En todas las acuarelas de esta serie de Iker Badies lo que caracteriza es la ausencia de figuración humana (salvo una única excepción, y muy solapada).
Otra de las características es la importancia que da a los edificios o zonas urbanas, sea en Barcelona, Donostia o Gasteiz. Hace reconocibles los edificios y las zonas representadas, pero sin hacer de estas acuarelas un ejercicio de representación edilicia, y no por falta de capacidad, sino porque su personal estilo no estriba en la exactitud ni en la ilustración y guía.
En todo caso Badies siempre muestra todo dejando muchos espacios, incrementando así la sensación de evanescencia que confiere la técnica de la acuarela cuando está bien asimilada y utilizada. Además, Badies juega muy bien con los efectos de luz y sombras, y utiliza prolijamente tonalidades de color distintas según la hora o el momento del día en la que se haya querido representar el efecto, el detalle o el edificio en cuestión.
Iker Badies hace un buen trabajo de remembranza de tres bellas ciudades en sus momentos más adecuados para la utilización más alegre de la técnica de la acuarela: el verano.
Ramuntcho Robles Quevedo
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