Se
trata de la Sexta Sinfonía de Tchaikovsky, en RE menor, que
compuso en su último año de vida, y en la que, según
dicen, se manifiestan los temores que le asaltaban ante las puertas
de la muerte. Su Sinfonía más perfecta nació
sin título; fue su hermano quien la bautizó como "Patética"
(o "Sinfonía Pathos"), y con ese nombre pasaría
a la posteridad. No obstante, viendo el carácter y la decadencia
reinante en los cuatro tempos, hubiera sido más adecuado
llamarla "Sinfonía de la Contingencia".
En el primer tempo es el fagot el que transmite el mensaje de la
Existencia. Desde las profundidades y las oscuras cavernas llega
un suave clamor que delata la debilidad y contingencia de la Existencia.
Un débil chillido anuncia su llegada, y aparece saltando
desde las penumbras de la nada.
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Tchaikovsky |
A continuación, es la viola la que formula la pregunta.
¿Podrá la Existencia avanzar? Empieza dando un paso
hacia adelante, con firmeza, mas en vano: la Existencia cae en el
abismo.
Tras escuchar sus gritos y lamentos, son los rabeles quienes toman
el relevo y manifiestan, en un dulce Andante, la esperanza-desesperanza
de la Existencia, que va descendiendo por las escaleras. Dan cuenta
de la afirmación de la Existencia, y de la decadencia de
la Contingencia, que permanece muda en el olvido.
Los rabites dan paso a los instrumentos de viento de madera que,
estrepitosamente, expresan la resistencia que ejerce la Existencia
ante la decadencia, y el ímpetu con el que se involucra toda
la orquesta indica la ascensión de la Existencia, que aunque
en un álgido Forte trata de hacer todo lo posible
por vencer a la Nada, finalmente resulta en vano, tal y como nos
hacer saber un Pianissimo. En este primer tempo en el que
se nos presenta la dialéctica y la lucha entre la Existencia
y la Nada, el lema predominante es el de la contingencia, que viene
a ser el leitmotiv de toda la Sinfonía.
En el segundo tempo volvemos a presenciar la pugna que se mantiene
entre la Existencia y la Nada. Así como la primera es una
especie de exaltación de las olas, la Nada es todo lo contrario,
comparable a un hundimiento. Mediante la bravura del oleaje se trata
de acentuar la tragedia que supone la perdición de la Existencia,
que aunque en este segundo tempo procura mantenerse en equilibrio
frente a la amenaza de que el oleaje vuelva a cobrar fuerza, no
tarda en caer en la flaqueza. Es un tempo que recuerda a un sueño,
porque la Existencia, a pesar de ser un ente vacío, en ocasiones
se muestra convencida de que los sueños realmente existen.
Parece ser que el Allegro con grazia quiere reflejar un idilio,
pero resulta que los idilios están ligados a la esperanza
de vida, y la Existencia, sin embargo, no alberga ninguna esperanza
ni en sus oportunidades ni en la Contingencia, por lo que finalmente
se sume en la silenciosa y oscura destrucción a la que le
conduce la Nada, del mismo modo que al principio.
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Partitura de la Sinfonía Patética |
También este tercer tempo, que gira sobre el mismo leitmotiv
antes mencionado, la Existencia cae en garras de la Nada. Pero,
de repente, vuelve a aparecer en todo su esplendor, en medio de
un colorido arco iris. Se diría que el Allegro molto vivace
que suena mientras camina a paso de marcha anuncia que ha conseguido
dejar atrás la Contingencia y la Nada, que ha empezado a
despojarse del miedo y que acaba de abrirle una ventana a la esperanza.
Pero la esperanza y el optimismo que irradia la marcha van a durar
muy poco tiempo, como se demuestra en el cuarto tempo. A pesar de
que esta Sinfonía de Tchaikovsky sea la "Sinfonía
de la Existencia", los constantes gritos y lamentos del ser
contingente no dejan de estar presentes. La Existencia y la Nada
se baten tan fervientemente en un cuerpo a cuerpo que nos resulta
imposible distinguir cuál de ellos es la Existencia, y cual
la Nada. Están los dos tan fuertemente agarrados que si tenemos
la posibilidad de ver a uno de ellos es porque por un momento hemos
dejado de ver al otro. Este cuarto tempo se caracteriza por un Adagio
lamentoso, que viene a ser una de las Cadencias más hermosas
de toda la Sinfonía de Tchaikovsky. Es un llanto, el último
llanto. Son la Contingencia y el grito que emite de la Nada desde
lo más profundo de la Existencia. Ese adagio simboliza además
la decadencia de la Existencia, que cayéndose escaleras abajo
parece acercarse a su fin. El grito y el lamento. El silencio y
la cercanía de la muerte. Todo acaba por caerse por un precipicio.
Surgió de la nada, de una cueva, y a ella vuelve. En este
cuarto tempo, que regresa al primero, se presencia la lucha de la
Existencia, y, lo que es más desolador, se adivina que no
podrá volver atrás. Es su última contienda.
Adiós a la Existencia, adiós a la vehemencia de la
Existencia; la Nada vuelve. Así es la "Sinfonía
Pathos", la debilidad y la tragedia de la Existencia, o, lo
que viene a ser lo mismo, la Sinfonía de la Contingencia.
Gaizka Barandiaran, musicólogo |