La frescura con la que Patricia nos remite a la época de finales de los 70 y principios de los 80 del siglo XX entre Madrid y Euskadi es ejemplar. Por una parte uno de los cuadros también hace referencia al Rock Radikal vasco, que aunque se pueda pensar no era como tal contra la movida madrileña sino que así como esta era una opción ese rock era otra: otra cosa es lo que motivase a las discográficas y a los promotores de conciertos.
La movida madrileña fue un abrirse musicalmente a lo que venía mayoritariamente de Inglaterra y de EEUU tras la famosa y no siempre bien valorada autarquía franquista. Grupos como The Clash o The Cramps (London Calling o Smell of a female eran respectivamente 2 de sus discos más conocidos) estaban entre sus principales referencias en cuanto a lo reivindicativo. Sin olvidarnos ni de Bowie, The Police, Sex Pistols, Pink Floyd.
Pictóricamente Patricia encuentra el lenguaje óptimo para remitirnos a dicha movida.
Con sus yuxtaposiciones entre papel pintado y radiocasettes japoneses; el trasfondo de oscuridad para la salud de los altos hornos (en contraste con una bobalicona familia playera); los chicos maripili y sus camisetas tenis; cierto programa de televisión muy rico en referencias a la movida con claro homenaje a Un perro Andaluz (Buñuel y Dali), rockerio valenciano y Gurruchaga de comandante; un cuadro que muestra union con referencias estéticas de Bowie; un recuerdo a nosotros y a gara; los 2 lados de la cara de Las Vulpes; Almodovar y Mcnamara; referencia al Superman de The Kinks, con el super héroe planteandose su vida; el fenómeno gruppie (con trasfondo de los grises) ...y mucho trasfondo premovida que tanto por los que gobiernan como los que se unen para protestar...hacen pensar que solo ha evolucionado quien haya querido evolucionar.
El Rock Radikal vasco hace más clara referencia a la insatisfacción ante el legado industrial, rural y cultural vasco...Patricia consigue hacernos entender que algo se mueve en Madrid, algo que no es material pero que está cada vez más cercano.
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