Carmelo Ortiz de Elgea es uno de los grandes pintores vascos contemporáneos. Adscrito al periodo del expresionismo abstracto, siempre destacó por su gran uso del color. Sus cuadros siempre se
diferenciaban de los de otros pintores por la viveza de sus colores y por la contundencia de sus imágenes.
Y claro, en un recuerdo del deleznable bombardeo de Gernika por parte de Franco y sus secuaces/prosélitos/aliados no podía dejar indiferente a una persona discreta como Ortiz de Elgea. Al fin y al cabo, es más conocido por su obra que por lo que dice de sí mismo de manera directa.
Imágenes que nos remiten a la destrucción de la villa vizcaína a manos de la Patrulla Condor. Colores muy vivos que hacen que el símbolo del fuego como elemento de destrucción sea visible para todo aquel que contemple los 11 cuadros que comprenden esta exposición. Cuerpos mutilados, desnudos quemados, casas sin paredes ni tejados, la Casa de Juntas en llamas (con un incandescente árbol en frente), sombras aladas augures de mayores lamentos, temores y tristezas para la indefensa población. Y todo para experimento de los que luego iniciarán la 2ª Guerra Mundial tras apoyar a Franco... el sublevado ante la democráticamente Elegida II República Española. Y claro, aquí tan vivos colores nos llegan con más intensidad a los que lamentamos el inicio de tan injusta guerra (supongo que los herederos de los que la provocaron verán estos cuadros en blanco y negro, caso que tengan la dignidad suficiente para recordar los injustos errores cometidos por sus antepasados).
La mayoría de las figuras humanas que salen en los cuadros aparecen de espaldas o sin rasgos excesivamente definidos, lo que denota que Carmelo habla de la inocencia de la gente y que desastres así nos pueden afectar a todos. Sólo que los descendientes directos de los que provocaron la Guerra Civil española se benefician de los beneficios de la Democracia, de la entrada en Europa (de la que tanto tiempo estuvimos separados merced al Caudillo Francisco Franco) y de todo lo que consigue la sociedad civil, las garantías constitucionales de una Constitución que no respetan ya que en su día no la aprobaron. Y ahora, en estos difíciles tiempos queda creer en la educación moral, civil y artística, y tener fe en que ante la cada vez mayor escasez de recursos del ser humano los dirigentes actuales no se inventen más guerras que en nada van a beneficiar ni a los descendientes de sus rivales ni a los suyos propios.
Ramuntcho Robles Quevedo
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