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“Potxuak”, mujeres lekeitiarras en el Oeste americano

Koldo SAN SEBASTIÁN

Señalaba Jon Bilbao que, “durante el siglo pasado (s. XIX) eran más los que volvían al País Vasco que los que se quedaban. En cambio, en los últimos sesenta años ha ocurrido todo lo contrario. Ello se ha debido principalmente a la emigración de la mujer vasca. Los tenderos, los patronos de borregas, el ranchero estaba ya en posición de formar un hogar. De otra parte, los hoteleros necesitaban chicas para atender a sus clientes, especialmente en época de Navidad. Y estas chicas venidas de Ondarroa, Lequeitio o Guernica pasaban en pocas semanas de criadas a esposas de rancheros, tenderos u hosteleros (...) Es entonces cuando comienza la verdadera colonización vasca de Nevada y Idaho, los nuevos matrimonios construyen su rancho y el pastor se convierte no solo en pastor de borregas sino en agricultor”. La venida de mujeres vascas se acentúa especialmente después de la guerra hispanoamericana. Durante los primeros años del siglo XX y hasta 1922 la colonia va en aumento rápido. Valentín Aguirre fue uno (aunque no el único) de los que “organizó expediciones de criadas vascas para los hoteles de pastores”1.

Postal de Lekeitio

La vieja postal de Lekeitio muestra las dos zonas características de la villa. En el puerto y en las calles adyacentes viven los pescadores. A la izquierda de la foto, apenas se adivina el barrio medieval, donde viven comerciantes y artesanos, que aquí se llaman “txaputxeros” (los que hacen chapuzas). Aunque luego la emigración se extendió a todo el pueblo, es de este último barrio de donde salieron los primeros emigrantes hacia el Oeste americano.

Lekeitio es un municipio de apenas un kilómetro cuadrado de extensión. La mayoría de sus habitantes vivían de la mar o de oficios relacionados con la misma (astilleros de ribera, fábricas de conservas,...). La inmensa mayoría de su población no vive en caseríos aislados sino en el núcleo urbano, en casas de apartamentos.

En Lekeitio, además, la población se dividía en dos sectores: txaputxeruak (los que hacen chapuzas: es decir, artesanos, comerciantes, barberos, mecánicos, zapateros, herreros,...) y mariñeruak (los pescadores). Por si fuera poco, residen en barrios diferentes. Las viviendas de los marineros son, en general más pequeñas. Al tratarse, además, de familias numerosas, viven en muchos casos en condiciones de hacinamiento2.

En Lekeitio, el término “potxua” es un vocativo se utiliza para dirigirse a las muchachas, frente al “txotxo” de los niños o el “txo” de los hombres. Tradicionalmente, las mujeres de Lekeitio, además de las labores “del hogar”, trabajaban como criadas (en familias y casas de comidas), costureras, vendedoras de pescado, rederas, cesteras, en el salazón y, más tarde, en las fábricas de conservas (en las diferentes ramas del proceso), algunas (muy pocas) en las huertas que salpicaban el extrarradio de la villa.

Algunas potxuak sumaban a su condición urbana (kaletarra), la de su relación con las actividades relacionadas con la mar, de forma directa o indirecta. Las diferencias entre las mujeres baserritarras y las de las comunidades de pescadores se refieren especialmente a la forma de elección de cónyuge, sistema de herencia, procreación o aportación económica al matrimonio: Precisamente, la participación en la tarea del marido (o de la familia) da a las mujeres pescadoras características de arrojo, expresividad, capacidad y cambio3. Por lo que se refiere a las mujeres de familias de txaputxeros, eran muchas las que trabajaban como dependientas, criadas y, en un porcentaje muy alto, como costureras en sus diferentes especialidades.

Entre 1895 y 1924, emigraron al Oeste americano unas 200 mujeres de Lekeitio.4 Muy pocas acabaron en “California”. La mayoría se instalaron en Boise y sus alrededores. Las mujeres de la villa costera se hacían notar por su expresividad (y sus ocurrencias). Nuestras potxuak llegaron al Oeste americano, fundamentalmente, a través de dos vías: por matrimonio o como emigrantes.

¿Cómo se pagaban el viaje aquellas mujeres? Durante un tiempo, fueron los hoteleros quienes financiaban los viajes de las jóvenes, ya que estas se convirtieron en un reclamo para los pastores que buscaban una esposa. Los hoteleros se hacían cargo de los gastos del viaje que las muchachas debía pagar con su trabajo en el hotel (casi siempre en régimen de explotación). Cuando un pastor pedía matrimonio a una de aquellas jóvenes, muchas veces, debía pagar al patrón por el “perjuicio”. Esta especie de “compra de libertad” acabó en algún momento ante los tribunales del estado. Lo cierto es que, al estar casados la mayoría de los hoteleros vascos de Boise con mujeres de Lekeitio, explica el alto porcentaje de llegadas de mujeres de este pueblo.

Anuntzi Amias era una joven inquieta. Su padre era pescador. Su madre, costurera. Comenzó a trabajar con ocho años cuidando a sus primos. Luego estuvo sirviendo en Elantxobe, Zarautz y Barcelona, regresando a Lekeitio donde se empleó en una fábrica de conservas. Para entonces, había reunido unos pequeños ahorros “para el arreo”. Pero, tenía un tío en Idaho que le convenció para viajase a América. No se lo pensó y utilizó todos sus ahorros en financiar parte del viaje. El resto se lo prestó su tío. Al llegar se empleó en el hotel del lekeitiarra Peru Anchustegui en Mountain Home donde estuvo dos años. Logró pagar su deuda, enviar dinero a casa y guardar algo para sus gastos. Siete años más tarde, casada ya con Anastasio Jayo y viviendo en Boise, pagó el viaje a su hermana Lucía.

Luciana Aboitiz, “Lucy Garatea”, hizo el viaje con un tío suyo, Ignacio Barandica, y una prima, Visitación Arriaga. Traía como referencia la de otro tío, Francisco Aguirre “Zapatero”, casado con Gabina Goitia, hermana de su madre, que regentaban el Star Hotel en Boise y le habían financiado el viaje. Trabajó un tiempo como criada en el hotel de sus tíos. Hacía de todo, limpiaba, se encargaba de la colada, planchaba y cuidaba de sus primos menores. Se suponía que, con aquel trabajo, pagaba su mantenimiento y el viaje. Estaba dentro de una costumbre bastante arraigada en el País Vasco, las de los morroiak o criados. Las familias se quitaban bocas que alimentar enviando a sus hijos e hijas a casas de parientes y vecinos “tripa truke” (lo comido por lo servido: hand to mouth). Esta costumbre se trasladó a América. Para casarse, su novio, Esteban Garatea, de Nabarniz, tuvo que pagar a su tío los gastos del viaje, alojamiento y pensión de los dos últimos años y medio. Como si Luciana no hubiese trabajado.

Otras jóvenes fueron llamadas por parientes que habían formado familia en Estados Unidos para ayudar en las labores domésticas y, sobre todo, en el cuidado de los niños y esto ocurría tanto con aquellas familias que se habían instalado en la ciudad, como las que vivían en ranchos aislados.

María Agustina Urquiza y Agustín Azcuenaga

María Agustina Urquiza y Agustín Azcuenaga.

La primera en llegar, tan pronto como en 1893, fue María Agustina Urquiza. Lo hizo para casarse con su novio, Agustín Azcuenaga. El 23 de marzo de aquel año, contrajo matrimonio en Boise trasladándose al rancho de su marido en el condado de Owyhee. Vivió un tiempo en la capital de Idaho hasta que la familia se instaló definitivamente en Jordan Valley, OR, donde, junto a su marido, regentó una tienda y una pensión.

Algunos de los pioneros de Boise viajaron a Lekeitio para casarse con jóvenes lekeitiarrak. Este es el caso de Víctor Guisasola (Josefa Achabal), Luis Yturraspe (Natalia Acarregui), José Navarro (Pia Azpiri), Domingo Odiaga (Paula Fresnedo), José Luis Odiaga (Juana Mendazona), John Ereño (Agueda Achaval), Felix Eiguren (Rufina Celaya)... Otras acompañaron a sus maridos en la emigración o, estando casados de antes, se reunieron con ellos. Este es el caso de, por ejemplo, de Sabina Azpiri (Emeterio Quintana), Lucy Robles (Antonio López),... La mayor parte de las que viajaron solteras comenzaron trabajando en las pensiones o en los ranchos ovejeros. Algunas, como “domésticas” en familias de la ciudad.

El 26 de abril de 1908, desembarcaron en Nueva York nueve mujeres de Lekeitio: PiaAzpiri, Paula Fresnedo con sus hijas Paula y María, María Eiguren, Dolores Savala, Santa Gavica, Julia Mendia, Gabina Goitia.

En este punto, no se puede perder de vista que, en el primer tercio del siglo XX, algunas de las hoteleras más populares de Boise habían nacido en Lekeitio. Este es el caso de Cruza Arostegui, Anuntzi Jayo, Gabina Aguirre, Patxa Belaustegui, Petra Urresti, María Mendiola, Rita Beristain o Dominga Arregui. En general, las hoteleras también se convirtieron en organizadoras de viajes de jóvenes solteras que se empleaban en sus establecimientos hasta pagar las deudas contraídas y, luego, acordaban el matrimonio. Una de estas fue por ejemplo Lucy Garatea (Aboitiz Goitia), sobrina de Gabina Aguirre. Otra, Anuntzi Jayo (Amías Alberdi). Por lo tanto, no es de extrañar que, entre 1896 y 1924, solo en Boise, contrajeran matrimonio casi 40 jóvenes lekeitiarrak. También hubo hoteleras lekeitiarrak en otros lugares como Ontario, OR (Lucy Garatea), Jordan Valley, OR (Agustina Urquiza), Walkerville, MO (Eustaquia Zubillaga).

Anuntzi Jayo y Petra Urresti

Algunas, a fallecer sus maridos se convirtieron en titulares del negocio hotelero o emprendieron ellas su propio negocio. Este es el caso de Anuntzi Jayo (Amías), que había trabajado para Pedro Anchustegui en Mountain Home. Luego, trabajó con su marido en la pensión que este abrió en Boise y, al enviudar, siguió unos años al frente de la misma. La historia de Petra Urresti (Uberuaga) es similar. Regentó una pensión junto a su marido en Boise (Grove Street). Hacia 1938 era la manager del hotel Eagle, en el 716 ½ de Main Street.

En 1948, Lucy Aboitiz, tras años viviendo en Emmet, se trasladó a Burns, Oregón, tras comprar el Plaza Hotel. En Burns todavía reside hoy una comunidad vasca significativa. Regentó el ostatutu durante 17 años. Vendió el hotel a Bernardo y Maite Andueza en 1965 regresando a Boise.

Lucy Aboitiz planchando en su hotel

Aurresku de Mujeres. Sheepherders’ Ball, 1938: tres de las cuatro mujeres que aparecen en la foto son de Lekeitio.

Las mujeres de Lekeitio se dejaban notar a la hora de divertirse. Jon Bilbao cuenta que, en el Baile de los Pastores, que se celebraba cada año en fechas cercanas a la Navidad, el aurresku que lo inauguraba siempre era bailado por las mujeres de Lekeitio.

Lucy Aboitiz planchando en su hotel

Lucy Aboitiz planchando en su hotel.

En 1940, Lucy Aboitiz, junto al matrimonio formado por Cipri Barroetabeña y Julia Lizundia (con quien mantenía una antigua amistad), Jon Bilbao, subdelegado del Gobierno vasco en Idaho, y José Villanueva y la esposa de este, Maria Teresa López (también lekeitiara), ayudó a la formación del primer grupo de danzas vascas de Idaho en Emmett. En el grupo se integraron dos de sus hijos. Lucy había bailado con las hilanderas del batzoki de Lequeitio y era una buena dantzari como demostraba cada vez que podía: En febrero de 1922, Lucy y su amiga Felisa Gamecho, junto a Carmen Lizundia (de Munitibar) que se casará más tarde con Cipri Barroetabeña, y María Uberuaga (de Lekeitio) participaron en un festival organizado por la Americanization School de Boise. Bailaron la jota y la porrulsalda acompañados por Julián Ecenarro (con la guitarra) y la “señorita” Lizundia con el pandero (Idaho Statesman, 1922-02-19).

Aurresku de Mujeres. Sheepherders’ Ball, 1938: tres de las cuatro mujeres que aparecen en la foto son de Lekeiti

La fotografía fue publicada por el Idaho Statesma en 1950, corresponde a la Music Week que, anualmente, se celebra en Boise. En la misma, aparecen “Takolo” Chacartegui (lekeitiarra), David Lachiondo, Fermina Garmendia (lekeitiarra), Ángela Bicandi, Elena Barinaga, Ysidora Madarieta, Boni Garmendia (director), Anunci Jayo (lekeitiarra), Petra Urresti (lekeitiarra), Joe Anacabe, Angela Anacabe, Antón Uranga, Gloria Urlezaga (lekeitiarra), Balbina Izaguirre, John Yribar y José Anchustegui (lekeitiarra) (Idaho Satesman, 7-05-1950).

Apéndice: Potxuak en el Oeste

 

1Jon Bilbao, Los Vascos en el Oeste (conferencia), 1958

2 Jose Miguel Ugartetxea, Lan guztiak, Lekeitio (1991): Lekeitioko Udala, p. 9

3 Teresa del Valle (dr), Mujer vasca, imagen y realidad, Barcelona (1985): Anthropos, pp. 36-37.

4 En el Archivo Municipal de Lekeitio, existe abundante documentaci?n sobre la solicitud de permisos para emigrar “a California” por parte de mujeres j?venes. Asimismo, en los listados de matrimonios del estado de Idaho, aparecen los nombres de las lekeitiarrak que contraen matrimonio. Referencias para Idaho, Nevada y Oregon aparecen, asimismo, en Iban Bilbao & Chantal de Eguiluz, “Matrimonios vascos en Idaho y nevada (1862-1941)”, en Diaspora Vasca: 4, Vitoria-Gasteiz, 1983.

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