Carlos VIÑAS-VALLE
Fotografía: Carlos VIÑAS-VALLE
En un tiempo hubo empeño por ubicar la “Crux Caroli” en los montes de Roncesvalles, la supuesta cruz que hincó el rey Carlomagno en el 778 cuando cruzó Navarra camino de Zaragoza. Todo arrancó del relato del clérigo poitevino Aymeric Picaud, que había mencionado que en un monte muy alto había “un lugar llamado la Cruz de Carlos”. Pero la cruz carolingia nunca existió. Es cruz legendaria. Las referencias topográficas de Picaud, confusas cuando no fantásticas, se tomaron al pie de la letra y por esa razón se hicieron intentos por localizarla en los parajes más elevados por donde discurría la vía romana. “Había un lugar llamado la Cruz de Carlos, por donde pasa un sendero abierto por Carlomagno y sus ejércitos cuando se dirigían a España. En él plantó el emperador la enseña de la cruz, y orando a Santiago convirtió el otero en el primer centro de oración al Apóstol”.
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Cruces de peregrinos en Ibañeta. |
Carlomagno no clavó ninguna cruz. No tenía motivos, y menos una cruz santiaguista cuando faltaban 36 años para el hallazgo de los restos apostólicos en Padrón. Existió una cruz en Ibañeta, pero era de límites meridionales de la diócesis de Bayona, una de las varias repartidas por parajes concretos de la línea axial pirenaica entre los siglos XI al XVI. Los franceses denominan a estas cruces “croix bornales”, es decir, cruces que las más cercanas a las poblaciones solían ser de piedra, y de hierro todas las demás en los montes por ser menos costosas y más fácil su transporte, lo que explica topónimos como “gurutzgorris” o “cruces rojas”, así denominadas por el tono rojizo de la herrumbre. José María Lacarra (1907-1984) había señalado: “La Crux Caroli sirvió por mucho tiempo para señalar los límites del País de Cisa y de las diócesis de Bayona y Pamplona”. La leyenda de la Crux Caroli es anterior a Picaud, pues consta en una bula de 1106 de Pascual II, que establecía que las tierras francesas del Pays de Cize concluían en la Cruz de Carlos del collado de Ibañeta. “Vallis que Cirsia dicitur usque Caroli crucem...”. Desde entonces y hasta el siglo XVII nada se volvió a decir de cruces. Fue en 1637 cuando el francés Arnaldo de Oihenart (1592-1667), autor de “Notitia utriusque Vasconie”, determina con rotundidad que “estaba la Cruz de Carlos donde ahora está la capilla de San Salvador de Ibañeta, en la cumbre del Pirineo”. El obispo de Beárn, Pierre de Marca (1594-1662), era del mismo parecer, como también los canónigos de Bayona, Victor Pierre Dubarat (1894-1912) y Jean Baptiste Daranatz (1869-1937), tajantes en cuanto a que “la Cruz de Carlomagno estaba en Ibañeta y en ninguna otra parte. En el siglo XII en Ibañeta no había más que la Cruz de Carlos y un millar de pequeñas cruces colocadas por los peregrinos que iban a Santiago. No había nada más en Ibañeta antes de construirse la capilla de San Salvador.” Esta opinión fue objeto de alguna matización por parte de José María Lacarra: “Esa interpretación del Liber Peregrinationis es razonada con acierto, aunque difusamente”.
A
esta primera corriente, fiel a la Crux Caroli en Ibañeta, siguió
otra más radical entre el siglo XIX y el XX, partidaria de su localización
en la travesía romana. Jean
de Jaurgain, historiador francés (1842-1920), se mostró
firme en cuanto a que la cruz estaba cerca del pueblo de Arnéguy, a
la salida de Valcarlos. La había confundido con una diocesana que hubo
en el lugar, la cual incluso llegó a identificar con el Capeyron Roge,
un hospital de peregrinos perdido. “La Cruz de Carlos estaba plantada
en la cima de un monte delante de Valcarlos, del lado de Arnéguy, la
cual aparecía designada en los mapas de los Pirineos del siglo XVIII
bajo el nombre vasco de Curutchegorry (cruz roja)”. Louis
Colas (1869-1929), también francés, fue el más crédulo
y extravagante, empecinado en que la cruz tenía que estar en el pico
más alto. Colas, según Jimeno
Jurío, era “uno de los más intrépidos paladines
del camino alto, que afirmaba que la vía romana había sido restaurada
por Carlomagno, levantando la cruz en el punto más alto del trayecto.”
La imaginación de Colas lo llevó en 1910 a buscarla en el monte
Orzanzurieta, y lo único que encontró allí fueron restos
de una columna trigonométrica. Arturo
Campión (1854-1937) visitó intrigado ese monte y pudo desmentir
el hallazgo: “Yo, el año mil ochocientos ochenta y tantos, antes
de que la columna se arruinase, estuve sentado durante largo tiempo en los
escalones de piedra, contemplando el admirable panorama que desde allí
se descubre.” Piarres Narbaitz Caillava (1910-1984), partidario de localizar
la cruz en algún lugar de la vía romana, no concedió
crédito a aquella localización: “Louis Colas se equivocaba
al situar la cruz en la cima del monte Orzanzurieta, que con sus 1.579 metros
era demasiado alto para que pasara por ella el camino de los peregrinos. La
cruz pudo haber sido colocada en el montículo de Ibañeta, sino
en uno de los puntos superiores de la vía romana. El relato de Picaud
no demuestra que la Cruz de Carlos y las cruces de los peregrinos se hallaban
en el puerto de Ibañeta. Al contrario, las coloca en la cima de un
‘monte maravilloso’ llamado Puerto de Cisa.” Ramón
Menéndez Pidal (1869-1968), en su afán porque concordaran
los relatos medievales con el entorno topográfico entresacó
conclusiones precipitadas merced a un escaso conocimiento del entorno, que
lo indujeron a concluir que la cruz se hallaba “en la cumbre del Astobizcar,
inmediata al punto más alto al que llega el camino de Lepoeder”,
lo que llevó a puntualizar a Jimeno Jurío: “Posteriormente
la situó en Lepoeder diciendo que el fastigio del puerto... dice la
Guía que se llama Crux Caroli. La interpretación no parece correcta.
La Guía no dice que el fastigio se llame Crux Caroli, sino que desde
el fastigium se contempla un vasto panorama y que ‘in summitate
eiusdem monti’ hay un lugar que se llama la Cruz de Carlos.”
José María Lacarra, aunque más comedido, parecía
contradecirse en tanto que después de sostener que la cruz sólo
era diocesana, determinó que era carolingia y que no podía estar
apartada del camino jacobeo: “Como anunciando el recinto sagrado de
Roncesvalles, los peregrinos encontraban en lo alto del Pirineo, antes de
bajar al valle, la Cruz de Carlos”. Lo escrito está relacionado
con lo que anotó Arturo Campión: “La Cruz Caroli hubo
de estar erigida cerca de Ibañeta, antes de bajar a la actual colegiata.”
Nada puede justificar que Campión relacionase la Crux Caroli con el
crucero existente a la salida de Roncesvalles, colocado oportunamente por
un prior de la colegiata: “Es la cruz de los peregrinos, relativamente
antigua, del siglo XV. Se me figura que entre ésta y la Cruz Caroli
existe alguna correspondencia. Marcaban probablemente la entrada y la salida
próximas del lugar tan famoso en la peregrinación a Santiago.”
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