Un ojo de huracán asola la costa. Parece que observará, como decidiendo qué hacer con las dos barcas amarradas, ¿hundirlas o no? ¿frío o caliente? La cosa es que observa... cuatro edades para el ser humano en las que se rompen lazos para atar otros, se queman etapas para vivificar otras. Este juego asegura la pervivencia de la especie. Cuadro muy expresivo por sus concomitancias intrínsecas y por su factura formal.
Una musa posa para una pintora de raigambre surrealista, ¿o ya ésta la desfigura en su retina conforme la representa desintegrada en el cuadro? Reminiscencias dalinianas. La pelirroja dormida ansía despertar, ya que añora su omnisciencia (la del cuadro del huracán), y ser pintora y modelo a la vez. Se dice que las personas pelirrojas son las que antes se marchitan /arrugan (y si encima son fumadoras y anglosajonas más todavía): ¿será por ese obstáculo que las personas pelirrojas (color de la mayor oxigenación del cabello) son más ansiosas e impulsivas, y más tendentes a vivir el presente? En todo caso, les cuesta menos abandonar el sueño.
Un piano a modo de escalera recuerda a la escalera de Cantando bajo la lluvia, o a alguna escena de Aladín; ensoñación musical.
Lima, Blandiblu, chicles de bola... conforman los juegos de infancia (y no tanto de muchos) que aparecen y desaparecen en la espiral que nuestra memoria crea entre nuestro pasado que está más presente de lo que admitimos, y nuestro presente... más inestable de lo que nos dejan admitir. Cuadro muy colorista, y en el que muestra una viva intuición visual.
Cuando las teclas se confunden con la espuma del mar, es que Venus se ha hecho pianista en Citerea (supuestamente en el sur de la zona grecochipriota del Chipre actual). Y la luna que observa el fenómeno in crescendo dependiendo de su aire veleidoso cuando soñamos que así es. Muy simbólico.
Veritas veritatis, y las manzanas, sumidas por el paso del tiempo, sujetan una cartela barroca; más ánimos a no perder el tiempo, y a desafiar la ley de gravedad que nos impide ser los ángeles que quizás seamos. Para recordar.
El Guggy vuela, como si se lo llevase una muestra del antiguo astillero sobre el que se asienta, o como si él mismo fuera un barco, en pos del club naútico donostiarra, que ya atracó...
Clave de fa en rojo, como maschera veneziana, o como la máscara de la muerte roja de Poe, en su bicentenario. Levitando.
Y la clave de sol, como dorada inquietud al albur de un nubarrón.
Bego Balnco muestra sus sueños, sus inquietudes más íntimas y privadas, como invitando al espectador a su mundo más privado e íntimo y como poco, personal.
Dibujo muy estilizado, atmósferas oníricas, y cálidas elucubraciones soñadas.
Ramuntcho Robles Quevedo
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