Esta serie de cuadros de Elisa Montoya reflejan obras arquitectónicas inacabadas, u obras preexistentes en proceso de restauración.
La motivación de la pintora gasteiztarra para representar estos edificios no sé si viene de la curiosidad que suscita a la gente el proceso de acabamiento de una obra civil urbana, o simplemente porque es lo que más le convence para su representación plástica.
Pero, en todo caso consigue con esta temática algo tan interesante como preservar en la memoria de la gente lo complicado que es construir, y el trabajo de infraestructuras que hay para culminar una obra arquitectónica de entidad. Y que de esa forma se respeten más en su integridad, y se valore para que fueran construidas.
Para ella como pintora es un juego constante con las escalas entre los espectadores (sea el personaje de la fotografía o la chica de espaldas al espectador en la obra del final). Además de una fuente de experimentación de gamas de color, sobre todo de azules y de grises, haciendo partícipe al contemplador de la obra del ritmo que se crea con el color. Para acceder a dicho ritmo hay que tener paciencia y ganas de sumergirse en lo que se tiene delante, sin esperar una satisfacción inmediata sino algo más sutil y perenne en el tiempo, como pueda ser gran parte del tiempo de ocio de todo amante del arte sincero y desprejuiciado.
Buenos recursos de Elisa Montoya, ya que lo inacabado si gusta ayuda a imaginar el qué será.
Y parafraseando al personaje de Brian Dennehy en “The Belly of an Architect” de Peter Greenaway; “aprendo más de unas ruinas que de un edificio construido”.
Ramuntcho Robles Quevedo
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