Aunque la tesis de la doctora en Bellas Artes Usoa Fullaondo tratase sobre la influencia del azar en el arte, no por eso su estética plástica va a estar supeditada a la chiripa. Y al parecer, como me confirmó, uno de los protagonistas de su tesis fue el pintor y agitador cultural Marcel Duchamp, gran jugador de ajedrez (actividad intelectual que nada tiene de azaroso) y gran viajero que llevaba en un maletín reproducciones en miniatura de sus obras más significativas, entre las cuales se puede destacar El gran vidrio. Obra que cuando fue dañada por un operario descuidado en su ubicación en el Museo de Brooklyn en Nueva York, Duchamp lejos de entristecerse lo atribuyó al AZAR. Al fin y al cabo fue uno de los precursores del dadaísmo, grupo anterior al surrealismo que tomó su nombre de la primera entrada de un diccionario que se pudo leer tras lanzarlo al aire, que casualmente fue dada: es una voz infantil, con lo que ello implica de ensayo y error en el aprendizaje de los bebés en adelante...
La obra de Usoa está compuesta por collages fotográficos, tan caros a los surrealistas.
En unos juega con la escala de unas imágenes respecto a otras, sobre todo en esa mano gigante que crea desconcierto (como en el público de las películas de los Monty Python) al personaje de menos proporción que la sufre, en clara alusión a un ajedrez viviente (mientras una trapecista deambula sobre el brazo).
Algo que enseguida se advierte es que en todas las imágenes hay un claro homenaje al mundo del circo: a sus acróbatas, payasos, espectáculos insólitos y como recordará Julio Cortázar, Barnum (uno de los principales empresarios circenses de la modernidad), gran publicista, fue quien acuñó la frase de el circo como “el principal espectáculo del mundo”.
Otra de las características de su trabajo es que alterna imágenes de edificios, o de gran formato, en blanco y negro con personajes en color, o que ponga piernas que no corresponden con la imagen del resto del cuerpo, generando mayor extrañeza en el espectador.
Entre las obras que provocan mayor delirio está la protagonizada por unas piernas de mujer y en un lateral una especie de nave espacial desensamblándose, como en una suerte de alegato antibelicista.
Como es natural, en las obras de Usoa la mujer es la protagonista, por sí sola y/o en relación a los personajes masculinos que comparten espacio plástico con ella.
Y aunque pueda ser arbitraria o no su forma de combinar los materiales fotográficos que emplea (hallados o no de casualidad) muestra un gran sentido del humor, algo muy bueno ya que la risa es algo que ayuda a unir a las personas y a conectar con el público de cualquier lugar.
Ramuntcho Robles Quevedo
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