Pintar es difícil, y más cuando es en gran formato. Y más aún si lo que representas además de figurativo es realista.
Goikoetxea consigue realizar grandes cuadros de temas sencillos y perfectamente reconocibles: bien por que sea de sitios conocidos por visitados o difundidos por otros medios técnicos y/o expresivos, bien por que sean elementos cercanos (o cuando menos al entorno vital del pintor).
Representa edificios muy modernos, de amplios ventanales —desde los que se pueden contemplar maravillosas panorámicas sin acercarse a los mismos— o interpretaciones tradicionalistas de bodegas o lonjas de pescado.
Además, se ve e esta serie de 12 obras que también ha recibido encargos públicos, como esa cabina con árboles bañados en niebla, o lo que parece un comedor. Y algún encargo privado pero con acceso público, como ese cabecero de cama presumiblemente de una suite hecho en acero corten, material este fácilmente encargable viva vez que en Hernani hay muchas acerías.
Los colores no son muy vivos, como en cierto modo corresponde a esta estética, dado que se trata de recrear con otro punto de vista elementos conocidos, y no inventarlos.
De cualquiera de las formas, el resultado atrae la mirada del espectador ávido de nuevas imágenes, como voyeur de estos singulares murales.
Ramuntcho Robles Quevedo
La opiniĆ³n de los lectores: