La piel del océano me parece uno de los cuadros más femeninos que he visto en mi vida. Me hace pensar en El lago azul, en el misterio de dejarse llevar y sencillamente ser persona día a día con la naturaleza y en la naturaleza. La piel del paisaje, invita a ser feliz con la naturaleza en general y la humana en particular. Encarnado en una Diosa Tierra que medita sobre los efectos de la erosión en su piel*. Puedo decir que las patas de gallo, la “piel de pollo”, la celulitis son efectos del paso del tiempo en el cuerpo humano. También puedo decir que para los responsables políticos de toda catástrofe medioambiental SOLO el paso del tiempo tiene que ver con la erosión del terreno y la suciedad de los mares (sobre todo en el Estado español). Pero como ser humano honesto también estoy en mi derecho a afirmar que dichos responsables políticos no piensan en el futuro del Planeta Tierra en general ni de sus descendientes siquiera en particular. Y la verdad es que me gustaría que mi planeta no se estropease más de lo achacable al paso del tiempo.
Ver lugares donde el rojo es tan rojo como en las Bardenas Reales (Nekane y Julio Medem coinciden en su amor por tan árido lugar). Hoces, cañones, anfiteatros de zonas más secas que Trapagaran, pero que entiendo que es el paisaje vital de la madurez humana de nuestra pintora.
Acrílicos de generosas proporciones para representar lo más generoso de la Naturaleza: la VIDA, que pese a todos los responsables, siempre perdura. Y Nekane ayuda a que perdure.
*Realmente la Diosa Tierra está acordándose de los responsables humanos de la destrucción de su obra.
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