede reflejarse. Dos es el número de balas que hay por cada habitante del planeta y un arma por cada diez. Mil es la media de personas que mueren al día por disparos de armas pequeñas. Por cada dólar estadounidense destinado a la ayuda al desarrollo se destinan diez dólares a partidas presupuestarias militares. El 88% de las exportaciones de armas convencionales de que se tiene conocimiento corresponde a los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia. 153 gobiernos votaron en el seno de las Naciones Unidas a favor de empezar a trabajar en un Tratado Internacional sobre el Comercio de Armas. 24 se abstuvieron. Uno sólo –Estados Unidos– votó en contra del tratado.
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No hay que ser aritmético para ver que el activismo puede quebrar estas aritméticas macabras. Porque también existe la aritmética de la esperanza. El notable avance registrado en la abolición de la pena de muerte ha puesto de manifiesto el potencial que tiene la presión pública en la consecución de cambios. Hasta 2005, 122 países habían abolido la pena de muerte en su legislación o en la práctica. Tan sólo hace 29 años, en 1977, sólo 16 países eran abolicionistas. Sin embargo nos consta que todavía se ejecutó a menores en 2005 y en 2006. Entre 18.000 y 27.000 personas siguen condenadas a muerte en el mundo. A lo largo de 2007 fueron ejecutadas al menos 1.252 personas en 24 países. En el mismo periodo fueron condenadas a muerte al menos 3.347 personas en 51 países. China, donde se van a celebrar los juegos olímpicos, es el primer país en el macabro ranking de países ejecutadores.
Otra forma de quebrar la aritmética es romper con la impunidad. Los casos de Pinochet, Fujimori, Charles Taylor, y otros se encuentran en diversas fases de procesamiento ante la justicia. La Corte Penal Internacional anunció sus primeras órdenes de detención, dictadas contra cinco dirigentes del Ejército de Resistencia del Señor por crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra cometidos en el norte de Uganda. Darfur y Aunque esto es así, también aquí hay otro lado de la moneda: 104 países han ratificado el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, pero 100 han suscrito “acuerdos de impunidad” con Estados Unidos, lo que impide que ciudadanos estadounidenses sean procesados.
El activismo de miles de personas está empezando a resquebrajar la falsedad de que se puede combatir el terror con violaciones de derechos humanos. La seguridad bien definida es la ausencia de conculcaciones de derechos humanos, es el respeto absoluto e incondicional de los mismos.
El activismo de miles de personas consigue romper las aritméticas. Cuantos más activistas seamos, más matemáticas funestas quebraremos.
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