El Asset-based welfare: un nuevo modelo de bienestarEscuchar artículo - Artikulua entzun

Gorka MORENO MÁRQUEZ, Investigador y profesor en la UPV-EHU. Email: gorka.moreno@ehu.es

A través de este artículo se quiere profundizar en el Asset-based welfare, una manera nueva de comprender las políticas sociales y que ha comenzado a desarrollarse en los países anglosajones al amparo de las reformas emprendidas a mediados de los noventas en el campo del bienestar y que son conocidas como el tránsito del welfare –bienestar tradicional– al workfare –nuevo modelo basado en la obligatoriedad de un empleo para percibir ayudas asistenciales–. Aunque las primeras teorizaciones en torno a este modelo se dan a principios de los noventa (Sherraden, 1991), es, y sobre todo en el caso de Estados Unidos, con la aprobación en 1996 de la ley que modifica y reforma el modelo de prestaciones sociales existente hasta esa época, cuando se pone en marcha este modelo que podría ser traducido como el bienestar basado en el patrimonio o el bien.

De esta forma, para el asset-based welfare, el bienestar de una sociedad debe de ser garantizada mediante el conjunto de recursos financieros o propiedades de que dispone una persona y que pueden ser cuentas corrientes, dinero disponible, la vivienda, un choche, etc. De igual forma, junto a estos recursos más materiales y tangibles, el capital social y el humano también se encontrarían dentro de este concepto de asset –recurso-.

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Foto: dskciado.
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La gran idea del Asset-based welfare propugna que a través de los ingresos y del aumento de ellos se hace frente de forma más eficaz a la pobreza y a la situación que viven las personas con bajos recursos. Según Beeferman, “los bienes (assets) son aquellas capacidades y recursos que hacen posible que una persona pueda identificar y elegir su proyecto vital. A través de estas elecciones, el individuo elige qué es para él el bienestar, y mediante dichos bienes puede lograrlo” (Beeferman, 2001: 12). De este modo, los ingresos y el patrimonio sirven para mejorar la seguridad económica y las oportunidades y por ello, desde las instancias públicas han de establecerse mecanismos que fomenten la creación de patrimonio por parte de las familias. A su vez, se incide en aspectos como la equidad, el valor del trabajo, la autosuficiencia o la responsabilidad individual. Todos estos valores entroncan de lleno con la filosofía del workfare y la reforma de las prestaciones sociales en EEUU. Además, para los defensores de este modelo, el Asset-based welfare se adapta mejor a las nuevas circunstancias económicas y al nuevo contexto social. Como puede apreciarse en la definición de Beeferman, se subrayan por un lado capacidades, y por otra recursos. Y generalmente, las medidas que se han implementado al respecto, se han basado en esta lógica dual: aspectos que subrayan los recursos financieros, pero también aquellos otros relacionados con el capital social y humano. En esta línea de trabajo, desde las diferentes administraciones estadounidenses se está dando una gran importancia al ahorro como medio para aumentar el nivel de bienestar de las personas más desfavorecidas. Así, la mayoría de las medidas que se han establecido se centran en la creación de cuentas bancarias que fomentan el ahorro a través de incentivos fiscales y bonificaciones, tanto de carácter público como privado. Junto a estas medidas se han puesto en marcha también cursos y programas educativos que inciden en la importancia de la creación de un patrimonio y de la responsabilidad individual para salir de la pobreza. Generalmente, para participar en estas cuentas bonificadas se han de cumplir un mínimo de horas dentro de estos cursos formativos.

La medida más extendida en EEUU es la de los IDAs –individual development accounts–, que son unas cuentas de ahorro bonificadas para aquellas familias con bajos ingresos y que se concentran en las familias trabajadoras con escasos recursos y en aquellas mujeres que participan en los programas de welfare to work (Weber y Smith, 2001: 7). Por cada dólar ahorrado en la cuenta se pueden recibir entre medio y dos dólares de bonificación, dependiendo de las características de cada programa. Del mismo modo, la cantidad bonificable máxima anual se sitúa entre los 100 y los 500 dólares (Schreiner, 2004: 7). Asimismo, los IDAs incluyen cursos de formación relacionados con la educación o la formación financiera, para que se de una adecuada utilización del dinero (Friedman y Boshara, 2000). En la mayoría de los casos los IDAs se gestionan a través de organizaciones sin ánimo de lucro. Igualmente, la bonificación puede ser de carácter pública o privada, en este segundo caso es el banco el que bonifica la cuenta corriente, y a cambio, disfruta de unas menores cargas fiscales o de ciertas desgravaciones. Este tipo de cuentas sólo puede utilizarse para gastos relacionados con la educación, la compra o arreglo de la vivienda, la mejora de la formación o para crear un nuevo negocio. Por lo tanto, el dinero de éstas no puede retirarse para la compra de bienes directamente relacionados con el consumo. Las primeras evaluaciones que se han realizado apuntan a que en la mayoría de los casos los participantes en estas cuentas han mejorado su ahorro a través de estas cuentas (Stegman, 2003: 15). Junto a los IDAs también se han puesto en marcha los Individual Retirement Accounts (IRAs), que son cuentas de ahorro para garantizar la jubilación. Desde el año 2004 se han establecido cuentas de ahorro también para los niños nacidos en EEUU (Schreiner, 2004).

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Foto: Bruno. C.
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Aunque el Asset-based welfare nace en EEUU, en algunos otros países como Canadá, Australia o Suecia (Reagan y Paxton, 2001) también han puesto en marcha programas experimentales que se basan en esta lógica. Pero es en el Reino Unido donde más se ha desarrollado y avanzado en programas de estas características. Desde el año 2001 el gobierno laborista de Tony Blair ha establecido dos medidas que beben de esta filosofía: El Saving Gateway y el Child Trust Fund. El Saving Gateway es una cuenta que bonifica con una libra cada libra ahorrada. Es una cuenta de ahorro para familias con escasos ingresos y con una duración máxima de cinco años. La cantidad máxima bonificable es de 25 libras al mes y el máximo en los cinco años de 1000 (HM Treasury, 2001: 2). Como en el caso de los IDAs estadounidenses, junto a la bonificación económica también hay cursos para una adecuada gestión de los ahorros. En el caso del Child Trust Fund cada niño al nacer recibe por parte del gobierno una cuenta con 500 libras para los hijos de familias con menos ingresos y 300 para el resto. A las edades de 5, 11 y 16 años el gobierno vuelve a ingresar 100 libras para el primer colectivo y 50 para el segundo. Asimismo, los padres, familiares y demás personas del entorno pueden hacer aportaciones adicionales a dicha cuenta. El objetivo que se ha marcado el gobierno laborista es que a los 18 años cada menor tenga una cuenta de entre 5.000 y 7.000 libras. El menor sólo podrá acceder a la cuenta cuando cumpla los 18 años.

Al ser todavía el Asset-based welfare un modelo relativamente joven y con un desarrollo todavía no muy extenso, es difícil apuntar unas conclusiones tajantes acerca del mismo. Eso sí, pueden destacarse sus principales características –que es lo que se ha hecho en los párrafos anteriores– y estar alerta con respecto al devenir de los diversos programas que se rigen por esta nueva lógica de bienestar. Asimismo, surgen algunas cuestiones e interrogantes que poco a poco tendrán que ir siendo respondidas. Por un lado, las diversas evaluaciones hechas a día de hoy apuntan a que la relevancia económica de estas medidas es más bien escasa y no parece que muestren grandes potencialidades para que las personas más desfavorecidas abandonen esa situación. Además, de ningún modo se ponen en duda o se atacan los aspectos estructurales y las desigualdades que producen la pobreza y la exclusión. En esta misma línea, parece que no tiene mucho sentido poner en marcha programas que van a tener incidencia a medio y largo plazo –a través del ahorro– cuando los participantes sufren penuria en ese mismo momento. Igualmente, si padecen dificultades económicas no parece que el ahorro que se produzca vaya a ser suficiente como para plantear alguna alternativa de futuro a su situación. En otro ámbito de cosas, tendría que dejarse claro si estas medidas se quieren combinar con las tradicionales políticas sociales; o en cambio, nacen para sustituirlas y facilitar una privatización de las mismas a través de estas medidas que fomentan el ahorro individual.

Bibliografía:

BEEFERMAN, L.B. (2001): “Asset development policy: The new opportunity”, Asset Development Institute, Waltham.

FRIEDMAN, R.E. y BOSHARA, R. (2000): “Going to Scale: Principles and Policy Options for An Inclusive Asset-Building Policy”, Center for Social Development, Washington University, Saint Louis.

HM TREASURY (2001): “Delivering Saving and Assets. The Modernisation of Britain’s tax and Benefit System”.

REAGAN, S. y PAXTON, W. (Ed.) (2001): Asset-based welfare: International experiences, Institute for Public Policy Research, London.

SCHREINER, M. (2004): “Measuring Saving”, Center for Social Development, University of Washington, Saint Louis.

SHERRADEN, M. (1991): Assets and the Poor, M. E. Sharpe, New York.

STEGMAN, M.A. (2003): “Banking the Unbanked: Connecting Residents of Social Housing to the Financial Mainstream”.

WEBER, R. y SMITH, J. (2001): “Assets and Neigborhoods: The Role of Individual Assets in Neighborhoods Revitalization”, Fannie Mae Foundation.

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