Este científico estellés, a sus 68 años,
sigue constituyendo un caso inusual, único y sorprendente
en un país que tradicionalmente ha apostado muy poco por
la investigación. Profesor titular de Hidrogeología
en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de
la Universidad Politécnica de Madrid, es miembro desde el
año pasado de la Academia Rusa de Ciencias Naturales, honor
jamás alcanzado por español alguno y logrado tras
numerosos trabajos realizados en Siberia. Sus más de cuarenta
expediciones a regiones polares, al Ártico y a la Antártida,
lo han convertido, posiblemente, en el ser humano que más
sabe de los glaciares, en un prestigioso experto de estas masas
heladas, que son los verdaderos termómetros de la salud de
nuestro planeta.
- Rompa el hielo
y explique coloquialmente en qué consiste el cambio climático,
ese fenómeno que estamos padeciendo.
Lo voy a explicar tal como está sucediendo ahora. El clima
de la Tierra tiende a un calentamiento. El hielo de los polos se
funde más rápidamente que antes por elevación
de la temperatura. Donde antes la temperatura media anual era inferior
a cero grados, ahora está algo por encima y, por ello, el
hielo pasa a ser agua. Eso provoca una subida del nivel del mar.
Y como las costas no son verticales, los océanos le ganan
terreno a la superficie terrestre, aumentan su extensión
y se evapora más agua. Por esta razón, hay más
humedad en la atmósfera. La temperatura de ésta es
más alta. Estos hechos hacen incrementar la energía
de los denominados meteoros, de los fenómenos climáticos.
Actúan del mismo modo que siempre pero con más potencia.
- El calentamiento
global ¿es la causa o la consecuencia del cambio climático?
Es la causa, para la violencia de los fenómenos climáticos.
Éstos se hacen más difíciles de predecir y
más virulentos. Aumenta el riesgo de que se produzcan. Una
lluvia beneficiosa como el xirimiri puede llegar a ser violenta
y dañina. Yo les pongo un ejemplo a mis alumnos que es bastante
demostrativo: si acercamos la mano a la cara con suavidad estamos
hablando de una caricia; si lo hacemos con fuerza, el resultado
es un buen sopapo, una bofetada.
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Adolfo Eraso.
Foto tomada en el ártico |
- En esta preocupante
situación, los glaciares se van derritiendo a un ritmo acelerado,
mayor posiblemente del calculado. ¿Se les puede considerar
los sensores de la salud de nuestro planeta?
Sin duda, son los más perfectos detectores del aumento de
temperatura. Son el indicador mejor y más preciso. Su respuesta
es inmediata. Actualmente, tenemos dos glaciares monitorizados que
cada cinco minutos ofrecen medidas, información.
- Usted ha manifestado
en alguna ocasión que el calentamiento no es un peligro para
la Tierra pero sí para muchas de sus especies, incluida la
humana. ¿De qué manera se puede manifestar esta amenaza?
La Tierra ha estado con más y menos temperatura que la actual
y no le ha pasado nada. Otra cosa es para las especies. Alguna de
ellas lo pasará muy mal. Respecto a las manifestaciones,
son diversas. Inundaciones, temporales marinos más violentos,
huracanes que entran en tierra con más energía...
Por ejemplo, ahí están las trombas en costas de levante
español, cuando antes sólo se registraban en zonas
tropicales. Holanda ha generado los polders, los diques; si se rompen,
si llegan a ceder por la subida del nivel del mar, se perderán
un montón de kilómetros cuadrados, de superficie cultivada,
habitada. Y ahí tenemos asimismo las gotas frías,
que se llevan todo por delante.
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Nuestro entrevistado en la Antártida. |
- ¿Y en
qué plazo de tiempo?
Fechas no puedo decir. En la Antártida se ha duplicado en
trece años la cantidad de glaciares que se funden. Una hecho
probable es que los deltas de ríos, esos terrenos tan fértiles,
irán desapareciendo. Las corrientes los irán erosionando
y los acabarán tragando. Estoy pensando en el delta del Ebro.
En mi opinión, desaparecerá. Y si encima le quitan
agua, se comenzará a ver pronto este proceso.
- La fusión
glacial por descarga líquida, el derretimiento para entendernos,
es mucho mayor en el Ártico que en la Antártida. Una
de las causas parece ser que se encuentra en la mayor industrialización
del norte. Se habla de una subida de grados -entre tres y siete-
en la temperatura promedio durante este siglo. ¿Cuáles
serán las consecuencias?
La fusión glacial es cuatro veces superior en el Ártico
que en la Antártida a la misma latitud. La población
es mucho mayor en el norte que en el sur y la producción
de CO2, también. No hay que olvidar que el aumento de temperatura
es a su vez consecuencia del aumento del anhídrido carbónico
en el aire, de ese CO2. La Antártida genera un microclima
frío a su alrededor que la protege. Desde la última
glaciación hace 14.000 años hasta nuestros días,
hasta el siglo XVII, la temperatura subió siete grados. Desde
hace 200 años a la actualidad, el contenido de CO2 se ha
incrementado de 280 a 400 ppm (parte por millón). Del 0,028
a 0.040. Comenzó la era industrial y comenzó la causa
antrópica del efecto invernadero, la que proviene del hombre.
La peor de la predicciones se ha quedado corta en lo referente a
la velocidad de aumento del nivel de mar.
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Eraso en el Artico |
- El protocolo
de Kioto supuso un acuerdo, alcanzado el 11 de diciembre de 1997,
por el que representantes de numerosos países se comprometieron
a reducir en un 5,2 % para el año 2012 las emisiones de gases
que provocan el efecto invernadero. Sin embargo, Estados Unidos,
que cuenta con un 4% de la población mundial y genera el
30 % de los contaminantes relacionados con el efecto invernadero,
no lo suscribió. ¿No resulta contradictorio? ¿Se
le podrá responsabilizar de futuras catástrofes relacionadas
con el calentamiento global?
Es absolutamente contradictorio e insolidario. Respecto a las responsabilidades,
y no es que no quiera mojarme, yo sólo investigo, trabajo
con datos para poder dar valores de predicción muy aproximativos.
A través de publicaciones científicas, de simposios,
ofrecemos datos para que los políticos puedan tomar decisiones.
De todos modos, Naciones Unidas debería empezar a pensar
en órganos de arbitrio de cara a responsabilidades futuras.
- Aparte de las
excusas políticas y económicas que puedan presentar
las grandes potencias, ¿no se puede deber toda esta preocupante
situación a que el ser humano ha perdido su norte, a que
se ha creído superior a la Naturaleza?
Ni inferior ni superior. Nos hemos olvidado de dónde venimos.
Basta con mirar cómo crece la población del planeta.
Y la tierra, por grande que sea, es limitada en espacio y en recursos.
Si no se encuentran otros lugares habitables, simplemente, no cabremos.
Yo no me siento capaz de modificar el mundo. Trato de cambiar mi
propio entorno y en éste he elegido lo que me gustaba, no
lo que más dinero me daba. Por eso, por un lado he sido bastante
incomprendido pero, por otro, bastante feliz.
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Glaciar de la Antártida |
Raíces lejanas
- En un plano
más personal, usted que viaja tanto, que se mueve entre los
polos de nuestro mundo, ¿echa de menos su tierra natal?
Mire, todavía guardo como un tesoro una colección
de minerales que hice cuando todavía no tenía diez
años. Los recogí todos en una zona cercana a Estella.
Con esto quiero decir que los recuerdos no puedo olvidarlos. Por
tanto, sí añoro mi tierra natal y me doy una vuelta
por ahí de vez en cuando con mis alumnos. Pero hay una cuestión
importante que me pasó hace veinte o treinta años
y que me marcó en este sentido. Fui a Estella y vi que mi
casa natal había sido derrumbada. En su lugar habían
construido otra. Noté una sensación extraña,
no muy negativa pero tampoco positiva. Una sensación de vacío,
de estar desenraizado. Y tenga en cuenta que luego me he acoplado
en lugares tan dispares como Groenlandia o Papúa Nueva Guinea.
Pero tuve la sensación de haber perdido un vínculo
importante. Es todo lo contrario que veo en los turistas, que se
llevan lo puesto. Y es que, donde me encuentro más solo,
es en una zona llena de gente externa. Quizá me estoy volviendo
un poco salvajillo... quizá. Ahora bien, reconozco que siempre
busco una excusa para poder pasar por Estella. No olvidemos que
contiene una poderosa tentación, que es la gastronomía.
Y no hablemos del vino...
- ¿Goza
de buena salud ese lugar que le vio crecer en sus primeros años?
No me gustan los enfrentamientos entre la gente, por política,
por religión... Hay un dicho de Goethe, que siempre lo llevo
conmigo: "Los hombres estarán unidos por sus convicciones
y separados por sus opiniones". Es una verdad como un templo.
A mí me gusta razonar. Sin razonar no sé qué
hacer. Pese a ello, en el plano natural, veo a Estella más
sana que cualquier ciudad grande. Yo vivo en Madrid y nunca me ha
gustado.
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Adolfo Eraso en la Antártida |
- Castellano,
francés, italiano, inglés, portugués y alemán.
Domina seis idiomas, pero ¿el euskara?
Sólo sé decir chorradillas. Mi padre no me lo trasmitió.
Me quedé pronto huérfano. No sé si lo hablaba.
Mi abuelo, sí. Lo echó de menos. Me gustaría
tener tiempo y meterme en esta asignatura pendiente. Me hubiese
gustado hablarlo. Entiendo que es mi cultura. Pese a ello, algún
zortziko te puedo cantar en euskara. El zortziko me sigue poniendo
la carne de gallina, más que la jota. Y voy a hacer una confesión.
De las lenguas que manejo, el inglés no me gusta nada, porque
parece obligado.
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Eraso en la inhóspita Antártida |
- Cuando decida
retirarse, ¿lo hará buscando el calor de su tierra
o se instalará en su pasión por el frío?
Me apetece más el frío. Lo aguanto muy bien y me apetece
más. Siberia me fascina. En una ocasión me planteé
irme de Madrid, dejarlo todo y marcharme. Pero sigo aquí,
por los alumnos. Entre las consecutivas promociones, algún
amigo surge y eso es muy satisfactorio a nivel personal. Pero, seguramente,
me iré algún día. Sí, me iré...
Adolfo
Eraso
Adolfo Eraso Romero nació en la
ciudad navarra de Estella el 8 de agosto de 1934.
Once años después, la tuvo que dejar
porque ingresó en un internado de Vitoria.
Como él mismo reconoce, su relación
con estos centros nunca fue buena. "No sé
por qué pero no me acoplaba, no me integraba,
y siempre acababan echándome de estos colegios".
Tras esta agitada etapa, se licenció en
Ciencias Químicas por la Complutense de
Madrid. En esta universidad, es asimismo doctor
en Geología. Una vez licenciado, trabajó
en distintas áreas laborales, relacionadas
con las perforaciones petrolíferas, la
hidrogeología y el medio ambiente.
Sus muchos años de trabajo permitieron
la aparición de numerosísimas publicaciones:
más de trescientos artículos científicos
en diversas revistas nacionales y extranjeras,
más de doscientos cincuenta informes profesionales
para empresas y doce libros en colaboración
con otros autores, entre cuyos títulos
destacan "Cuevas en hielo y ríos bajo
los glaciares" y "Divulgación
científica".
Mientras tanto, con la constancia en el estudio,
en el trabajo investigador, adquirió prestigio
profesional con carácter internacional,
y se fueron sucediendo los reconocimientos. Entre
éstos, destaca el Premio Extraordinario
a la mejor tesis doctoral, que recibió
en 1976, y la Medalla de Oro de la Sociedad Checa
de Espeleología, obtenida diez años
después.
Divorciado y padre de dos hijos, actualmente,
y desde 1994, ocupa un asiento en la Academia
de las Ciencias de Nueva York, lleva trece años
presidiendo la Comisión Internacional para
el estudio de las cuevas glaciares y karst en
regiones polares, y en mayo de 2003 cumplirá
su primer aniversario como miembro de la Academia
Rusa de Ciencias Naturales.
Su casi frenética actividad profesional
le ha llevado a realizar numerosos trabajos en
Siberia, relacionados con recursos minerales y
con la geología del subsuelo, y más
de cuarenta expediciones a las regiones polares:
al Ártico y a la Antártida.
Por último, su pasión por la ciencia
y su escondido afán de aventura han dejado
en su vida hechos peculiares, que dan muestra
de su relevante personalidad. Fue la primera persona
que utilizó en España el Método
de Protodyakonov, en la ejecución de la
Línea 9 del metro de Madrid, técnica
completamente aceptada ya, obligatoria a la hora
de afrontar la construcción de cualquier
metropolitano. Y lo que es más curioso.
Según la temida KGB, tiene el honor de
ser el primer español que entró
en la prohibida Vladivostok. Sucedió en
1991, cuando todavía existía la
Unión Soviética y la citada ciudad
estaba cerrada a los occidentales. Pero ésa
ya es otra historia.
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Koldo Larrea Fotografías:
Karmenka
-
Euskonews & Media 195. zbk (2003
/ 01 / 17-24) |