Está muy claro que Jesús Lizaso comprende la naturaleza de los proyectos. O cuando menos, eso se aprecia en los proyectos (sean propios o por encargo) que aparecen en las fotos que conforman el presente Art Aretoa.
Un harrijasotzaile maravillosamente musculado, y en el que se resaltan las partes de su anatomía más directamente implicadas en el momento de máximo esfuerzo de la alzada, cuando proyecta toda su energía física y mental a la piedra a levantar. Con unos pies poderosos, que recuerdan mucho a la estética de Picasso, largos brazos. Y gran cuello de rinoceronte.
La esencia de la fuerza dentro del deporte rural vasco; deporte tan rural como creado a raíz de la necesidad de sobrevivir a la vida en el campo.
El monumento a la industria, en el que deduzco que la base de la escultura hace referencia a la actividad de la empresa, aunque también puede recordar a una arquería medieval. La parte superior representa la estereotomía de una factoría tradicional.
El tobogán es una buena muestra de que Jesús conoce su oficio, y su trabajo, ya que ha dado una nueva perspectiva de lo que puede ser un columpio que también podría ser un muy personal sitio en el que sentarse bien respaldado siempre que no se olvide que es una pieza artística. Pero lo que más valoro es que trabaja la madera, que es escultor, y que no es un mero proyeccionista, sino que tiene proyectos, personales o no, que suponen una mejora del punto de vista urbano, que mejoran todo espacio para el que están destinados, y que no incomodan al transeúnte sino que reflejan una buena conciencia urbanística.
Proyectos que espero cada vez sean más reconocidos, aunque en esencia muestran su gran amor al arte en general, y a la escultura en particular. De manera tan óptima como personal.
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