Mikel Arrizabalaga presenta básicamente 2 tipos de fotos. Aquellas en las que se detalla hasta el más ínfimo detalle del motivo representado, o bien grandes edificios fotografiados desde lejos de manera que los seres humanos parezcan más menudos.
Y en detalle se afirma en los recuerdos, mientras que en la distancia da una visión singular de la ciudad haciendo a todo transeúnte pequeño, muy pequeño.
Pensando en esta colección de fotos como elemento inspirador de elucubraciones retóricas percibo que Arrizabalaga las ha seleccionado conforme a la idea de quedarse con los que nos es propio (recuerdos personales, sueños) a fin de sentirse menos hormiga en las ciudades cada vez más ominosas, más inhumanas, y con menos alegría, donde el ser humano cada vez se siente más disminuido y más perdido en el cosmos de la megalópolis global en que se está convirtiendo nuestro mundo global.
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