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Retrospectiva y actualidad del Congreso Mundial de Colectividades Vascas

William DOUGLASS

Conferencia inaugural ofrecida por William A. Douglass en el V Congreso Mundial de Colectividades Vascas en el Exterior (Donostia, noviembre 2011) y recogida en el libro Guztion Artean.

Lehendakari López, distinguidas autoridades del Gobierno Vasco, estimados congresistas, señoras y señores:

Por tercera y, seguramente, última vez, me ha correspondido el honor y el privilegio de pronunciar el discurso inaugural en la apertura de este congreso cuatrienal. Quisiera provechar el acto de apertura de este quinto Congreso Mundial de Colectividades Vascas, además de para saludarles, también para agradecerles, no sólo por la oportunidad que me han brindado, sino también por toda la carrera profesional que he tenido la suerte y el placer de desarrollar gracias a ustedes y sus antepasados, tanto aquí en Euskal Herria como por las diásporas vascas esparcidas por el planeta. Eskerrik asko bihotzez!

Hasta la fecha, tanto yo como mi sucesora en este estrado, Gloria Totoricagüena, hemos venido aprovechando el momento de apertura del congreso para plantear un reto a los congresistas y autoridades presentes, a partir de nuestras especulaciones, cuando no expectativas, sobre vuestra agenda.

Quizás el ejemplo más claro lo constituyó mi intervención con ocasión del Primer Congreso en 1995, cuando planteé la pregunta Nora goaz? (¿A dónde vamos?), tanto con respecto al porvenir de los centros vascos como a la supervivencia de la identidad vasca fuera de Euskal Herria. En otras palabras, era la manera de manifestar la duda sobre si las diásporas como tales tenían un claro porvenir o no. Se trataba de un momento en que los riesgos eran evidentes —sobre todo, riesgo de asimilación de la juventud vasca en los diversos países de acogida—. Era obvio que la mayoría de aquellos vascos con guión, o sea, los vasco-argentinos o vasco-norteamericanos nacidos fuera de aquí, hablaban otras lenguas y habían perdido el euskera, mantenían un sentimiento patriótico que les vinculaba más a sus países de nacimiento que al nacionalismo vasco, y se casaban cada vez más con no vascos. O sea, veían sus carreras y futuros con el referente principal de sus propios países. Parecía entonces que estos contrapesos impedían, quizás definitivamente, el mantenimiento a largo plazo de la identidad vasca.

Foto: CC BY - Irekia

Participantes en el V Congreso Mundial de Colectividades Vascas en el Exterior (Donostia, noviembre 2011).
Foto: CC BY - Irekia

En mi discurso de apertura del Segundo Congreso planteé la necesidad perentoria de conservar la memoria colectiva de las comunidades vascas del exterior, identificando y conservando para ello, la documentación existente y recogiendo la historia oral de los mayores que habían vivido la vida de un centro vasco concreto. De hecho, concordaba con mi visión de una diáspora vasca en crisis y quizás a punto de pasar a la historia. Pero también estaba inspirado en mi creencia de que si las asociaciones vascas en el mundo iban a perdurar en el tiempo, tenían que tener cierto conocimiento de sus propias historias. Yo creía que una tradición enriquecería la vida colectiva de cada asociación y le daría motivos para continuar adelante.

Con respecto a mis previsiones algo negativas sobre las posibilidades y la proyección de la diáspora vasca creo que los congresistas y autoridades de aquel entonces tomaron muy en serio el tema. De hecho, como contestación a mi pregunta Nora goaz? formulada en 1995, adoptaron el lema Aurrera goaz! para el Congreso de 2003. Algunas de las medidas positivas tomadas tanto por las asociaciones vascas como por el Gobierno Vasco han causado un gran impacto. Podemos recordar algunas de ellas.

En 1995, de cara al Primer Congreso, los grandes retos para el Gobierno Vasco eran tan básicos como los de establecer comunicaciones con las asociaciones culturales y sociales vascas del exterior, intentar entender mejor sus misiones y maneras de ser, y averiguar si desde Euskal Herria las instituciones vascas podían desempeñar un papel positivo con respecto al mantenimiento de las diásporas vascas en cuatro continentes.

Cuatro años más tarde, para el Segundo Congreso, el Gobierno Vasco se encontraba comprometido en facilitar las actividades y el bienestar de alrededor de 120 centros vascos, varias entidades culturales más y cinco federaciones de centros esparcidos por el mundo. La agenda de una posible intervención incluía subvenciones directas para hacer frente a los gastos de las asociaciones de la diáspora, el fomento del euskera en los principales centros vascos así como varias ayudas para intercambios académicos, económicos y turísticos entre la Tierra Madre y sus emigrantes y descendientes.

Para el Tercer Congreso de 2003 las ayudas y prestaciones se multiplicaron, con becas para realizar estudios en Euskadi, ayudas para necesitados de la órbita de los centros vascos, y nuevas convocatorias de giras culturales para que los vascos de la diáspora tuvieran acceso a las producciones culturales de mayor éxito y más modernas.

Estas ayudas, aunque a veces modestas, fueron dando frutos. Además, en muchos casos llegaron precisamente cuando más lo necesitaban dadas las precarias circunstancias de varias asociaciones. De hecho, mayormente se trataba de unas diásporas ancladas en el pasado.

En el caso de Argentina y Estados Unidos, los dos países con mayor número de instituciones vascas, la inmigración vasca, por lo menos en masa, había cesado prácticamente después de la Segunda Guerra Mundial. Así que sus centros vascos se mantenían más bien por inercia. En muchos casos era más que evidente que estaban perdiendo su propia juventud y, por lo tanto, su porvenir. También se notaba cierto agobio entre los socios mayores, reflejado en el hecho de que sólo una minoría asistía a las reuniones y, si se quería organizar un evento, el trabajo recaía siempre en los mismos.

Sin embargo, hoy día sólo en el registro del Gobierno Vasco están dadas de alta 178 asociaciones y federaciones en 24 países. Algunas de ellas fruto de una nueva emigración vasca, sobre todo dentro de la Unión Europea. Es el caso de los centros vascos de Roma y Londres. También existen ejemplos, los más recientes, de alguna forma inesperados o exóticos, como son Shanghai y Tokio. En definitiva, que el asociacionismo de la diáspora vasca está demostrando cierta vitalidad.

Guztion artean

El libro Guztion artean recoge todas las intervenciones y conclusiones del V Congreso Mundial de Colectividades Vascas en el Exterior

Esto se refleja también en un rejuvenecimiento de varios clubes de las viejas diásporas, incluyendo la implicación de la juventud tanto en el gobierno de las entidades como en la proyección de su imagen a través de Internet. No es cierto que todos los problemas de relevo generacional y garantía de futuro de las entidades se hayan visto resueltos, y menos aún que ahora vivamos en una situación perfecta, pero el progreso realizado es más que evidente.

Esta evolución en las diversas diásporas vascas esparcidas temporalmente y espacialmente por el planeta es debida a diversos factores. Algunos son internos y afectan a temas específicos, ya que cada centro vasco o asociación tiene su propia idiosincrasia y difiere incluso de los de su entorno más próximo. Pero también a otro nivel más general todas las asociaciones de la diáspora vasca representadas en este congreso comparten las mismas oportunidades como consecuencia de la política desarrollada e implementada por el Gobierno Vasco.

Hoy se puede decir que ninguna colectividad vasca tiene por qué funcionar de forma aislada y sin apoyos materiales y de otra índole del exterior (tanto del Gobierno Vasco como de otras instituciones vascas o de otras asociaciones de la diáspora). En cierto sentido se ha creado un mundo virtual vasco que trasciende las fronteras no sólo de Euskal Herria sino de todos los países del mundo donde actualmente existe presencia de emigrantes vascos y sus descendientes. Su creación ha sido bastante democrática y fruto del voluntarismo, y, quizás por ello, también ha tenido sus más y sus menos. Algunos programas e ideas han cuajado y otros no tanto. Sin embargo, en términos globales, se ha logrado muchísimo y se puede decir que la diáspora vasca no sólo ha sobrevivido la transición del primer milenio al segundo, sino que sus perspectivas y expectativas son positivas. Con esto quisiera darles a todos, tanto a los responsables del Gobierno Vasco como a los delegados en este congreso actuales y anteriores, mi enhorabuena por el trabajo bien hecho.

También mencionaría que se ha tomado en serio mi sugerencia de conservar la historia de las comunidades vascas del mundo. El Gobierno Vasco dio inicio al proyecto Urazandi, facilitando su desarrollo tanto con becas de investigación como a través de la publicación de sus resultados. Hasta la fecha Urazandi ha publicado no menos de dos docenas de monografías, en su mayoría enfocadas en la historia de centros vascos concretos. Durante este congreso se va a presentar un nuevo volumen correspondiente a los niños refugiados en Gran Bretaña durante la Guerra Civil. También se lanzó el proyecto Urazandi Digital, que ha recogido prácticamente todas las revistas y periódicos vascos publicados en 30 países entre 1878 y 2006. Sus más de 200.000 páginas de texto recopiladas en 12 DVDs constituyen hoy una hemeroteca casi exhaustiva de la vida intelectual de la diáspora vasca. Toda esta labor realizada ha sobrepasado mis expectativas y merece otra vez mi reconocimiento y enhorabuena.

Termino con unas pocas observaciones de cara al porvenir. Primero, diría que el trabajo más obvio y fácil de realizar se ha hecho. Es decir, salvo unas pocas excepciones, todas las asociaciones vascas de la diáspora están involucradas ya en vuestras iniciativas comunes —siendo su mayor expresión tal vez la convocatoria de este mismo Congreso—. Pero también es verdad que en todos vuestros países sólo una minoría de los emigrantes vascos y sus descendientes son socios de una asociación vasca. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, en el censo de 2000 se ha calculado en 57.000 el número de vasco-estadounidenses, es decir, los que declaran alguna identidad vasca. Sin embargo, la suma de los socios de los clubes vascos del país no llegaría a la quinta parte de esa cifra. En cierto sentido, este mero hecho supone un reto y también una oportunidad para atraer un mayor número de socios. Por otra parte, esto pone de manifiesto la realidad incesante de los factores que obran a través del tiempo en contra de la continuidad de una identidad del Viejo Mundo entre los descendientes de inmigrantes nacidos en el Nuevo Mundo. Esto supone que en el tema del mantenimiento de una identidad étnica cabe la derrota pero nunca el triunfo definitivo. La realidad es que se trata de una obra en proceso continuo —un proyecto inacabable—.También asistimos a una diáspora en constante evolución, tanto respecto a su naturaleza como a sus límites. Un ejemplo claro de ese nuevo tipo de diáspora lo encontramos en la docena de vascos trabajando en Dubai que asistieron a la recepción del Lehendakari en aquel país. Es un ejemplo más del fenómeno de las nuevas migraciones de nuestro mundo cada vez más globalizado.

Con estas observaciones quiero hacer constar que la diáspora vasca tiene más dimensiones que las que están reflejadas en las asociaciones vascas institucionalizadas hasta la fecha. No sé si es posible desarrollar iniciativas que tengan sentido tanto de cara a los vascos no asociados como a las colectividades en vía de formación, pero el tema merece vuestra consideración.

Así que... Aurrera goaz. Aupa eta eskerrik asko!

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