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Juan Carlos Vidarte. El testimonio a través de la imagen

Es correntino por esas casualidades del destino: su padre andaba de gira por el Chaco cuando su madre comenzó a sentir los dolores de parto. Como a su criterio no era bueno el sistema de salud chaqueño y había pocas parteras en Resistencia, cruzó inmediatamente a la otra orilla, dando a luz a Juan Carlos el 1º de marzo de 1929. Pocos días después ya estaba en Santa Fe, donde vivió hasta los 7 años. Por ello se reconoce santafesino de alma, aunque sea correntino de nacimiento, cosa que llevaría como un estigma cuando en la escuela lo llamaran ‘el correntino’, tal como figurara en su libreta. Conocería la vecina provincia recién a los 20 años.

Su padre tenía campo en el norte de Santa Fe, lugar donde se había instalado su abuelo vasco, venido de Iparralde, al norte de los Pirineos. Esa condición de vasco para Juan Carlos Vidarte está internalizada: es consciente de su origen, admira a los vascos, y sabe de la Nación vasca. Su madre en cambio era francesa, venida con su familia dedicada también a tareas rurales en la provincia mencionada, y cuando aun había malones en la región. Se conocieron en Argentina, contrajeron matrimonio y tuvieron ocho hijos.

Juan Carlos comenzó sus estudios primarios en la Escuela N.º 3 de la ciudad de Resistencia, y continuó en la Escuela N.º 1 ‘Benjamín Zorrilla’. Inició la secundaria en el Colegio Nacional, continúo en Sáenz Peña el segundo año, y terminó el bachillerato en la ciudad de Buenos Aires. Siendo estudiante de la escuela secundaria fue llamado por Yolanda Perenno de Elizondo para formar parte del Coro Polifónico de Resistencia, participando de la actividad coral local por muchos años y donde conocería a su esposa con la que tendría dos hijos.

Terminada la escuela secundaria, Vidarte ingresó a la Escuela Nacional de Aeronáutica, para egresar como piloto y dedicarse a volar. En esta actividad se ganó la vida entre 1951 y 1954, haciendo vuelos en la Escuadrilla de Servicios de Correo y Carga de la aeronáutica, tanto en Argentina como países limítrofes. Se le presentó una interesante posibilidad de trabajo en Colombia y Ecuador, pero las ganas de quedarse en el Chaco –donde ya se había casado– lo hizo desistir de continuar la carrera de aviación. Trabajó un tiempo en la empresa CHACOFI y luego en la compañía de seguros Chaco Argentina, haciendo tareas administrativas. Tenía un buen sueldo y se le presentaba un futuro promisorio, pero eso lo alejaba de su vocación, de sus ganas y posibilidades de expresarse.

Juan Carlos Vidarte. Foto de Jorge Castillo

Juan Carlos Vidarte. Foto de Jorge Castillo.

En Resistencia se hizo de grandes amigos que transitaban el camino del arte y la cultura, con quien compatibilizó enseguida: José Luís Meana, Aldo y Efraín Boglietti, Raúl Berneri, y otros. Participó de la organización de ciclos de cine formando parte del grupo de Cine Arte Resistencia, que proyectaban films de grandes directores en la plaza principal de la ciudad.

Se había acercado a la fotografía mientras estudiaba en Buenos Aires, y aquí encontró un campo fértil para desarrollarse en esta afición que luego sería su trabajo. Tuvo de consejero al conocido fotógrafo local Boschetti, y que lo atendía para solucionarle los problemas que se le iban presentando.

De ahí al cine fue solo un paso. Vidarte recuerda:

Pepe Bentolilla, hijo del dueño del bazar Ciudad de Roma y con quien formábamos parte del grupo del Sorocabana, trajo una cámara de 16 mm de Buenos Aires que era una maravilla para la época. Con él hacíamos películas con treinta metros de cinta, con tomas de dos o tres segundos. Esa fue mi base y mi primera experiencia en realización.

Su trabajo administrativo no cubría sus necesidades espirituales, por lo que se presentó a un concurso para trabajar en la naciente Universidad Nacional del Nordeste, en el cargo de jefe de Fotografía y Cinematografía de Extensión Universitaria. Ingresó entonces con el primer contingente, ad honorem, y con la Resolución Nº6 firmada por las autoridades.

Comenzó haciendo fotografía, y luego se integró con el grupo agrotécnico para hacer un trabajo que se realizaba en las provincias de Misiones, Formosa, Corrientes y Chaco. La idea fue producir películas que reflejaran la realidad local en materia de cultivos y producción agrícola-ganadera, porque las norteamericanas que se pasaban mostraban una tecnología distinta y otro estilo de vida que no llegaba a la gente. Vidarte nos cuenta:

Boschetti me prestó una cámara de 16 mm, que cargaba solo 15 metros de película que significaba más o menos un minuto y medio de filmación. Filmé el trabajo que hacían los misioneros en el campo, y así salió mi primera película, que en realidad no es una película sino mas bien una serie de tomas. Pero cuando vuelvo a Misiones, a Puerto Pipó, llevando un proyector, un grupo electrógeno Winco y una pantalla chica, se hace una propaganda infernal sobre la proyección nuestra que nos hizo temer por los resultados. ¡No podía creer lo que la gente sentía al verse y reconocerse en la pantalla! Fue un verdadero jolgorio y la gente aplaudía. Así nos dimos cuenta que llegábamos a la gente. A partir de allí nació la idea de filmar en la universidad.

 Imagen de ‘La conquista del Oeste’. Foto Jorge Castillo.

Imagen de ‘La conquista del Oeste’. Foto Jorge Castillo..

A ese primer intento le siguieron películas muy interesantes y de gran valor técnico. Cabe mencionar ‘Suelo de monocultivos’, filmada entre 1957 y 1960, en la que se muestra todo el proceso de cultivo del algodón, y que fue presentada en distintos lugares, entre los que se destaca el Festival de Cine de Ginebra, que hizo que Naciones Unidas la eligiera para formar parte de su filmoteca. El valor de la película es sobretodo testimonial, donde se mostraba algo natural, propio de un país subdesarrollado. Después vinieron ‘Leguminosas’, que fue traducida al guaraní para ser exhibida en Paraguay; ‘Suelos salitrosos’; ‘Una revolución pacífica’; ‘La escuela medio-conservacionista’, filmada en la Provincia de Buenos Aires; ‘El impenetrable’; ‘La conquista del oeste’.

Para Juan Carlos Vidarte, no se puede separar el cine de la fotografía porque nace de ella, y no ve diferencias entre el cine y video: entiende que si uno es un buen cineasta puede ser un buen videasta, porque la técnica en su esencia es la misma.

Él es un estudioso del cine, y como tal, afirma:

Para entrar en el terreno del cine tenés que leer, tenés que aprender. A nosotros nos exigían, y creo que había una decencia profesional en nuestros profesores. El cine se aprende en los libros, y después se aplica en la máquina. Para hacer cine vos tenés que ser un buen adaptador y un buen guionista. Aunque el tema sea tuyo, vos tenés que guionar lo que luego vas a realizar. Si no te preparás vas a perder tiempo haciendo tomas que luego no te sirven.

Es fanático del cine japonés, porque aborda una temática que es un poco leyenda y otro poco historia. En esa producción ve mucha imaginación y simbología que nutre su sensibilidad. Pero admira también el cine checo, y a los grandes maestros del cine ruso y francés.

Según su criterio, el cine argentino no atraviesa su mejor momento, y atrás quedaron las realización de Hugo del Carril y películas como ‘Las Aguas bajan turbias’, ‘La guerra gaucha’ y ‘Su mejor alumno’. Para Vidarte, el de hoy es un cine nacional que no cuenta la historia argentina, no la oficial sino la de la gente, y aparecen cosas como las de Adrián Suar que pretenden copiar al cine norteamericano.

Si bien para él todos los realizadores del Chaco fueron importantes, porque hicieron un aporte que aunque fuera chico ha dejado un aprendizaje, opina que hoy existen ‘falencias’ en las producciones. Entiende que no alcanza con hacer tomas agregando voces, porque un buen documental no debe estar acompañado de ‘explicaciones’. Si ellas son necesarias, es porque algo ‘no anda bien’. Sostiene:

El cine es una idea central, y luego viene el desarrollo de esa idea. Mucha gente fracasa porque le falta eso: hay pibes que agarran la video y luego hacen una pegatina de todo y les falta continuidad, porque creen que luego al agregarle la voz se arregla todo, y la voz es lo de menos. Si la imagen habla, se hace innecesario distraer a la gente.

Su trabajo principal fue siempre desde la universidad y en distintas dependencias de la misma –Rectorado, Extensión Universitaria, etc.–, no faltaron sus participaciones en otros medios. El diario El Territorio lo tuvo de colaborador haciendo crónicas de pueblos del Chaco con la imagen en fotograbado que preparaba él mismo, y en Diario Norte fue fotógrafo deportivo por algunos años y escribía crítica de cine y artículos sobre filmación en Súper 8. Realizó colaboraciones en Canal 9 de Resistencia con filmaciones de sucesos importantes, y ellos a su vez le abrieron sus puertas para poner al aire sus producciones documentales.

Juan Carlos Vidarte se jubiló en la Universidad en 1994, pero sigue produciendo en forma privada. No deja de ver cine, ni abandona la lectura que lo acompañó toda su vida. Mientras tanto, sigue documentando lo que pasa en el Chaco, con la intención de dejar para las próximas generaciones la imagen de una historia que lo tuvo como testigo y protagonista.

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